Entramos en el parque nacional de la Carmargue francesa, para contemplar la riqueza de un ecosistema que mantiene una grandísima biodiversidad, y que actualmente es el paraíso del toro y el caballo. Recorremos los cercados de “La Belugue” para descubrir a los imponentes toros que Hubert Yonnet creó con tanto esmero, y que ahora su nieta Charlotte intenta volver a poner en lo más alto.

Diversidad de capas y de tipos, los que podemos contemplar en la finca de la familia de los Yonnet. La originalidad, y la intuición siempre acompañaron tanto al creador de la ganadería más antigua de Francia, Joseph Yonnet, -que por el año 1850 cruzó reses camarguesas con Miura, Veragua, Ripamilán- como a Hubert Yonnet que cambió radicalmente el encaste dando forma a partir de reses de Pinto Barreiros y Atanasio Fernández.

Hoy en día, la personalidad de los toros es palpable, se nota fácilmente en su expresión, en el tipo, y en sus ofensivas defensas. Un paraíso  para los aficionados de los único y diferente. Cerca de 110 vacas de vientre, defienden el sello único de Yonnet, y son guardianas de su secreto. Una joya genética en toda regla, donde por sus venas corra sangre exclusiva de diferentes castas. No en vano, les llaman los Miuras Franceses.

Una temporada incierta, atacada por el Covid 19, hace pensar que tal vez, no haya toros en el curso del año, ¿Quién sabe?, la incertidumbre es dolorosa. Mientras el tiempo pasa, 30 toros entre cinqueños y cuatreños, guardan el secreto de la bravura francesa, tranquilamente. Una camada prácticamente idéntica espera en los prados camargueses, son 28 novillos, que no saben a ciencia cierta, si podrán cumplir con su futuro.

Por Juanje Herrero

Fotografía Julie Berard