Ayer comenzó el ciclo de novilladas de Villaseca de la Sagra, el evento que parió Jesús Hijosa como alcalde de la localidad y han pasado ya más de cinco lustros con el dulce sabor del éxito, tanto en el Alfarero de Oro como en el de Plata. Si se trata de afición y promoción de los toreros, nadie como el señor Hijosa en tan bello menester, por ello, ayer, ilusionados nos sentábamos frente a la pantalla del televisor para ver la primera novillada del ciclo, con “toros” del Conde Mayalde para los diestros. Fabio Jiménez, Nek Romero y Alejandro Chicharro. Y digo toros porque más que una novillada parecía una corrida de toros para una plaza de segunda, animales con una presentación dignísima que, por su apariencia esperábamos lo mejor.

Una vez más, para empezar, nuestro gozo en un pozo porque salvo el lidiado en sexto lugar, aquello parecía un entierro de tercera. Animales anodinos, sin fuerza, sin casta, sin el menor atisbo de bravura porque solo eran portadores de una bondad infinita pero, debido a la carencia de fuerzas aquello no caló en el ánimo de nadie. Decían los comentaristas que los chavales estaban toreando muy bien y no tenían eco alguno en los tendidos. De que toreaban bien es muy cierto pero, aquello más que una novillada parecía la típica corrida de figuras del toreo con el toro medio muerto.

La pena es que, hemos visto corridas y novilladas del Conde de Mayalde con bravura y casta para asustar a cualquiera y, en el día de ayer, insisto, la desilusión no abatió por completo. Como decía, menos mal que salió el sexto con pujanza, bravura y casta y Alejandro Chicharro le cortó las dos orejas que, de  lo contrario, teníamos la sensación de haber estado en un entierro de tercera.

Una pena que empezáramos tan mal un ciclo que, dese siempre, ha lanzado a muchos toreros extraordinarios pero, como es natural y lógico, toros como los de ayer solo sirven para aburrir a los toreros y conseguir el bostezo y el hastío para los espectadores, tanto en la plaza como en los televisores. Nadie les negará mérito alguno a los chicos que, los tres, Fabio Jiménez, Nek Romero y Alejandro Chicharro tienen unas condiciones extraordinarias, pero, reitero, teníamos la sensación de ver a Morante, Manzanares y Tomás Rufo con una de Juan Pedro. O sea que, la desilusión no pudo ser mayor.

Quiero confiar que en los festejos siguientes, los novillos tengan, además de la presentación admirable que tuvieron los de ayer, casta, bravura, motor, como le queramos definir, pero que lleguen al tendido con la emoción que puedan trasmitir mediante su lidia. De ninguna manera podemos entender una novillada como si fuera una corrida de los señoritos del toreo. Ese es el peor de los castigos que pueda sufrir el aficionado. Quedan todavía muchos festejos y seguro que se enmendará la plana. Pese a todo, hay que seguir felicitando a don Jesús Hijosa, auténtico responsable de un evento maravilloso en su conjunto.