Nos quedamos sin sangre en las venas cuando hemos sabido que, José Tomás, antes de la pandemia se había ofrecido a la empresa Balañá para torear seis toros en la monumental barcelonesa y, de tal modo, devolverle el prestigio a la Ciudad Condal si de toros hablamos puesto que, como bien sentenció el Tribunal Constitucional, es totalmente legal poder dar toros en Barcelona como en el resto de Cataluña. Para que todo el mundo lo sepa, Barcelona ha sido, desde su construcción, el coso que más toros ha dado en el mundo, de ahí la gran riqueza que dicha plaza le aportó a la familia Balañá.

O sea que, pese a la cabronada de los políticos de aquel momento del cierre de dicha plaza, José Montilla a la cabeza y demás secuaces del separatismo, ante dicha locura, El Tribunal Constitucional tomó cartas en el asunto y les echó por tierra a los separatistas y sociatas la maldita decisión arbitraria que habían tomado por erradicar la fiesta de los toros en Cataluña.

Cierto es que, siempre dijimos que las plazas de toros de propiedad municipal, todas corren el serio peligro de ser clausuradas por los dictadores que nos rigen en cada esquina, caso de Gijón, La Coruña, Villena, Vitoria, Elda, Monóvar, Écija y tres mil cosos más; pero lo que no podíamos sospechar nunca es que una plaza de propiedad privada, caso de Barcelona, y con la legalidad de que se puedan dar festejos, quede cerrada para siempre. Todo un gesto de cobardía al más alto nivel.

Nadie puede entender que dicha plaza siga cerrada por la cobardía de un empresario que, más atento a lo que sucede en su ciudad por aquello del miedo escénico que pueda sentir, es incapaz de volver a darle vida a los toros cuando, como hemos sabido, José Tomás se ofreció para matar seis toros en dicho ruedo con la finalidad de recuperar para siempre la fiesta en Cataluña o, en su defecto, en la Ciudad Condal. Dicen que Balañá está temeroso de que Ada Colau, la apestosa que rige los destinos de dicha ciudad pueda tomar represalias contra el citado empresario en otros de sus múltiples negocios, de ahí la cobardía a la que aludo. Todo un dislate en toda regla puesto que, como se ha demostrado lo que todos sospechábamos, no hay toros en Barcelona porque Pedro Balañá es un cobarde declarado.

La pregunta sería  obligada. Señor Balañá, ¿en qué negocio amasó usted la fortuna que tiene? ¡En los toros! No cabe otra opción. Tras lo explicado, que este hombre no tenga arrestos para seguir dando toros que, al margen de restablecer dicha fiesta en Barcelona, hubiera cubierto de mierda a todos los políticos mal nacidos que en su día clausuraron dicha fiesta pero, todo nos hace sospechar que, detrás de esa cobardía explícita, deben de haber otros turbios asuntos que le impiden dar toros.

Como siempre dijimos, el miedo sigue siendo el peor dictador y, Balañá lo está demostrando. ¿A qué tiene miedo el empresario catalán? Él lo sabrá, pero lo que sí sabemos todos es que su negativa por darles vida de nuevo a los toros en su ciudad, sigue siendo una quimera. Vamos que, si no supiéramos la vida y milagros de la familia Balañá y lo que ha supuesto para ellos la Monumental de Barcelona, podríamos tener alguna duda pero, sabedores de la verdad, algo huele a podrido en la casa del citado empresario catalán. Es cierto que, sin dar toros no se ha muerto de hambre, lo más natural y lógico del mundo pero, en el fondo de su corazón debería de quedar alguna reminiscencia que le hiciera recordar que toda su fortuna proviene de los toros.