En el corazón de la Tierra del Vino, para ser más concisos, en Castronuño, pasta desde hace más de un decalustro la ganadería de D. José Luis Mayoral. Este camino lo inició en 1965 José Luis Mayoral Villaseco, inscribiéndose en la Asociación de ganaderías de lidia tras comprar un lote de vacas y un semental de Benjamín Gallego, de origen Contreras. Años más tarde eliminó esta sangre para comprar en 1994 20 vacas, 30 eralas y un semental de D. ª María Rita Rodríguez, hija de Dionisio Rodríguez, de origen Santa Coloma. Al año siguiente compra otro lote de vacas para consolidar la base de la ganadería. En la actualidad cuenta con un centenar de vacas y dos sementales, y cuenta con otro hierro, Hnos. Mayoral García, formado con diversos orígenes y que es destinado para el festejo popular, ya que sus características morfológicas y su comportamiento son ideales para ello.

Desde sus inicios, la ganadería vallisoletana ha estado vinculada a las novilladas y festejos tradicionales, cosechando éxitos en plazas contrastadas como Valladolid, Zamora, Azpeitia y un abultado número de pueblos.

En “Dehesa Carmona” las cosas siguen haciéndose como manda la tradición, pues el romanticismo pesa más que el comercio y el dinero. La reducción de festejos sigue ahogando a ganaderías de esta índole, que se ven obligadas a ver sus productos en las calles de las villas castellanas. Pero en esta casa la ilusión no se pierde, y su ganadero, Pepe Mayoral, segunda generación ganadera, selecciona con la misma exigencia que si tuviera que lidiar una decena de novillas en sitios importantes. El fondo, el ir siempre a más y el punto en el que casta y nobleza se juntan, hacen que estos animales propicien triunfos importantes a sus lidiadores, que muchas veces rechazan a boca llena este encaste y luego disfrutan al máximo las embestidas de los “santacolomas”

Entre los pinares y las retamas de hay una  joya maltratada que deberíamos de ver más a menudo en las plazas de los aledaños, pues esta ganadería esconde, aunque sea una contradicción, pues está deseando tener una oportunidad para demostrarlo, un tesoro genético de la cabaña brava española.

Por Quique Giménez