Las corrientes mortecinas que nos han envuelto a la sociedad actual los llamados animalistas nos están pasando una factura horrible. Claro que, si nos sirve de consuelo, dicho movimiento se desliza por todo el mundo, afectando, como no podía ser de otro modo a nuestra incomparable fiesta de los toros en todos aquellos países donde dicha fiesta tiene su gran arraigo popular. Se trata de una locura al más alto nivel, aquello de que los animalistas, como tales, que quieran exterminar una especie maravillosa como pueda ser el toro de lidia mientras que, desde el otro extremo, los que defendemos al toro de lidia, jamás hemos denostado la existencia de ningún otro animal, e incluso nadie seríamos capaces de maltratarlos.

Entiendo que, para el gran conjunto de la sociedad, el animal, como tal y si se trata de mascotas de compañía, dichos animales tienen el respeto de todo el mundo, incluso del cuidado extremo para que tengan una vida placentera pero, como se demuestra hemos llegado a un punto donde la exageración al respecto raya en lo increíble; lo digo porque, una cosa es el respeto que y cariño que podamos sentir por cualquier animal de compañía y, otra muy distinta que les demos el mismo rango que a un ser humano.

Pese a todo y aunque muchos quieran negarlo, un animal jamás ostentará los privilegios de una persona humana porque el animal no piensa, no razona, no trabaja, viviendo, como es notorio de la buena voluntad de todos aquellos que los tienen como mascotas o animales de compañía que viene a ser lo mismo. Respeto para ellos, sí; pero nunca podrán ser como las personas por las razones apuntadas puesto que, mientras que el ser humano trabaja, estudia, analiza, produce, construye y a diario va forjando la sociedad en que vivimos, el animal es un ser que nos acompaña, pero nada más; es cierto que, por ejemplo los perros, en ocasiones nos han dado lecciones memorables, hasta el punto de que, como dijera aquel, cuando más conozco a los hombres más amo a mi perro. Y es algo que entiendo y además está fundamentado con el horrible comportamiento de algunos seres humanos para con sus homónimos.

Yo lo entiendo todo, es decir, a mi edad, pocos misterios me quedan por resolver pero, si pedimos respeto por los animales, el toro no es una excepción. Aceptemos la grandeza del toro que, dada sus endorfinas, hasta es capaz de morir en una plaza toros vendiendo cara su vida y sin el mínimo dolor; he dicho bien porque como han certificado muchos veterinarios de altísimo prestigio, el toro, dada su fuerza, no sufre ante los envites de la pica ni con las banderillas; como decía, ese animal se preocupa de vender muy cara su vida tras haber vivido cinco años como un auténtico rey. Y lo digo convencido puesto que, mientras muchos animales son descuidados por sus dueños, algunos abandonados y dejados a su suerte, jamás un toro será abandonado por su criador y en transcurso de sus años de vida, además de reinar en las dehesas, o quizás por ello, todos tienen una vida placentera.

Entiendo el movimiento animalista pero, dentro de un orden. Aquello de defender a nuestras mascotas para querer eliminar al animal que mejor vive en el mundo me parece una crueldad extrema. El toro nació para morir en la plaza lleno de heroicidad, incluso con los vítores de la gente que, en muchas ocasiones hasta se les perdona la vida por su bondad. ¿A cuántos cerdos se les ha perdonado la vida en el matadero? La pregunta se responde por sí misma.

Es triste que, en demasiadas ocasiones, la ignorancia nos lleve por senderos equivocados al respecto de los animales porque, nosotros, los aficionados a los toros, a su arte singular, aquel que protagonizan un toro y un torero, jamás hemos maltratado a un animal y, lo que es más hermoso todavía, los toreros son auténticos defensores del animal en todo su conjunto; he dicho toreros pero me quedado corto ante la expresión puesto que, además de los toreros, ganaderos, apoderados y demás personajes que forman parte del mundo de los toros, todos tienen animales de compañía a los que defienden y cuidan. A este respecto, hasta he visto llorar a toreros cuando han ido a ejecutar la suerte suprema dada la bondad del toro y, por ende, el triunfo que les ha proporcionado. ¿Se puede ser más generoso con los animales que las propias gentes del mundo de los toros?

El toro bravo es un único animal en el mundo que vive como un rey para morir como un héroe en la plaza de toros y, en muchas ocasiones, hasta siendo aclamado por su nobleza y bondad. ¿Conocemos algún otro animal que viva y muera de este modo?