En la primera corrida de la feria de Valencia, de las figuras se entiende, justamente en una tarde desapacible por el frío, los toreros han estado a punto de cometer un desacato tremendo porque, durante media hora han estado dudando si celebran o suspendían el festejo cuando el ruedo estaba en perfectas condiciones. Quizás hubiera sido mejor porque nos hubiéramos ahorrado un bochorno sin límites.
Sin duda alguna el cartel más “redondo” que se pueda confeccionar y, ciertamente, no ha tenido calado en Valencia porque se ha cubierto poco menos de media plaza. O sea que, insistimos, el tiempo nos da la razón cuando decimos que las figuras no llenan nada y mucho menos los toros de Juan Pedro.
La tarde ha sido fría pero, para suspender el festejo tenía que estar el ruedo impracticable mientras que, en Valencia, su arena estaba en perfectas condiciones. Se han lidiado toros de Juan Pedro, los que piden las figuras y enfadan a los aficionados pero, tampoco a tantos porque como digo, menos de media plaza en esta primera gran feria del año y, como dije, con el “mejor” cartel del momento.
Al final, ha reinado la cordura, se ha celebrado el paseíllo y ha salido el primer burro de Juan Pedro que, de salida, atisbaba cierta casta la que, por lógica, Aurelio Cruz se la ha arrebatado por completo con la puya. El toro se ha quedado muertecito, sin ganas de nada y Morante lo ha trapaceado por la cara y se lo ha quitado de en medio. En su segundo, tan absurdo como el primero, sin el menor atisbo de casta y con muy poca fuerza, Morante ha estado voluntarioso, una virtud que antes no conocíamos de este diestro pero que, desde el año pasado la muestra sin recato. Pero, ¿para qué sirve dicha decisión si delante no tiene un toro? Atrás han quedado aquellos toros que, incluso a las figuras les pedían el carnet de torero. Ahora todo ha cambiado y, las figuras solo se les exigen ponerse bonitos. Con este tipo de toros Morante puede matar más de cien corridas de toros. Claro que, si enfrente tuviera toros con casta igual se cansaría antes. Palmitas de los pocos ignorantes que había en la plaza.
Juan Ortega que ha estado muy bien con el capote con varias verónicas bellísimas, frente a un enemigo tonto, sin casta, sin fuerzas y sin alma, ha sido capaz de molerlo a trapazos. Vaya espectáculo más desagradable cuando el torero no tiene un toro enfrente para poder jugarse la vida pero, ese tipo de animales son los que eligen las figuras para que se consume el fraude cada tarde. Ortega lo ha matado como ha podido mientras que la plaza se ha quedado muda. Un fracaso rotundo con este toro el de Juan Ortega pero, amigo, tiene el sello de figura y se le perdona todo pero, insisto, las figuras deberían de preocuparse mucho por el toro que lidian porque, como antes dije, menos de media plaza en el coso de la calle de Játiva es un fracaso sin paliativos. En su segundo, más de lo mismo, un toro para aburrir a cualquiera al que Ortega ha dado mantazos por doquier, desarmes y todo lo desagradable que podamos ver en una corrida de toros. Con una puñalada trapera ha terminado Ortega con la vida de este animalito desclasado y sin alma. Tras los visto, Juan Ortega se preguntará para sus adentros. ¿Cómo es posible que se me de tratamiento de figura frente a estos burros muertos cuando nadie repara mí en mis primeros tiempos en que pedía corridas de toros auténticas? Así es la vida, amigo, suerte que tengas que el saber poco te vale.
El tercer toro, otro burro muerto e infame sin fuerzas, sin alma, abanto y estúpido, Pablo Aguado ha estado de auténtica pena. Trapazos por doquier, posturas inadecuadas y toda la parafernalia que se quiera añadir ante unos toros moribundos que ellos han elegido. Especialmente Pablo Aguado se ha apuntado a las corriditas de Juan Pedro, sabedor de que con dichos animales no cabe riesgo alguno y, en el mejor de los casos puede salir la hermanita de la caridad correspondiente para disfrute de sus “héroes” lidiadores. Silencio para el diestro que, en realidad, debería de haber sido de bronca, sencillamente por venir a Valencia con semejante material. El último de la tarde ha sido el tontito de la corrida que le ha permitido a Aguado ponerse bonito en algunos pasajes, todo ello sin el menor atisbo de emoción porque, dichos burros de Juan Pedro, aunque sea el mejor como ha sucedido en el último, tras un bajonazo le han dado una triste oreja a Pablo Aguado que, por supuesto, mañana no recordará nadie. Todo un fiasco entre toros y toreros. Lo peor es que, el noventa por cierto de las corridas de Juan Pedro, todas saldrán como la de hoy. Que no nos pase nada.