Por Joan Colomer

Que desde algunos portales taurinos se jalee acaloradamente una feria como la de Olivenza, Castellón o Fallas, es un claro indicador de que la Fiesta sigue enquistada y secuestrada por un sistema que no cesa en su empeño de desvirtuar la esencia del espectáculo.

Las primeras ferias de la temporada tienen todos los ingredientes necesarios para satisfacer las apetencias del público palmeril, desconocedor de la técnica del toreo y ávido de indultos, vueltas al ruedo y orejófilos trofeos. El serial de Olivenza es, un año más, el paradigma o patrón de lo que “se lleva”. Corridas de hierros comerciales y normalmente bajas de trapío, figuras populistas y poca originalidad a la hora de cerrar los carteles. Se sabe ya, de antemano, que va a ser un éxito y que registrará un impresionante lleno en el callejón de toda esta” beatiful people” del clavel y la gomina que quiere dejarse ver y salir en las fotos.

Son el nuevo público que sustituye y arrincona al aficionado. Ese aficionado que prefiere ver una novillada a una de esas corridas predecibles y sobadas. Ese aficionado que languidece y añora otros tiempos en los que las figuras se enfrentaban a todos los encastes y rivalizaban en el ruedo. Ese aficionado que es vilipendiado por este público festivo y por los “críticos del sobre” que le hacen el juego al sistema y blanquean el fraude o destoreo según convenga. Ese aficionado al que reclaman, eso sí, que defienda a la Fiesta de los ataques externos y al que se le pide el compromiso de dar la cara para salvaguardar el negocio y la superchería de todos los que mueven los hilos de la tauromaquia.

Y así, de esta guisa, empieza la nueva temporada, con este insoportable “más de lo mismo” y con el culebrón del cartel de Resurrección de Sevilla en el que entran en juego, precisamente, los caprichitos y vetos de las figuras. Un cartel en el que no hay sitio para todos y en el que todos quieren estar. Morante, El Juli, Aguado, Roca Rey y Talavante son los nombres que entran en pugna y negociaciones para poder estar presentes en una de las corridas más tradicionales del calendario taurino.Si se tratara de una rivalidad sana, se soluciona poniendo ocho toros. Sin embargo, parece ser que Roca no quiere acacartelarse con Aguado y éste último no quiere la corrida de Garcigrande que El Juli acostumbra a llevar bajo el brazo.

Mala pieza en el telar para Ramón Valencia y un despropósito más de las acomodadas figuras y su poco compromiso con la Fiesta y el aficionado.

Fotografía Jose Joaquín Diago