Cada vez que uno se acuerda de Alberto Lamelas y, ante todo, de su capacidad como torero y, a diario, verle ganándose la vida con un taxi en Madrid, cualquiera se echa a temblar. Es el caso más inaudito que hemos conocido en el toreo que, sin duda, pasa a ser el único en el mundo por las connotaciones antes descritas.
Hablamos de un héroe en la más grande extensión de la palabra que, en contadas ocasiones tiene el refrendo de lo que en verdad es merecedor. ¿Acaso eso de jugarse la vida con esa pasiòn con la que pone Lamelas no es digna de toda alabanza? Los aficionados así lo entendemos pero, la gran mayoría de los empresarios siguen creyendo que esto es una broma. Menos mal que, dentro de todos los males siguen quedando empresas, aunque sean las menos, que saben que deben de premiar a este hombre que, como sabemos es capaz de asustar al miedo.
Lamelas no ess Morante, ni maldita falta que nos hace, pero sí es un torero sinónimo de grandeza y de que cuando él se enfunda el traje de luces todo el mundo sabe que, en esos momentos, un hombre se está jugando la vida de verdad, nada de sucedáneos porque la grandeza de la fiesta pasa siempre por el toro y, cuando este no aparece todo queda caricaturizado que, como explico, no es el caso de este héroe casi anónimo que, tarde a tarde, parte los corazones de los aficionados.
Sus triunfos tienen el tinte3 de la épica, ese valor tan dificil de encontrar entre los toreros actuales arriba en el escalafón. Los últimos triunfos de Alberto Lamelas nos ocngratulan a todos y, como le sucediera en Teruel, plaza que ha conquistado por segundo año consecutivo, allí estaba el toro esperándole para que, gracias a su valor, destreza, torerìa y técnica depurada para lididar al toro casi imposible, allí está él para que el milagro tenga lugar.
Los reportajes que hemos visto nos han dado la medida para poder escribrir estas letras que, sin duda alguna, se las ha ganado ese hombre que, insisto, a dirio maneja un taxi en Madrid. Verle siempre con el toro eso produce una emoción indescifrable y, como nos contara nnuestro compañero André Viard, testigo presencial ayer en Céret, lo de ALberto Lamelas alcanza proporciones de un rango incalificable porque, como sabemos, en dicha palza se lidiaron los toros de Dolores Aguirre, la ganadería más temida por los toreros en los últimos cincuenta años pero, como explico, y esto hay que darle valor, todavía quedan toreros de una pieza capaces de enfrentarse a ese riesgo tremendo en que, con este tipo de toros nadie sabe lo que puede pasar; al igual que con los toros de las figuras hay escrito un guión que no falla ni en una sola coma, con los de Aguirre, todo pornóstico es un error; cuando aparecen por toriles, ese primer bufido ya asusta, imagenmmos pues cuando el torero lo tiene enfrente.
Por cierto, al hilo de lo que nos ha contado nuesro compañero, para colmo, los toros de Dolores Aguirre dieron un espectáculo en varas, algo que en lass corridas normales no podemos ver porque, claro, no se pican los toros, apenas siempre ese puyacito de gigor y, vámonos a cortarles las orejas, algo que logran casi siempre lo toreros porque, como digo, hay un guión estableciod y ese no falla.
Alberto Lamelas cortó una oreja de mucho peso y, de no pinchar, su triunfo hubiera sido de época. Céret se rindió ante dicho diestro puesto que en dicha plaza se reunió el binomio perfecto para el disfrute de aquellos aficionados, es decir, el toro y el torero, algo que afirmo porque he sido testigo en varias ocasiones en dicha feria y puedo hablar con autoridad porque conozco la idiosincracia de aquella aficiòn que, cuando premia, lo hace de verdad.
Con estas letras no conseguiremos ningún contrtato más para el admirado ALberto Lamelas, pero si conseguirmos que «tres docenas» de aficionados sepan de la grandeza de este hombre que, a diario sale a la plaza para jugarse la vida, nunca para hacer la parodia que a diario vemos por las plazas de España, siempre, claro está, cuando de figuras hablamos. Por cierto, ¿cuántos toreros figuras llevamos heridos en la temporada actual? Con ese dato está todo dicho mientras que, Lamelas, por las connotaciones que tiene el toro que lidia está cosido a cornadas y, lo que es mejor, gracias a la Providencia sigue vivio porque las ha sufrido de auténtico escalofrío. Una fuerte ova ción para este diestro singular que, ni tiene recato en aparcar el taxi, marcharse para torear a una plaza de toros sin la garantía de que volverá con vida para seguir empuñando el volante.