Independientemente de las Fiestas de Toros y Cañas y las Corridas al Estilo Navarro, en Andalucía se celebran otros festejos populares que, con el paso del tiempo, darán lugar a las corridas de toros actuales.

Aunque el origen de estos festejos es algo confuso, lo más probable es que estén relacionados con el manejo del ganado bovino. A lo largo de la Edad Media, la ganadería vacuna extensiva se convirtió en la principal actividad económica de muchas regiones de España. Este ganado, que se criaba en extensas dehesas y en régimen de semilibertad, se destinaba al consumo de carne o a la producción de ganado -bueyes- para las labores agrícolas. El funcionamiento de estas ganaderías requería la presencia de unos hombres, los vaqueros, que se encargaban de su manejo: cuidar del ganado y trasladarlo de un lugar a otro; separar las crías; herrar los animales o conducirlos al matadero y sacrificarlos. Estas faenas de campo solían realizarse generalmente a caballo, ya que se trataba de animales fieros y agresivos, y su práctica requería una gran habilidad y destreza. Algunas de estas faenas se fueron popularizando con el tiempo, constituyendo una diversión que cada vez presenciaba más público.

A este respecto, valga de ejemplo lo que dice Daza refiriéndose al herradero del Duque de Medina Sidonia, «el más famoso de Andalucía»: «Acude una enorme cantidad de gente que asiste para participar en la faena de acoso y derribo, de lazo, etc.» y aconseja a los aficionados que «se acerquen e instruyan en los oportunos recreos, faenas y funciones que ofrece esta Andalucía baja».

Otro ejemplo del fervor popular que concitan otras de estas operaciones, es lo que sucede en algunos mataderos andaluces como los de Sevilla y Cádiz, donde se lidian un buen número de reses antes de ser sacrificadas, actuando individuos que no siempre están ligados al matadero y que intervienen llevados por la aureola de héroes y la consideración popular que adquieren.

Con relación al matadero de Sevilla, desde 1546 hay múltiples referencias a la lidia de reses y al arraigo popular y fama que esta forma de toreo tiene. En la obra Civitatis Orbis Terrarum -Colonia 1598- aparece un grabado de Sevilla en el que, en un plano medio, se representa el matadero y algunas de las faenas que aquí se producen. El que el matadero se destaque tanto, pone de manifiesto el interés que estas lidias despertaban. De 1765 es un documento por el que el Cabildo de Sevilla, entre otras cuestiones, recuerda la inmemorial costumbre de echar toros al llano del matadero para esparcimiento del pueblo y que este hábito era, por un lado común a los demás pueblos de Andalucía y, por otro, despertaba un enorme interés entre los sevillanos.

En Cádiz también está acreditado que ya en los albores del siglo XVII se lidiaban en el matadero los toros que servían de abasto para la ciudad. Los dueños del ganado se quejaban de ello porque se estropeaba la carne y disminuía su valor, pero no se atrevían a solicitar su prohibición, pidiendo y consiguiendo sólo su reducción. Los propios concejales disponían de un balcón para asistir a estos espectáculos.

El papel de los mataderos como escuela de toreros se convertiría en costumbre y tradición a lo largo de los tres siglos siguientes.

La trasposición de estos juegos a ciertos recintos de las ciudades y, por lo tanto, su transformación en espectáculos públicos, constituye el germen a partir del cual se desarrollará lo que denominamos corridas de toros. Estos festejos, derivados del manejo del toro, tienen, desde el primer momento, una gran aceptación y el entusiasmo del pueblo.

El primer festejo de este tipo del que se tiene constancia se celebra, en 1661, en la plaza de San Antonio de Cádiz y puede considerarse la primera corrida de toros. A partir de entonces, se celebrarán aquí cientos de festejos, que tienen la particularidad de que los espectadores van a dar un donativo con el fin de sufragar la construcción de diversos edificios públicos y religiosos. Se trata de festejos taurinos basados en la actuación de picadores de vara larga -varilargueros- que son auxiliados por lidiadores a pie • Los varilargueros, Maniquí vestido con la indumentaria de Picador en el siglo XVIII. (Museo Taurino de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla) llamados inicialmente «vaqueadores con vara larga», son hombres del campo y expertos caballistas, acostumbrados a manejar la garrocha para conducir y apartar los toros. De hecho, muchos de ellos trabajan llevado las reses desde la dehesa hasta el matadero -encerradores de ganado-, convirtiéndose en los primeros picadores profesionales de la historia del toreo.

Cuadernos de Aula Taurina: His1oria del toreo a pie