Querido Juanjo: Ha pasado un año y aún no damos crédito a tu adiós a la vida. Se te siente cercano y en cualquier momento tenemos la sensación que vas a llegar para departir un rato con nosotros y seguir bebiendo del cristalino manantial de tu torería. Y de esa humanidad de la que siempre hiciste gala. La verdad que muchas veces las preguntas no tienen respuesta y los interrogantes se adueñan al ver cómo una persona a la que tanto le quedaba por dar se fue tan pronto.

Aún recuerdo, fresca en la memoria, la última vez que nos vimos. Fue en plena plena pandemia cuando coincidimos y nada hacía presagiar que te quedaban tan pocas semanas de vida, porque como siempre estabas haciendo planes, trazando viajes y todo bajo el paraguas de la Tauromaquia que fue el eje sobre el que giró toda tu vida.

Te imagino en la eternidad, porque para ti no hay otro lugar que el cielo, rodeado de tus amigos los toreros, de  tantos como te precedieron en el camino. Porque allí arriba seguro que no dejas de hablar de toros con tu querido Palomo Linares; con Julio Robles habrás recordado infinidad de momentos de la niñez; con Miguel Márquez la terrible cornada que sufrió en Zaragoza y ante la gravedad de la situación te ofreciste para donar sangre; con Manolo Cortés y Paquirri aquel invierno que pasasteis juntos en Lima; con Manolo Martínez las tardes que compartiste cartel y quedaste admirado de su porte; con Carnicerito de Úbeda cuando saliste en hombros de Madrid y toreabas con él; con Curro Rivera la semana que pasaste en su casa de México junto a su familia; con, Antonio José Galán sus ocurrencias que tanto te hacían reír; con Antonio Ordóñez la emoción torear a su lado por primera vez; con Luis Miguel aquel tentadero en Campo Cerrado donde te impresionó su dominio con una vaca a la que todo el mundo era incapaz de darle un pase; con Antoñete tantas jornadas de campo en casa de Atanasio cuando de niño hacías novillos con Julio Robles: con Miguelín su raza y amor propio: con Diego Puerta la vez que ambos triunfasteis en Barcelona y al día siguiente repetisteis éxito en Palma; con Dámaso González múltiples faenas camperas juntos; con José Falcón la infinidad de vivencias que os unían, al igual que con tu casi paisano Chanito; también con César y Curro Girón la amistad que mantuviste. O te habrás encontrado con Domingo Ortega para decirle que lo tenías en un pedestal, porque cuando eras un chaval y acudías a tentar a su finca de Navalcaide no te atrevías por el inmenso respeto que guardabas a aquel coloso.

Y con tantos banderilleros y picadores, muchos de ellos que fueron en tu cuadrilla. O ganaderos amigos que siempre te apoyaron para tratar de que ocuparas el sitio que te merecías cuando las empresas tacharon tu nombre de las agendas en una de las páginas más injustas vividas en el toreo de la pasada décadas de los 70.

En fin, querido Juanjo, siempre te tenemos presente. Fuiste un torero grandioso y un hombre generoso.  Además hasta te imagino en tu palco celestial la noche del viernes dando olés cuando Alejandro Marcos cuajó un toro –que brindó a tu memoria- de la forma que siempre decías que iba a ser capaz.

Ahora, un año después de ti adiós a la vida, tu legado sigue vivo y tu nombre está escrito en el pedestal de los grandes, porque no es más que la cosecha que supiste sembrar.  Y hoy, con los empañados de lágrimas por la emoción vuelvo a escribir por la amistad que nos unió reflejada en infinidad de viajes, vivencias y momentos compartidos.

Paco Cañamero

En la imagen un cartel muy popular de la época, Gabriel de la Casa, Juan José y Andrés Hernando.