Veo las lisonjas que muestran los toreros que actúan en Valdemorillo hacia la empresa que les ha contratado y me entra un rubor desmesurado. Sin lugar a dudas, la felicidad de los empresarios les embargará hasta la emoción de saberse regidores de los destinos de la plaza de toros de Valdemorillo puesto que, además de tener una subvención astronómica, la que, como dije, se podría montar la feria de Castellón y sobraría dinero, para colmo, hasta reciben plácemes de su servidumbre que no son otros que los toreros que actúan en dicha feria.
Como dice el refrán es de bien nacidos ser agradecidos pero, en esta ocasión se les ha ido la mano si de alabanzas hablamos. Vamos que, lee el primero que pase las declaraciones de los toreros al respecto de sus contrataciones y, si no supiéramos que es la plaza de Valdemorillo, cualquiera podría pensar que los actuantes estaban reinaugurando el Embudo de Insurgentes.
Es cierto que, como puesta a punto, todos los diestros matarán dos toros –algunos hasta tres por aquello del mano a mano que no ha pedido nadie- que les vendrán como mano de santo de cara al entrenamiento de lo que pueda ser sus temporadas respectivas. Pero, dichos espadas –que no tienen culpa alguna por haber sido contratados- en vez de tanta parafernalia hacia la empresa podían haber reflexionado y pensar que, con sus actuaciones han coartado lo que siempre había sido una feria de oportunidades para chavales que están empezando.
No sé el caché de cada diestro en dicha feria pero, barrunto, por lo que hemos podido saber respecto a la subvención municipal para dicha feria, cada torero cobrará, con toda seguridad, cincuenta mil euros por tarde, -el jornal de un obrero no cualificado por cuatro años de trabajo- más o menos ¿cierto? Siendo así, claro, ahora lo entiendo todo. Cualquiera que tenga un amo tan generoso como la empresa de Valdemorillo, sus siervos tienen que deshacerse en elogios hacia aquellos que les pagan de forma tan espléndida. Agradecidos, bien nacidos.
Lo dicho, se queda uno de piedra al leer esas declaraciones de los espadas hacia su amo que, realidad, lo que todos sentimos es envidia de no poder ser arte y parte de dicho festín ¿verdad? En honor a la verdad, si hubiera muchas plazas municipales que subvencionaran a los empresarios como sucede con Valdemorillo, otro gallo nos cantaría, de forma muy concreta a los toreros porque, todo serían ricos en una sola actuación, caso de lo que sucederá en la feria reseñada.
Eso de montar ferias para que toreen los pobres ha pasado a mejor vida; es más, ni es rentable ni hace la puñetera falta porque el toreo es grandeza y, la mejor manera de demostrarla es lo que sucede en Valdemorillo en que todo se hace a lo grande. Si el pasado año ya dejó su sello Morante en dicha feria, ahora no podemos retroceder puesto que, como dice el alcalde de la localidad, dicho ciclo está montado pensando en los aficionados de la capital de España que, con toda seguridad se pegarán bofetadas para comprar la entrada para ver matar a cuatro burros inválidos. Bueno, no exageremos, cuando el señor alcalde se refiere a los aficionados de Madrid, está pensando en los personajes de la farándula y el clavel en la solapa porque dudo que un solo aficionado del tendido siete ocupa un asiento en Valdemorillo. Ellos se lo perderán, no me cabe la menor duda.
Reconozcamos que, glamur lo tiene toda dicha feria. Y los empresarios que son más listos que el hambre sabían a qué plaza licitaban, precisamente la que reparte dinero por doquier por aquello de hacer felices a los aficionados capitalinos. Ahora comprendemos, -tras saber la subvención astronómica que ha recibido dicha empresa- los motivos por los cuales licitaron por dicha plaza los más importantes empresarios de España, cosa lógica por completo. Fortuna para Zabala de la Serna y Carlos Zúñiga que, con un pliego revolucionario consiguieron que el consistorio confiara en ellos para organizar la primera gran feria de la temporada. Enhorabuena para la empresa, un tirón de orejas para los toreros por aquello del peloteo que ha supuesto las declaraciones de cada cual y, mucha vida política a los ediles del municipio que, ante todo demuestran que son grandes aficionados, admiradores de los toreros glamurosos y, en segundo lugar, que lo único que sobra en Valdemorillo es dinero, a las pruebas me remito.
En la imagen vemos a Ginés Marín que ha quedado fuera de su feria de Olivenza, razón por la que se ha refugiado en Valdemorillo.