Nadie podíamos sospechar a principios de este año nefasto que despedimos, todo lo que nos conllevaría que, como el mundo sabe, ha sido poco y malo. ¿Qué digo malo? Horrible, nefasto, criminal, asqueroso y repugnante, tanto como el gobierno que tenemos. La pandemia, como todo el mundo sabe, se ha llevado por delante a cientos de miles de personas, ha dejado en la quiebra a millones de seres humanos y, como era preceptivo, el mundo de los toros no hemos escapado de dicha maldad.

Hablamos en boca de cualquier ser humano que ha quedado damnificado por las circunstancias horribles que hemos vivido, nada es más cierto. Pero queremos centrarnos en nuestro mundillo, los toros que, a fin de cuentas, es nuestra razón de ser por aquello de las emociones tan bellas que hemos sentido con esta fiesta tan hermosa como odiada por parte de los que nos dicen gobernar; y digo que dicen porque, preguntémosle al mundo de los toros y ellos nos responderán de las ayudas que han tenido por parte del gobierno.

Qué lejos quedaba de nuestra mente aquel primer domingo de marzo en que, Olivenza, como cada año, celebraba con alegría sus ferias y sus fiestas taurinas. Como siempre, al respecto, nos las prometíamos muy felices y, siete días después, de repente, como si se cerrara la puerta de la escotilla de un barco, nos vimos asfixiados por algo que desconocíamos y que de pronto le llamaron el coronavirus. Maldita palabra la que aprendimos todos en el acto. Cierto es que, pese a todo, creíamos que podría tratarse de algo temporal, no más de pocos meses y, ya vemos, es el último día de diciembre y seguimos prisioneros de dicha pandemia.

El maleficio citado nos trasladó a la realidad que no es otra que la fragilidad de España en todos los órdenes ante algo tan inesperado como la pandemia. Y, al respecto, los toros, con mayor vehemencia que otros sectores puesto que, el citado, ha estado abandonado a la suerte porque lo que se dice ayudas por parte del gobierno de España, no han tenido la más mínima.

Es cierto que dicho gobierno ayudó a otros colectivos que, pese a ello, apenas ha sido nada porque decenas de miles de empresas han quedado en la ruina, por culpa de la pandemia y, sin duda, por la nefasta gestión de un gobierno maldito que solo aspira a que se destruya todo, que no quede nada en España para, de tal modo, muy al estilo bolivariano, entregarnos la bolsa de comida semanal algo muy propio del comunismo.

Ante todo lo que nos ha sucedido, ¿qué pensará todo el colectivo taurino del gobierno que sufrimos? Nada bueno, no hace falta ser muy listo para entender lo que digo. Decenas, cientos de profesionales lo han perdido todo, cientos de ganaderos que han tenido que mandar sus toros de lidia al matadero y, al albur de todo ello, miles de personas relacionadas directa o indirectamente con los toros, todos están sumidos en la miseria.

Tras todo lo visto, tengo claro que el sector de los toros no pertenece a España; hasta quiero creer que jamás hemos pagado impuestos porque a la hora de la verdad, como ha sido el caso, todos nos hemos visto desamparados, maltratados, desatendidos, huérfanos de toda ayuda para  mitigar unos males irremediables que, sin duda, otros colectivos si los han paliado. Sin ir más lejos, dicho en cristiano, si todo el colectivo taurino fuésemos todos maricones, por ello, hubiéramos sido atendidos por nuestro gobierno; o separatistas, o criminales, o comunistas, o pro-etarras…..en cualquiera de estas circunstancias hubiésemos sido atendidos pero, craso error el nuestro, somos o defendemos la bellísima parcela del arte que entraña la fiesta de los toros, razón por la que se nos repudia como si fuésemos apestados que, en realidad lo somos, pero apestados no ya por la pandemia, más bien por un gobierno sectario que nos empuja hacia la barbarie del comunismo más exacerbado, es decir, allí donde anida el hambre en su más dramática situación.