Dicen que en la vida, una de las cosas más importantes es la actitud frente a la adversidad. Hoy 3 toreros han puesto todo de su parte para compensar lo poquito que tenían en el interior los toros de Garcigrande.

Las comparaciones son odiosas, pero después del gran juego de la corrida de Victoriano del Río, hoy la decepción ha sido patente. Una corrida muy parada, excesivamente noble y justita de fuerza.

Hoy se juntaron en Nimes los dos toreros más en forma de la temporada. Que placer ver su concepto y variedad.

Marcos ha tomado la alternativa, ya es torero. Ahora empieza otra guerra muy diferente. Si mantiene la actitud de hoy, esta preparado de sobra. Aunque tiene alguna asignatura pendiente, la ambición que ha mostrado puede abrir las puertas de varias ferias del circuito.

Apuró a sus toros por ambos pitones. Se mostró valiente, dispuesto y sin nada que perder. No se quedó atrás ante la competencia de dos toreros en plena forma. En ocasiones pecó de ansia y tal vez no supo dosificar el toro para aprovechar algo más. Tuvo naturales de mucho gusto, y se mantuvo atornillado cuando el toro no quería pasar. Mala gestión de los aceros.

Daniel Luque es,  hoy por hoy, el torero más en forma del escalafón. La madurez y el poso han calado en un tauromaquia reposada, ajustada, asentada, y con mucha verdad. Nos regaló una faena de muchos quilates. Tandas con mucha verdad, que hizo enloquecer el anfiteatro romano de Nimes. Naturales con sabor. Citando con la bamba, jugando las femorales, las zapatillas atornilladas, y rematando por debajo detrás de la cintura. La espada le privó de una rotunda puerta de los cónsules. Por fin, Luque ocupará el lugar que tenía predestinado en el circuito. Los aficionados de Dax estará con muchas ganas de recibirle en su plaza.

Juan Leal es un torero de coraje, valor y sentimiento. Se juega la vida, sale a morir, pero el toreo en ocasiones es algo más. Estuvo rotundo en el que hizo el tercero. Llevó la emoción al tendido, aunque tal vez le faltó una tanda rotunda de toreo añejo. Espadazo y dos orejas. En el quinto volvió a entregar su vida, y se llevó un revolcón.

La corrida de Garcigrande fueron bombones de chocolate. Sin casta y bravura no hay emoción. Mientras que no se busque el toro que tenga codicia y se crezca la Tauromaquia no acabará de salir de esa crisis en la que lleva sumergida una década.

Por Juanje Herrero