“Tralari tralara” que poquito hemos visto hoy. Ni el nobel Isiegas, ni el veterano Juli, ni el encumbrado Ureña han dejado una sola tanda pura, con alma y verdad.  Una tarde más en esta típica tauromaquia del engaño, mal llamada tauromaquia de la emoción y el arte. El arte mal encauzado es un peaje que estamos pagando hoy en día todos los aficionados, y de trasfondo una tauromaquia nostálgica que anhela recuperar su rigor.

Llegaron los toritos de Nuñez del Cuvillo a Zaragoza, y daba más pena que gloria ver. Escasez de fuerza, de bravura, de poder y de casta. Unos toros que se dejaron hacer de todo, algunos con transmisión, otros con mansedumbre. Mal picado en general, aunque en esta ocasión se libra el quinto toro.

Pues Zaragoza estaba en modo fiesta –como toda la semana- y los gin se vendían a tutiplén en los preludios del acontecimiento que nos querían vender como alternativa de la nueva figura del toreo. Un Jorge Isiegas que le falto actitud, verdad, pureza, valor, e ideas. Una escasez mental que quedo evidente ante sus dos toros. En ninguno mandó, ni por asomo, tampoco estuvo predispuesto a ordenar las embestidas, y transcurrieron con aburrimiento, mientras los autobuses jaleaban los pases como hooligans a su equipo, pases despegados y con el pico. Muy rápido aprende las malas artes del engaño, este  pupilo de torero. Un mal manejo de la espada con un infame bajonazo en el sexto, y una trasera y atravesada en el primero, pero el público le dio una oreja en su primero.

Lo más destacado del Juli fue la alternativa que concedió a Isiegas en el primer toro. Una sucesión de engaños, de gestos forzados, toreando para fuera, en lineal, escondiendo la pierna, vamos lo de casi siempre. Su forma al tirarse al matar es lo más lamentable, vulgar, falso y antitaurino que se puede ver hoy en día en el mundo taurino. Dos bajonazos acabaron con sus toritos, que le sacaron los colores en los primeros compases.

Paco Ureña venía a la capital aragonesa después de romper con Simón Casas, lo cierto que la tarde de Ureña fue de menos a más, y  salvo la honra en el descuento, exactamente a 10 segundos del 3 aviso en su quinto toro. Una tarde donde no supo lidiar a su tercer toro, ni se puso de verdad, ni se va a poner en próximas fechas, como nos tenía acostumbrados antes de ser “figura”.  Ningún favor le hace torear este tipo de encastes, porque Paco Ureña fue un héroe, y ahora es uno más, al perder esa verdad. Rápido aprendió las malas artes, el primer año en figura. En ocasiones abuso mucho del pico, y del hilo del pitón, sin cruzarse, ni colocarse, buscando desplazar al toro para fuera. Lo más destacado una tanda de naturales más aplomado y templado, bajando la mano y oponiendo un mando firme en su quinto, aunque prolongo en exceso la faena, sonando 2 avisos. Dos bajonazos infames le acompañaron como rúbrica, y 4 descabellos en su segundo.

Qué pena da ver a las futuras generaciones sin ganas de comerse al toro que salga por chiqueros, sea manso o bravo, con codicia o con nobleza, como dice el dicho Isiegas en el día de alternativa ante sus paisanos “debería embestir el sino lo hacen los toros”.  Paco Ureña puede pasar de ser  héroe a villano en muy poco tiempo, eso depende solamente de su persona y su toreo, pero los aficionados estamos acostumbrados a su pureza, dejar ese toreo es un error que le puede costar caro. El Juli en su línea y finalizando el año como líder del escalafón, una vergüenza para la tauromaquia clásica y una alegría para la tauromaquia triunfalista y permisiva.

Por Roberto García