Manzanares, allá por las llanuras manchegas es todo un emblema como plaza de toros porque como el mundo sabe allí se dejó la vida el irrepetible Ignacio Sanchéz Mejías, algo que pudo haberle sucedido a Curro Díaz en el día de hoy porque, la cogida que sufrió resultó dramática, pero, con la bendición de Dios, sin consecuencias.

Se han lidiado seis toros de Las Monjas que han dado, en líneas generales muy mal juego, aunque el bobo de Domingo Valderrama, harto de matar toros auténticos, tras matar Enrique Ponce el primer burro con cuernos alabó al toro como si de un Murteira enrazado se tratare. Era un animalito sin peligro alguno, tonto hasta más no poder y, Ponce, con la gorra, le cortó una orejita sin clamor. En su segundo paradito y sin raza alguna, apropiado para Ponce, lo mató y aquí paz y allí gloria. Desde luego, si queremos ver al toro, cuando esté anunciado en los carteles Enrique Ponce, huyamos despavoridos.

Llegaba Curro Díaz con una ilusión tremenda a Manzanares tras once meses sin vestir el traje de luces. En su primer enemigo se ilusionó porque, el toro, con el capote, le permitió unos lances primorosos que podían ser el presagio de una gran faena. Incluso lo llevó al caballo por chicuelinas al paso que fueron un primor. Ya en la muleta tenía peores intenciones para con el torero que Pablo Iglesias contra los españoles. Faena vibrante y tesonera a sabiendas de que el pozo estaba seco y, lo que es peor, el peligro era evidente. Mala suerte, la peor, para Curro Díaz que, ilusionado esperaba su segundo que, con peores intenciones que su primero aunque, moviéndose un poquito más, le sacó unos naturales de ensueño, de los que solo pueden interpretar los auténticos artistas. Curro estaba entusiasmado y, con un valor a prueba de bombas, se jugó la vida con su enemigo a sabiendas de que, dada la bronquedad del toro, la gran faena era imposible; al toro le dio mucho más de lo que este merecía que, casi al final de la faena lo prendió por el muslo en una dramática cogida en la que, como decía, salió ileso del trance, eso sí, con el vestido hecho jirones. Estocada de ley una justisima oreja que paseó entre clamores.

Lo de Sergio Serrano es un capítulo aparte nada comparable con nadie del toreo porque, el hombre, tras casi doce años de alternativa, apenas ha sumado una docena de festejos, eso sí, le sobran cojones para emocionar a propios y extraños como hiciera el pasado año en Madrid en una corrida de Saltillo, de las que mata Ponce de forma habitual.

En esta ocasión ha estado inconmensurable frente a dos toros de idénticas características que, no eran otras que la movilidad y la emoción de sus embestidas; nada tontas, más bien todo lo contrario pero, el tesón, las ganas, la capacidad lidiadora de un hombre que apenas torea, lleva dos corridas y dos triunfos grandes. Sergio ha estado cumbre con los dos únicos toros de triunfo en que, repito, sin ser nada del otro mundo, la movilidad que han tenido y la trasmisión de sus embestidas han sido los valores que le han llevado a Serrano triunfo más grande de su carrera. Me alegro muchísimo de que haya cortado cuatro orejas y un rabo pero, mi mayor alegría es comprobar que, tras tantos años, Sergio Serrano está en el camino del triunfo, lo que ha demostrado junto a Enrique Ponce porque era la primera vez que toreaban juntos y, según decisión de Ponce, lo aventuro como idea mía, con toda seguridad será la último que compartirán juntos. Que un «muerto de hambre» ridiculice a la figura del momento no es nada halagüeño  de cara a otras posible actuales que Serrano pudiera tener junto a Ponce que, como digo, será primera y la última.

Celebramos con alegría el triunfo de Sergio Serrano que, por sus méritos lo ha logrado con rotundidad. De igual modo, al terminar el festejo hemos respirado aliviados al comprobar que, Curro Diaz salió ileso del trance fatídico que supuso su cogida. Si su primer enemigo, como decía, tenía más peligro que Pablo Iglesias, su segundo, en cuanto a peligro, Pedro Sánchez e Iglesias, juntos, eran unos graciosos.

Me gustó la respuesta del ganadero que, como confesó, la corrida, salvo los dos toros de Sergio Serrano ha sido un fracaso en toda regla pero, el señor Bajo, con humildad, reconoció que, sus toros no dieron el juego que él esperaba, pese a la movilidad, como decía, de los dos toros de Sergio Serrano.

Pla Ventura