Al margen de la mandita pandemia que nos ha asolado por completo en este año nefasto que no olvidaremos jamás, por el Coronavirus y por el indeseable gobierno que nos ha caído encima que, en realidad, con sus actitudes, lo único que han logrado es echar la cerrilla ante el tanque de gasolina que tenían a su vera, llámese las condiciones sanitarias que este mal nos ha obligado a llevar con resignación si es que así lo podemos denominar.

Y digo que algo está pasando en el mundo de los toros y no es de ahora mismo; llevamos algunos años en plena decadencia de la fiesta de los toros y, lo peor de todo, lo más sangrante es que no sabemos los motivos por los cuales el aficionado ha ido apartándose de este mundillo tan bello como extraño.

Son muchas las preguntamos que nos hacemos para que, una fiesta como la nuestra, la que en su día Joselito el Gallo propicio que se construyeran plazas monumentales para que todo el mundo tuviera opción para admirar su arte –el suyo y el de sus compañeros- y que, al final, aquella idea no ha servido para nada puesto que, salvo Madrid en plena feria de Mayo o Sevilla en su feria de Abril, el resto de las plazas de toros hace años que vienen certificando la defunción de la fiesta taurina.

¿Son los antitaurinos los que con sus acciones han conseguido doblegar la ilusión de los aficionados?

¿Existen en la actualidad demasiados espectáculos diversificados que, entre todos, han logrado opacar a la fiesta de los toros?

¿Son los políticos actuales los que son sus acciones aberrantes han logrado concienciar a la gente de que estamos ante una fiesta salvaje?

¿Serán las nuevas tecnologías las responsables del alejamiento de los aficionados hacia nuestra incomparable fiesta?

¿Será que las televisiones –salvo las de pago- dejaron de lado la fiesta de los toros con la idea preconcebida de que ésta muriera por inhalación?

¿Cómo puede ser posible que los pocos aficionados que quedan, los que siguen acudiendo a los toros no sean capaces de comprar una publicación taurina?

¿Será que la crítica dulzona que tenemos en la actualidad ha sembrado el desencanto entre los aficionados?

¿Puede ser que sean los empresarios y las figuras los que han echado a la gente de las plazas de toros con sus pantomimas?

Muchas son las preguntas que nos hacemos y, como digo, lo triste de la cuestión es que no hallamos respuesta; yo diría que todo un poco; es decir, todo y todos han tenido la culpa de que el aficionado se resignara y, ante la mediocridad ofrecida, dejaron de asistir a los recintos taurinos. Claro que, no seamos infantiles y aceptemos como mal mayor, sin duda que nos quepa, las corrientes mortecinas que nos vienen arrastrando desde las fuerzas de la más criminal izquierda porque, como sabemos, en España siempre tiene razón el que más grita y, la izquierda, lo que se dice gritar son los números uno; no aportarán jamás una idea constructiva pero, para sembrar el pánico y el horror, en ello son auténticos maestros.

Como vemos, todo ha “ayudado” para la destrucción de la fiesta y, por si faltaba algo, en este año maldito, como si de una maldición bíblica se tratare, ha venido lo que ha llegado, es decir, lo que faltaba, la pandemia y sus daños colaterales para que la fiesta sintiera en sus mismas entrañas la puntilla de la desolación al más alto nivel. ¿Qué hacer? Eso es lo que no sabemos nadie. Pero lo que sí es una verdad que aplasta es que, nosotros, nos incluimos todos, los responsables de que la fiesta de los toros brillara con luz propia, lo que sí hemos logrado es la oscuridad mediante ese túnel tremendo que se ha construido en estos últimos años por el taurinismo que, creyendo que el aficionado era estúpido, a diario se les vaciaba la cartera mediante el tocomocho, pero una vez que se han dado cuenta han dado la ausencia como respuesta y, mala cosa es que se celebren corros sin que haya ente que, como el mundo sabe, es el sustento de dicha fiesta.

Es cierto que, años tras año, luego ha venido todo lo demás pero, ¿seremos nosotros los primeros culpables de dicho exterminio del aficionado? Esta pregunta, los organizadores y adláteres deberían de formulársela para intentar tratar de sacar conclusiones. Es cierto que los tiempos han cambiado pero, ¿Por qué esos mismos tiempos no han lacerado en lo más mínimo el fútbol? Pongo como ejemplo ¿verdad? Nos encontramos ante un dilema horrible y, lo peor de todo es que no hallaremos respuesta. ¡Y luchaba Joselito porque se hicieran plazas monumentales!

Valga este lienzo de nuestro artista y compañero Giovanni Tortosa para que, en el peor de los casos, en lo sucesivo, que nos llene de esperanza.