Con estas palabras, tajantes y suficientes, valoraba don Fernando Cuadri la corrida ante las cámaras de televisión. Don Fernando se despide de Madrid, tras cuarenta y seis años al frente de la ganadería, con la misma elegancia, señorío y seriedad con la que se presentó. Por eso y muchas otras razones, siempre se le recordará con admiración, cariño e idolatría. Madrid, y en especial el tendido 7, tuvo la sensibilidad que la cita exigía: agradeció mediante pancarta la labor del ganadero onubense y lo obligó a saludar. Quienes tanto critican a esta característica e idiosincrática afición, no cantarán tan elegante gesto. Desde estas líneas, quiero sumarme humildemente a tan sentido homenaje y agradecimiento.

 

Y el heredero de don Celestino se presentó en Madrid con una señora corrida. Seis galanes más serios que un guardia civil antiguo, de tricornio grande y frondoso bigote. “Nadador”, “Alemán”, “Capitán”, “Crisantemo”, “Contratista” y “Goyesco” eran los nombres de los seis toros que saltaron a la arena de Madrid. En la primera obligación del ganadero (llevar una corrida impecablemente presentada), Cuadri cumplió. Sin embargo, los seis galanes de Trigueros estuvieron yermos de casta y bravura, sin olvidar el escaso poder de algunos ejemplares. No se puede obviar la masacre que seis tíos a caballo, a los que me niego llamar picadores por respeto al chispeante de su chaquetilla, sometieron a toda la corrida. Bernal anduvo digno de sanción, con lo buen picador que es. A “Contratista” le llegó la sangre a la penca del rabo. Rafaelillo ordenó a Collado y a Esquivel que mataran los toros en su paso por el caballo. Desconozco la existencia y el contenido de dicha orden, pero soy incapaz de comprender que esa bochornosa actuación se asuma por cuenta y riesgo de los piqueros.

 

Por parte de los matadores, solamente se puede rescatar la actuación de Domingo López Chaves, que regresaba a Madrid tras más de un lustro sin anunciarse. Anduvo muy en torero toda la tarde, queriendo ejecutar los lances como a Madrid le gusta. El tendido, tan respetuoso y metido en la tarde como la ocasión merecía, lo vio y lo reconoció. Echó la «pata» hacia delante y templó las embestidas de sus toros. Les anduvo, buscó el pitón contrario y les dio las alturas y distancias que los animales requerían. Con su primero poco pudo hacer. No obstante, se llevó el único toro medio rescatable de la tarde. Si bien tardó en ver cuál era el pitón y la receta, derrochó torería y oficio. Demostró ese poso y sabiduría que solo la experiencia da. Ya saben: la juventud es de las pocas enfermedades de las que todos se curan. Cuando vio que el quinto había desarrollado clase por el pitón izquierdo, si se le daba la distancia que necesitaba, cuajó dos tandas rotundas. De haber andado bien con el estoque, hubiera arrancado una oreja de mucho peso. No quiero olvidarme de los tercios de varas que permitió a Francisco José González y Óscar Bernal.

 

Completaban la terna Rafaelillo y Octavio Chacón. La tarde de ambos ha sido para olvidar, para plantearse muchas cosas acerca del futuro. Los dos toros que le correspondieron en suerte al murciano no sobrevivieron al tercio de varas. Aún hay que darle gracias a Dios de que los toros no se hayan echado. El primero tuvo cierta castita y fue mejor por el pitón izquierdo. Rafaelillo se empeñó el lidiarlo por el derecho, pitón por el que medía y se venía por dentro. Quería demostrar que era un “barrabás”. Se lo creería él, vaya.

 

Y, para acabar, me gustaría reseñar la situación muy preocupante en la que queda Octavio Chacón. Tres tardes en este San Isidro y en las tres tardes ha dado que hablar, pero para mal. De ayer llamó la atención el desatino con el que gestionó los tercios de varas, alguien que, precisamente, se caracteriza por ser un magnífico lidiador. En el primero, se empeñó en ponerlo largo, pese a que el toro no se arrancaba; y con el segundo, movió, ya en el primer puyazo, al tanque que salió con un peto de “kevler” que se casi al tendido 9. ¿Pero esto qué demonios es? Pérez y Melgar taparon la salida y dieron duro como si el lomo de los toros fuera de granito, como los otros cuatro jinetes. Con la muleta estuvo dubitativo y trapacero, siempre mal colocado y citando con el pico de la muleta.

 

Decepcionante corrida de Cuadri, y mucho me duele. Sobre todo me duele por haber sido la última de don Fernando en Madrid. Que Dios le acompañe en su nueva vida.

 

Por Francisco Díaz.