El pasado año, tan cruel y maldito por los recuerdos que nos dejó, para José Luis Cantos Torres, autor del libro LAS ÚLTIMAS 24 HORAS DE JOSELITO, pese a lo dicho, para nuestro autor y contertulio de este día tendrá un recuerdo imborrable puesto que, el narrador catalán acertó por completo al escribir dicha obra que, en los momentos actuales sigue disfrutando del éxito, no en vano se está vendiendo de forma admirable; no es para menos puesto que el libro tiene un calado fantástico, tan emotivo que, como escribí en su día, cualquiera, tras leer esta narración se identifica con los personajes y, en calidad de aficionado, hasta tiene uno la sensación de haber vivido aquellas horas irrepetibles.

-Su último libro, las 24 horas de vida de Joselito es algo apasionante que, como he podido saber, ha sido todo un éxito, algo que yo le refrendo tras haber leído algo tan hermoso. Tras tanta literatura como ha corrido al respecto del diestro de Gelves, ¿cómo se le ocurrió a usted dicha genialidad?

-Mi idea era rememorar aquel trágico centenario de alguna manera, ya que Joselito El Gallo es para mí, una de esas personas que nace para ser inmortal. Para los primeros bocetos pensé en una conferencia, pero tras valorar todas las horas que necesitaba para recabar la  documentación, decidí que lo mejor sería hacer un libro. De  lo que no había duda, era que tenía que estar basado en el aciago aniversario de su muerte, ya que toda la literatura escrita al respecto, quedaba difusa y llena de contradicciones o simplemente eludían lo sucedido. Mientras ataba cabos, recordé de mi videoteca musical un excelente reportaje llamado “Jimi Hendrix The Last 24 Hours”, donde se analiza a conciencia los últimos momentos de la vida del grandioso guitarrista y sin más divagaciones, supe que con aquel guion horario, podría reconstruir mi particular viaje al mayo de 1920.

-Por cierto, ¿cómo cree usted que habrán interpretado desde Sevilla que un catalán haya escrito la obra más emotiva de su hijo tan ilustre, caso de José Gómez Ortega?

-Pues como en botica habrá de todo, pero por encima de apreciaciones particulares, estaba reconstruir una insospechada desdicha, que la misma ciudad Hispalense lloró con desconsolada resignación.

-No sé si usted es consciente de que, con su relato, ha sido capaz de pasearnos por aquel Madrid de 1920 y, para colmo, tras la lectura del libro, todos lloramos la pena de la pérdida de Joselito, pero todo ello cien años después de que ocurriera.  ¿Qué pócima hermosa le puso usted a su obra para que todos nos sintiéramos subyugados por la misma?

-Creo que el secreto está en una investigación meticulosa y en una reconstrucción cronológica muy laboriosa, prestando mucha atención a detalles que a veces parecen simples, pero que tienen una carga descriptiva fundamental para que el lector tenga la sensación de estar oyendo, viendo o sintiendo lo que pasó.

-Decían,  por ejemplo, que si Manzanares llega a nacer en Sevilla hubiera sido el Dios del toreo. ¿Podemos decir de usted lo mismo si de literatura hablamos?

-No creo que Manzanares hubiese sido el Dios del Toreo, ni yo el de la literatura, pero sin lugar a dudas, la cercanía de un paisano siempre tiene una carga de empatía a favor.

-Dígame una cosa, tras la narración de esas 24 horas de Joselito, si tuviera que quedarse con una instantánea, con un momento de ese breve tiempo transcurrido ¿qué destacaría usted por encima de todo?

-Yo creo que el instante más sentido, donde la pena invadió por completo el alma de aquellos hombres que rodeaban a Joselito, fue el momento de sellar en féretro con la tapa de cristal, ahí el dolor humano no tuvo consuelo posible. 

-¿Le ha ayudado algo o alguien, por ejemplo, el ministerio de Cultura de la Generalitat para la edición de ese libro que pasará a los anales de la literatura taurina?

-Este es el quinto libro que auto-publico con la Editorial Círculo Rojo, en ninguno de ellos he tenido ayuda o subvención de nadie, mi único apoyo, lo recibo de los numerosos lectores que compran mis obras.

-Según me han contado, ha estado usted un año y medio para recopilar todos los datos que nos muestra en el libro. ¿Cree usted que ha merecido la pena ese esfuerzo titánico? Dicho en otras palabras, ¿le han valorado como se merece la edición de un libro tan singular?

-Cuando uno cree que hace justicia y memoria con una persona que fue Grande de España, vale la pena dedicar tantísimas horas de investigación. Sobre la segunda pregunta, yo creo que el público taurino como buen lector que es, ha sabido darle una relevante importancia a la obra, ya que las ventas han sido numerosas, otra cosa muy distinta, es la nula difusión que los informativos taurinos de élite le han dado a la obra. Yo me quedo con los primeros. 

-La Iglesia, señor Cantos Torres, ese Ente tan menospreciado en la sociedad actual, según tengo entendido, todas las puertas que ha tocado usted al respecto, todas se le abrieron de par en par. Imagino su satisfacción por lograr lo que usted anhelaba y que tanta falta hacía para documentar su obra como lo ha hecho ¿verdad?

-Así fue, y estoy muy agradecido con las entidades eclesiásticas por dos razones principalmente: Una, por el trato accesible, cordial y diligente que me han dado y dos; porque sus archivos son un tesoro histórico de una valía gráfica y documental, extraordinaria para cualquier libro que se adentre en el pasado.  

-¿Cree usted que generaciones venideras valorarán mucho más su libro que en los momentos actuales? Se lo digo porque ha narrado usted un libro de culto.

-Pues es muy posible, porque si algún día llegan a prohibir la tauromaquia, con el paso de los siglos, el torero será visto como un ser de rasgos épicos, que vivió, obró y murió, defendiendo unos valores personales oníricos.  

-Uno de los datos que usted necesitaba, es decir, la carroza mortuoria en la que se trasladó el cuerpo de Joselito, al parecer, le costó a usted muchísimo hallar ese dato, digamos que lograr la foto que encontró que, buscándola usted por toda España, incluso en algunos lugares de Europa, al final, esa carroza está en un museo de Barcelona, es decir, junto a su “casa”. ¿Qué sintió cuando encontró el tesoro que buscaba?

-Menuda sorpresa me llevé… Donde ni siquiera me planteé buscar, estaba la carroza fúnebre que llevó los restos de Joselito, Mariano de Cavia y Manuel Granero, imagínese con ese pasado, todos los esfuerzos que empleé en encontrar La Grand Doumont, como así la llaman. Tenía tantos frentes abiertos por España y Europa, que estuve cerca de tres meses buscando. El entierro del alcalde Enrique Tierno Galván me puso en la pista de rastrear Barcelona. Cuando visité el museo donde actualmente está expuesta, junto a mi mujer y al polifacético aficionado Fernando del Arco. Cuando se abrieron las puertas del museo y apareció la carroza, en ese momento sobraron todas las palabras y faltó visión para observar todo el pasado en blanco y negro, que tenía aquella imponente reliquia fúnebre.

-Si de datos hablamos, lo que usted ha logrado ha sido memorable, porque, gracias a sus investigaciones pudimos saber que, aquel 15 de mayo las tahonas de Madrid estaban en huelga y, por ello, los hombres de Joselito tuvieron que “acercarse” a Torrijos para comprar el pan. ¿Qué pasó con aquella barra de pan que quería comprar Fernando, el hermano de Joselito?

-Efectivamente, una huelga en el sector del pan, originó esa disputa en Torrijos. Al llegar el tren a la estación, bajó Fernando para aprovisionarse de víveres ya que el convoy llevaba retraso. Sobre un mostrador de la cantina había un pan y Fernando lo añadió a la compra, en ese momento un hombre que había en el lugar, le recriminó que el pan era suyo y se puso agresivo con Fernando, cosa que vio Joselito y tuvo que intervenir con contundencia para zanjar la disputa.

-Una duda que me quedó tras leer el libro es que, no llego a entender cómo aquellos diestros que formaban parte del cartel de San Isidro aquel día en Madrid, Joselito, Belmonte e Ignacio Sánchez Mejías, los que tenían una corrida Albaserrada en los corrales y al final los veterinarios la rechazaron. ¿Cuáles fueron los motivos?

-El aviso que la empresa colgó para justificar el cambio de ganadería decía: “Los toros de Albaserrada están cansados del viaje, y en su lugar se lidiaran reses de doña Carmen de Federico (antes Murube)”.

-Tengo una curiosidad, José Luis, ¿qué le han dicho los familiares de Joselito tras la lectura del libro?

-Pues Paloma Recasens sobrina-nieta de Gallito y Rocío Pérez de Ayala sobrina-biznieta, me han mostrado su agradecimiento por el trabajo, además de haberme ayudado con valiosísima información y documentación para el libro.  

-Una pena, amigo, que la pandemia nos azotara de esta manera tan brutal porque, como he podido saber, en Gelves se le esperaba a usted como una especie de mesías en que les hablaría a dicho pueblo de su hijo más ilustre, lo que en realidad ha plasmado en el libro. ¿Qué sintió cuando comprobó que por una desdicha como la mencionada se morían todas las ilusiones de la presentación del libro?

-Mucha tristeza, ya que presentar mi libro en la ciudad donde nació mi protagonista, el mismo día que comienza el relato y al mismo tiempo que se cumplía el centenario de los hechos, era una dicha muy gratificante para mí. El consistorio de Gelves no pudo estar más implicado, hasta el último momento estuvieron expectantes, pero no fue posible y aun así todo lo que se pudo realizar de forma virtual, como mi presentación (en formato reducido), se llevó a cabo.

-Y menos mal que, toda la acción iba a desarrollarse en Gelves, si Joselito llega a nacer en Espartinas, los políticos de dicho pueblo, en vez de arroparle le hubieran apedreado.  ¿Cómo interpreta usted que, en caso como el citado, la política no es capaz de respetar ni a la propia cultura?

-En este país hay cosas y casos que parece que se repiten constantemente. Recientemente se ha resucitado un escrito de Machado que dice: “De diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.

-La foto más emotiva del libro –y hay muchísimas- para mí no es otra que cuando Ignacio Sánchez Mejías reza sobre el cuerpo sin vida de Joselito. ¿Cómo consiguió ese original?

-Del archivo de don Antonio Santainés Cirés, al que siempre le estaré muy agradecido por haberme dejado su legado fotográfico.

-Fíjese si el toreo aporta grandeza al mundo que, por ejemplo, Talavera de la Reina que debería de conocerse por sus cerámicas bellísimas, alcanzó notoriedad por la muerte de Joselito. Qué cosas tiene el destino, ¿verdad, señor Cantos?

-Es que Joselito, don Luis, fue una cerámica humana de policromía irrepetible.

-¿Está usted preparando alguna obra nueva porque, tras lo leído, sospecho que algo está tramando usted y no será baladí?

-Pues tiene usted buena información, así es, ya está avanzado mi nuevo libro, pero como todavía sigue despertando mucho interés el del Coloso de Gelves, es mejor no desvelar nada y respetar las pautas promocionales. Pero descuide que será de los primeros en saberlo.

-No quiero cansarle más, solamente felicitarle por su obra y desearle muchos éxitos.

-Muchas gracias, le agradezco su interés por mi obra y valoro mucho que le haya gustado mi trabajo.

Un fuerte abrazo