El hecho de que el que fuera presidente de la comunidad autónoma de Madrid, el señor Joaquín Leguina, haya sido expulsado del partido nos viene a demostrar cómo las gasta el tal Sánchez, ese que es presidente del Gobierno de España sin que nadie le haya votado; mejor dicho, el que ha logrado la poltrona a base de mentiras, fraudes y engaños puesto que, se ha arrodillado ante toda la basura humana que existe en el Congreso para, rendido ante ellos, poder ser presidente.

O sea que, el pecado gravísimo que cometió el señor Leguina no fue otro que apoyar a Isabel Díaz Ayuso en las pasadas elecciones madrileñas, cosa muy lógica por parte de este hombre que, ante todo, por encima de siglas o partido, es un hombre legal y decente y, si algo ve factible en otro partido no se arruga en mostrarle su apoyo. Y ese fue el caso de este literato de la política, Joaquín Leguina, un tipo altamente admirable que, por convicción, cuando el PSOE era un partido decente militaba en él por creencia absoluta.

Ocurre que, para el dictador número uno de España, ese tal Sánchez, pobre del que no siga sus dogmas o ponga la más mínima objeción a sus caprichos, que no le pase nada y, como vemos, por represalias, se ha cargado a Joaquín Leguina, un hombre que en los años ochenta era todo un referente para aquel admirable partido de aquellos años. Está claro que, para los ególatras no existe el diálogo porque mediante el uso de la palabra se pueden lograr cosas importantísimas, siempre y cuando los actuantes sean personas cabales y sepan aceptar cualquier posible error que hayan cometido y que un tercero te lo haga saber.

Como quiera que Sánchez no cometa ningún error, todo ello fundamentado en su egolatría, esa es la razón por la que no tolera que un hombre de la vieja guardia del PSOE como Joaquín Leguina se atreva a discrepar con el dictador más grande que ha tenido España. Es verdad que, como el mundo sabe, Leguina, con su verdad, ideas, pensamientos, actitudes, literatura, apoyo a la realidad inescrutable de Isabel Díaz Ayuso e incluso su participación como contertulio en el programa de Carlos Herrera, estaba clarísimo que opositaba a su destitución.

No pasa nada porque, con su expulsión, ya está liberado de que alguien le diga que pertenece a un partido corrupto, sectario, bolivariano, comunistoides y lleno de dictadores por todas sus esquinas. No sabe Sánchez el favor tan grande que le ha hecho a Leguina que, desde este momento ya podrá hablar más claro que antes –y mira que siempre habló claro- al tiempo que se sentirá liberado de ese yugo que le atenazaba. Es cierto que, todos, sin distinción, tras analizar las actitudes de Leguina y compararlas con las aberraciones que comete a diario su partido, todos nos preguntábamos cómo pudiera ser posible que todavía militara en tan aberrante partido, otrora adalid de los votantes de España.

Imagino que, en este día el señor Joaquín Leguina estará festejando el favor tan grande que le han hecho puesto que, al ser expulsado su grandeza se acrecienta todavía mucho más en calidad de ser humano que, ciertamente, es lo único que debe de tener una persona, grandeza interior, la que todos puedan admirar desde el exterior. Es el caso de este hombre que, más que político, -que por cierto, Madrid guarda un recuerdo admirable tras su paso como presidente de dicha comunidad- se trata de un literato de una altura insospechado puesto que, son innumerables los libros que ha escrito. Un hombre para enmarcar el que la historia juzgará como un gran político que, harto de miserias, basuras, desdichas y traiciones, al sentirse expulsado de tal partido barriobajero, con toda seguridad habrá sentido un alivio inmenso.

Yo creo que la grandeza de un político, caso de Joaquín Leguina y otros que puedan secundarle, pasa, o debe de pasar, por consensuar ideas y, si las del partido contrario son absolutamente válidas y coherentes, ¿qué delito existe en apoyar a otro partido que te ha demostrado que tú estabas equivocado? Pues ese ha sido el pecado cometido por Leguina que, consciente de lo que hacía, lo que votaba y lo que comprendía dada la magnitud de lo que se jugaban en Madrid, es por ello que apoyó a Díaz Ayuso. Claro que, lo que él no sabía es que su partido, el de ahora mismo, no tiene nada que ver con el PSOE de antaño en que, unos y otros dialogaban para llegar a los acuerdos válidos y beneficiosos para toda la sociedad española.

Las acciones de Pedro Sánchez, todas pasan por el eslogan que nos dice aquello, está conmigo o contra mí. Y Leguina se ha posicionado en su contra, lo más lógico del mundo, como lo está todo aquel que tenga el cerebro bien amueblado. Derecha e izquierda, como dije hace cuarenta y cuatro años fueron capaces de promulgar la paz para todos. ¿Se imagina alguien, en la actualidad, a Manuel Fraga consensuando con Pedro Sánchez? Pobre España, lo digo porque de tal modo jamás hubiera nacido la Constitución que, dicho sea de paso, Sánchez la ha vilipendiado hasta los límites de la locura.