Hemos terminado un año del que guardaremos un macabro recuerdo de por vida y, es la hora del balance al respecto del mundo que nos ocupa, los toros; en realidad, nos ocupa todo lo que se refiera la sociedad española pero, como quiera que nuestra casa aborda la temática taurina, es por ello que nos centramos en dicha causa que, en realidad, ha dejado cientos, miles de “cadáveres” por el camino por culpa de la pandemia, es verdad; pero no es menos cierto que el gobierno de España, con sus actos criminales, ha dejado morir lo poco que quedaba de nuestra fiesta taurina.

Cuando veo que algunos chavales toreros hacen planes de cara al año próximo al respecto de apoderamientos e ilusiones, me derrumbo por completo. Es lógico y lícito que lo hagan pero, ante todo deberían saber el incierto futuro que nos espera en el mundo de los toros. Yo miraba, como tantas personas en España, por aquello de encontrar un año venidero plagado de ilusiones pero, la realidad nos dice todo lo contrario, lo que nos hace sospechar que la normalidad que todos deseamos tardará mucho tiempo en llegar. ¿Y mientras tanto? Lo dicho, seguiremos recogiendo cadáveres por el camino.

No tenemos cifras concretas porque el mundo de los toros es algo apestoso de cara a los que dicen gobernarnos que, dicho sea de paso, es una cruel mentira porque nuestros dirigentes solo gobiernan sus malditas casas que, como es notorio, les va de maravilla, ahí está el caso, entre otros muchos de un tal Iglesias que, de vivir en el Vallecas se ha tornado el “rey” de Galapagar y el que sea valiente que le discuta.

La prueba nefasta de lo que digo es la de ganaderos que han quedado en la miseria, los toreros que han sido abandonados por nuestros mandatarios, los empresarios que se han quedado sin sus organizaciones y, lo poco que queda en pie veremos si alguien lo mantiene. Como sabemos, por ejemplo, entre otras ferias venideras que, por estas calendas, en época normal ya estaba trabajando en las mismas, Sevilla se queda sin su feria de Abril y si se queda Sevilla, imaginemos Castellón, Valencia, Olivenza….y así sucesivamente.

Es dantesco que no se puedan celebrar las ferias taurinas como tales pero, para más crueldad, si de cadáveres hablamos, el hecho de que no se celebren las ferias taurinas todo ello conlleva una ruina económica al más alto nivel porque, los toros, como el mundo sabe, a su alrededor, dejan cientos de miles de millones al año repartidos por toda la geografía nacional; no es el espectáculo en sí lo que nos duele, que sangra por su herida, nada es más cierto; son los daños colaterales que éstos generan al no poderse celebrar. Como dato revelador, digamos que el último año que toreó José Tomás en Alicante, su figura dejó más de nueve millones de euros en una semana al margen de los toros. Y así, sucesivamente en todas las ferias de España.

Pensar, por ejemplo, que el ministerio de Cultura destina cientos de millones de euros al cine y que a los toros, cultura igualmente, no se les dedique un solo euro, la actitud no puede ser más criminal. Vamos que, le dan dinero al cine como si cada día se estrenara una obra maestra como aquella de José Luís Garcí, a la que conocemos como VOLVER A EMPEZAR que, entre otros muchos logros consiguió un Oscar en América. Y, como sabemos, a diario se estrenan en España auténticos bodrios que los pagamos todos los españoles pero que, claro, hay que subvencionar mariconadas al más alto nivel, amamantar a gandules que dicen ser actores, directores que pierden el culo por sus actores y una serie de desaprensivos muy bien vistos por el panorama político que nos rige que, sin duda, alaban y pontifican a estas gentuzas.

Nos queda, si Dios no lo remedia y dudo que lo remedie, ir recogiendo más cadáveres por el camino en este tránsito hacia ninguna parte puesto que somos el espectáculo a destruir, llamémosle el mundo de los toros. Admitimos la pandemia de la que no tiene la culpa nadie, pero jamás admitiremos y así lo gritaremos, es la dejación hacia esa  parte importantísima de la cultura de España que son los toros. Fijémonos si somos inocentes las gentes que amamos la fiesta taurina que, el día que dejamos de pertenecer al ministerio del Interior para pasar a Cultura, alborozados celebrábamos el gozo pero, ya vimos, de nada nos ha servido porque somos la parte infectada de la cultura, la que todos desprecian y nadie nos ayuda.