Hacía tiempo que nos disfrutaba tanto con la lectura de un libro como lo he hecho con ‘La otra vida de Joselito’, de Domingo Delgado de la Cámara. Una obra que, en formato de ficción, encierra el aroma de la buena literatura, letras que desprenden torería y que encierran tantos hechos históricos que transformaron la Tauromaquia en el siglo XX a través de un Joselito, al que reinventa Domingo desde 1920 y lleva hasta la hipotética muerte ya entrada la gloriosa década de los 60., donde disfruta plenamente con la naciente Santísima Trinidad formada por Puerta, Camino y El Viti.

Empecé a tratar a Domingo hace ya muchos años, aunque antes lo conocía porque es un personaje que a nadie deja indiferente con esa personalidad tan castiza, con el habitual rictus tan serio y que ha hecho del toreo y su historia todos los cruces de su vida. Sin duda, Domingo, ha sido el mejor aficionado que conocí y quien mejor conoce la riquísima historia del toreo, algo que debe ser fundamental en cualquier aficionado. Por eso es tan penosa cuando la mayoría de la crítica actual ignora la historia -y mejor que lo hagan antes de muchas barbaridades que se leen- dedicándose a loar a quien se visten de luces. Creo que la primera vez que hablé con Domingo fue una vez que coincidimos en Santander viendo una corrida en la ‘semanuca’ ferial en honor a Santiago. Desde entonces han sido habituales los encuentros en el Campo Charro y también en numerosas plazas, de toda la geografía nacional a las que siempre llega en solitario, con su inconfundible estampa, y antes suele darse una vuelta por la ciudad para disfrutar de la historia y monumentalidad, otra de sus pasiones.

Se pierde uno entre recuerdos, pero sin dejar el hilo de ‘La otra cara de Joselito’. Porque después de leerlo me descubro ante Domingo y con mi admiración arrojo a sus pies mi gorrilla charra como gratitud por este maravilloso libro que tanto he disfrutado. Del libro y los personajes que pasan por sus páginas, desde Gregorio Corrochano (con un recuerdo al histórico diario que fundó y dirigió ‘El España de Tánger’ – del que hace muchos años hice un trabajo-), toda la torería de la época, ganaderos, militares, políticos…

Y lo recomiendo. A nadie dejará indiferente un magnífico libro que además -estoy seguro- es el nacimiento de Domingo Delgado de la Cámara como novelista, por la maravilla prosa que encierra, además del interés que despierta desde la primera línea hasta el punto final.

Y es que este Domingo, esencia del más castizo madrileñismo y con alma charra, porque a esta Salamanca a la que lo ha traído el amor, es una delicia leer y cautivarse de su pasión por la Tauromaquia, ese arte del que es el mejor aficionado que conocí.

Paco Cañamero