Es duro para cualquier atlético tener que decir lo que acabo de narrar en este enunciado pero, es la dura realidad y, por mucho que nos duela no queda otra opción que aceptarla. El otrora equipo colchonero que ilusionaba hasta la locura, en la actualidad, es un triste recuerdo para todos los que amamos el deporte rey y, lo que es peor, los que nos sentimos afines a esos colores que, aun estando en segunda división como estuvimos siempre fuimos fieles a dicha causa.
Han sido diez años de estabilidad emocional, de éxitos, reconocimientos, con sus altos y bajos, pero siempre saboreando la gloria o, en su defecto, muy cerquita de la misma. Este valor que promulgamos es obra de Diego Pablo Simeone al que, durante este decenio ha hecho por el Atlético de Madrid casi tanto como consiguiera en su día el irrepetible Luis Aragonés. Pese a la debacle actual, el Atlético de Madrid sigue siendo el campeón de liga puesto que, hasta que termine la actual, ese entorchado es propiedad de los colchoneros. Barrunto, permítaseme el símil que, el Atlético de Madrid y el partido Popular pueden cogerse de la mano porque ambos van camino del precipicio.
Estamos viviendo, sin lugar a dudas, la peor temporada del Atlético de Madrid en los últimos veinte años; es insólito pero, esa verdad no la puede ocultar nadie. ¿Qué pasa en el vestuario? Esa pregunta nos la hacemos todos y, nadie encontramos respuesta. Según toda la prensa especializada tenemos la mejor plantilla de España y, sin duda, el entrenador mejor pagado de Europa. ¿Sirve de algo tener tanto rango si no somos capaces de ganarle ni al Levante? El club granota de Valencia, si no recuerdo mal, en este año solo ha ganado un partido pero, tenía que llegar el Atlético de Madrid para que consiguieran la gloria, aunque fuera por un día; es decir, el Levante, si Dios no lo remedia será equipo de segunda división cuando acabe la liga pero, el mal ya está hecho. Digamos que, el Atlético, en su enfrentamiento con el Levante resucitó a un muerto.
Lo del Atlético de Madrid es un misterio más grande que la propia fe divina; claro que, mientras el misterio de Dios lo sustentamos con la fe, el misterio del Atlético tiene que sustentarse con los goles que, no llegan ni rezando a la virgen de La Almudena. Tenemos el mejor entrenador de Europa, Diego Pablo Simeone, el jugador más caro que ha pagado el equipo en toda su historia, Joao Félix, el icono más importante del fútbol mundial, Luis Suárez, todo ello unido a un equipo fantástico con jugadores como Anthony Greezman, amén de otros genios que ya los quisieran los mejores equipos de Europa y, todo es imposible. Hasta el mismo Oblak que era el portero de referencia en toda España, en los momentos actuales su portería es un colador de goles. El fracaso está servido y, ¿a quién señalamos como culpables? A nadie y a todos.
Claro que, lo que nadie sabe es que el gafe existe; cosas de brujerías dirían muchos pero, es la auténtica verdad. Ya pasó durante muchos años en que, por dicha razón al Atlético se le conocía como el pupas. Ahora todo es peor porque ningún remedio ha servido para que este club levante el vuelo que, resignado ante su suerte no encuentra una solución para remediar sus males; solución que por otra parte no existe porque tal y conforme están las cosas en el club, con ese gafe al que me refiero dentro del Metropolitano, ni con Messi, Neimar, Ronaldo, Benzemá y los mejores jugadores del mundo, seguirían perdiendo todos los partidos. El Atlético está desahuciado en todas las competiciones. Por ejemplo, en lo que queda de liga tienen que luchar mucho para quedar en la mitad de la tabla, cosa que dudo mucho y, no bajarán a segunda división porque casi que tienen los puntos suficientes para la salvación.
En la semana próxima tienen competición europea en un partido trascendental en el que se enfrentan al Manchester United y, aplicando la lógica, si el Atlético sucumbió contra el Levante y a lo largo de la temporada ante equipos de menor entidad, lo que puede pasarle contra el Manchester lo adivinamos todos, salvo que Dios obre el milagro. Amén de ello, centrándonos en nuestra liga, lo que el Atlético no sospechaba era que, hispalenses, béticos, donostiarras, vascos, villarrealenses…equipos todos de menor entidad que el Atlético, todos están por encima de los colchoneros en la tabla, algo que nos hace sospechar que, todo intento del club de mis amores será tarea baldía. Y no nombro al Real Madrid que, además de ser el primero en la tabla, desde hace mil años es el látigo fustigador del Atlético, como lo sigue siendo el Barcelona al que todos daban por muerto pero que sigue teniendo opciones para luchar por lo más alto.
Fijémonos que, en el club de mis afectos no busco culpables; es que creo que no los hay pero, cuando el mal fario entra en una casa en la que allí se convive con el gafe que viene a ser como el mal de ojo, no existe remedio posible para dicho mal. Es cierto que, de vez en cuando el Atlético tira de épica y gana un partido que tenía perdido pero, eso tampoco sirve. Ya pasó a mejor vida la célebre frase de Simeone en la que nos decía, partido a partido, todo ello cuando ganaba todos los domingos. Ahora no cabe esa frase porque la única que define al club es que se ha partido, pero por la mitad.
El dolor que aquí expreso es el sentir de toda la afición rojiblanca que, por cierto, sigue siendo la mejor de Europa; ni los fracasos continuos logran lacerar el alma de los aficionados colchoneros, todo un mérito tremendo. El club podrá quejarse de todo, menos de su afición que, insisto, es la mejor del mundo, la prueba de todo ello es que, cuando estaban en segunda división, en un Atlético de Madrid-Ejido, fijémonos que club más humilde y, el Calderón estaba a reventar. Como explico, si de aficiones hablamos, la de los atléticos es admirable. Ya, dentro del equipo, dadas las circunstancias, Simeone, el hombre que ha sido el “buque insignia” de este club durante diez años, debe de meditar ante su futuro puesto que, para su desdicha, ya no ilusiona a nadie y mucho menos a sus jugadores.
Nos queda elevar plegarias al cielo para ver si Luis Aragonés, desde su estrado celestial nos puede echar una mano como hiciera en vida en que, en varias ocasiones salvó al Atlético de Madrid del caos más grande puesto que, entre otros logros, Luis Aragonés es el que cogió al Atlético en segunda división y lo elevó a los altares de dicho deporte. Resignación, amigos atléticos, no nos queda otra opción. Sea lo que Dios quiera, nunca mejor dicha la frase.