No salió la corrida esperada para José Miguel Arroyo Joselito que, para su fortuna, menos mal que salió el último de la tarde que le curó de todo sus males. Si ser torero es difícil es difícil, ser ganadero es lo más complicado del mundo, que se lo pregunten a Joselito y él responderá, con mucho dolor. Estar cuatro años criando un toro con todo el esmero del mundo y, llegado el momento, que los toros sean pura basura, no cabe desdicha más grande.

Pero para suerte de Joselito, el último de la tarde le quiso dejar en buen lugar y embistió con fijeza, con ritmo, con dulzura si se me apura, para caer en las manos de Álvaro Lorenzo que, en honor a la verdad, le endilgó pases muy bellos pero nada que ver con la realidad del toro que, en sus pitones llevaba colgando un cortijo de los caros. No pudo ser porque las veinte arrancadas de lujo del animal no tuvieron el refrendo que debían por parte del artista que, tras un pinchazo previo le recetó una estocada de libro, maravillosa. El chico pensaba que le iban a pedir la oreja lo que justificó aludiendo lo del pinchazo previo; pero no, no era esa la cuestión. He visto conceder orejas en Madrid tras un pinchado y estocada de libro. El problema del chico le vino por los enganchones que tuvo en la faena que, como digo, nada concretó. Se silenció su labor en su primero que era otro sobrero y ahí quedó todo.

El valor de Román es algo incuestionable que dejó ver en su primero que era otro sobrero. El valenciano es torero de riesgo y hace muy bien porque el día que le salga un toro para torear de verdad puede tener un serio problema. De este modo, con animales bruscos y violentos, con su valor, su arma más preciada, sigue emocionando a los aficionados menos exigentes, claro está. Tras matar al sobrero algunos despistados le pidieron la oreja que, de haberla concedido la presidencia le hubiera hecho un flaco favor; una cosa es el valor, la disposición del muchacho y otra muy distinta los méritos lógicos para la concesión del trofeo que, sin duda, deben de llegar por otros derroteros. El de Valencia dio la vuelta al ruedo y me parece un premio legítimo. En su segundo, más parado y sin alma, el toro dijo poco y Román mucho menos puesto que, le arrancó pases uno en uno pero aquello no trascendió en los tendidos.

La tristeza que Joselito Adame llevaba escrita en su cara fueron el detonante de lo que fue su tarde la que nadie recordará jamás. Una pena porque el hidrocálido ha tenido triunfos legítimos en Madrid en otras ocasiones pero, en el día de ayer todo parecía como estaba, nublado. No tuvo los mejores toros pero, su actitud tampoco dijo nada. Allí estaba junto a él Eulalio López, El Zotoluco que, cuando vino a España como matador de toros dio una lección de pundonor, valor y vergüenza torera con la que asustó a todo el mundo; Adame no  asustó a nadie, de ahí el fracaso que consiguió. Adame, el mayor de la saga, sigue siendo el número uno en México puesto que, es consentido en La México y, sin duda, en gran parte de las plazas de todos los estados, por ello nadie entiende cómo viene a Madrid para llevarse el vacío de la nada.

Pla Ventura