Se ha ganado un sitio de honor en la Fiesta gracias a su enorme capacidad de trabajo, su constancia, de dar vida a plazas donde únicamente había silencio y también de volver a recuperar cosos que habían destrozado empresas de prestigio. Por esa razón, a Alberto García, alma y cabeza visible de Tauroemoción, las empresas de siempre, aquellas que piensan que el toreo es propiedad suya lo han zancadilleado y tratado de derribar, con las políticas casposas de preferir no comer antes que coman otros.

Pero Alberto se ha hecho un nombre, cada día suma más plazas a su gestión, se gana la confianza de quien lo conoce y se ha convertido en un excelente taurino, más importante aún al saber que él llega del recorte y del espectáculo popular del toro en la calle. Pero ha trabajado sin parar hasta tener un importante nicho de mercado que aumenta al paso del tiempo.

Una de las últimas aventuras empresariales de Alberto García fue recuperar taurinamente Cali y que el gigantesco coso de Cañaveralejo volviera a ser aquel en el que quería estar acarteladas todas las figuras. El que celebraba en dos años –últimos días de uno y principios del nuevo-, con la Nochevieja en medio, de la que siempre llegaban fotos de las taurinos españoles brindando por la nueva vuelta al sol en la grandes fiestas que acogían los hoteles Damn e Intercontinental. Era tan importante aquel ciclo de Cali y tenía tal demanda de abonos que hasta se tuvo que improvisar otra feria, la llamada de Las Luces, que se celebraba por las noches para acoger aquel gentío que no quería perderse sus corridas de toros.

Después, fruto de malas gestiones por la organización y de dormirse en los laureles, Cali entró en barrera, algo en lo que tampoco ayudaron las nuevas políticas del odio a España y comenzaron a perderse festejos, a la par que la afición desertaba de Cañaveralejo, con lo que pronto se abrazó a la ruina. Y ya ningún empresario quería gestionar esa feria, que daban por pérdida. Pero de nuevo ahí surge un valiente Alberto García con su empresa Tauroemoción, con ideas firmes, además de un gran proyecto para relanzar Cali y como el trabajo suele tener sus resultados, bajo su gestión, la feria se ha ido recuperando, han vuelto las grandes figuras y el interés mediático. De nuevo este taurino ha demostrado que el mejor premio llega por el trabajo, ideas, constancia y precios equilibrados en taquilla.

Ahora, cuando ya se disponía a recoger el fruto de su cosecha y Cali volvía al calendario de las ferias imprescindibles, a Alberto García, le ha tocado bregar contra la mafia política bolivariana que se ha instalado en ese país con Gustavo Petro, un antiguo terrorista de FARC que carga sobre sus espaldas con decenas de asesinatos y, su gestión, se basa en el odio a España y eliminar cualquier rastro. Por eso va contra la Fiesta, como ya hizo en su día contra otro templo sagrado del toreo, la Santamaría de Bogotá, que permanece cerrada tras haberse remodelado la plaza siendo el alcalde de la capital. Ahora su objetivo es erradicar Cali y Manizales, ejemplos de la resistencia colombiana contra este feroz y sanguinario político. Y ahí fue especialmente con la disculpa de Marco Pérez, el joven becerrista salmantino, cuya presencia en los carteles tenía revolucionado a todo el país, a quien prohibió torear o ¡suspendía la feria!

Y aquí de nuevo hay que aplaudir a Alberto García por su buen hacer, defendiendo a la afición de tantos ataques, tratando de salir adelante cuando cualquiera, después de tantos azotes, desertaría. Por eso merece todo el apoyo, aunque tristemente lo han dejado solo en esta pelea. Ni los principales colectivos profesionales –tan reivindicativos cuando les parece-, ni otros gremios se han unido a él en este momento tan difícil. Y es que aquí no es tratar de defender individualmente a un empresario, no; lo que se trata es de defender la Fiesta, que vive un estado crítico. Porque como se pierda la histórica feria de Cali ya no se vuelve a recuperar; como no se han recuperado otras grandes plazas de América, ejemplo de Quito, el Nuevo Circo de Caracas…; u otras de gran sabor como el triste caso de Cartagena de Indias, la paradisiaca ciudad bañaba por el mar Caribe que tiene su plaza cerrada por la dictadura de su alcalde.

Todo el apoyo a Alberto García en esos días tan difíciles y de tantas presiones. Se ha ganado el respeto de todos, aunque siga siendo el taurino más zancadilleado de los últimos años por quienes son sus propios compañeros, quien en la mayoría de los casos, en esta situación, han demostrado una inmensa falta de solidaridad.

La Fiesta necesita gente como él. ¡Adelante!

Paco Cañamero