Todo el mundo se echa las manos a la cabeza al comprobar que, el pasado domingo, en Las Ventas, se congregaron cinco mil y pico de aficionados. Todo ello para ver un cartel humilde, lo que podríamos llamar de la tercera división del toreo. Poca gente es, nada más cierto. Para colmo, el coliseo venteño es de unas proporciones grandiosas que, para peor desdicha tan escaso número de aficionados la plaza reflejaba una imagen penosa.

Recordemos que para dicho festejo se contrató a David Galván, Noé Gómez del Pilar –que le faltó muy poco para salir en hombros- y Francisco José Espada. Tres valientes que se las vieron frente a una complicada corrida de toros en la que, muchas de las figuras del toreo hubieran fracasado estrepitosamente. Pese a todo, se congregaron cinco mil aficionados para admirar a los aspirantes de la gloria.

Fijémonos que, ante tal cifra, parece que estemos hablando de una nimiedad cuando, esa suma citada de aficionados son los que pueblan la gran mayoría de las plazas de toros cuando aparecen las figuras. Siendo así, ¿cómo podemos decir que los tres chavales humildes apenas congregaron a nadie en Madrid? Esa afirmación es toda una infamia porque, por ejemplo, en todas las ferias que se han celebrado en el mes de junio, todas ellas con carteles de postín, en muchas tardes no se llegó a las cinco mil personas citadas.

¿Ejemplos? Los tenemos todos. Alicante, Badajoz, Soria, Zamora, Algeciras, Granada, Santander y muchísimas plazas más que, todas, sin distinción, a priori ya hubieran firmado ese aforo del que hablamos. O sea que, Madrid sigue siendo rentable con tan poco gente porque, no es mismo sueldo el de Morante ese aforo tan pobre que citamos que, los honorarios de Francisco José Espada.  O sea que, Madrid, con cuatro gatos –nunca mejor dicho- se pueden dar corridas de toros todos los domingos y en las grandes ferias aludidas, el fracaso económico ha sido de estrépito. Me hubiera gustado mucho ver el momento de las liquidaciones a los diestros por parte de las empresas antes mencionadas.

Eso sí, tengo claro que todas las ferias se montan bajo el auspicio de esa media entrada que, en realidad, vienen a sumar esos cinco mil aficionados porque si se montaran como antaño y los toreros percibieran lo que antes cobraban, en las oficinas de las empresas, a la hora de liquidación pertinente habrían puñaladas. Reina el conformismo, se apañan con lo que tienen, se justifican diciendo que el toro no ha embestido y como estamos en verano dicen que hace mucho calor en la solanera. ¿Y hace veinte años no hacía calor?

No es un problema de calor que, sería muy justificable y además comprensible. La tragedia radica en que, insisto, ponen precios elevadísimos con la finalidad de suplir a esos miles de aficionados que se han quedado en casa porque se les ha estafado una y mil veces, se traen los toros en las mismas furgonetas –dicho en metáfora- creyendo que están santificados y, como ocurriera en Alicante, dos bombones de Juan Pedro querían comerse a Morante.

Muy orgullosos deben de sentirse los toreros antes descritos que actuaron en Madrid porque, ellos solos, sin aureola alguna, con el bagaje de su valor y su arte, concitaron la atención de cinco mil aficionados, lo que las figuras no son capaces de lograr en plenas ferias de España cuando todo el gentío está de fiesta.

Eso sí, a partir de hoy los toreros contratados en la feria del toro de Pamplona tendrán antes sus ojos, un oasis que les hará olvidar por un momento la desolación que reina habitualmente en todos los cosos taurinos. Pamplona es, como sabemos, el templo del toro y sin duda, el de la congregación de aficionados que, gracias a sus peñas, las corridas de toros son su más grande exponente, de ahí la asistencia masiva para que, todos los días, la monumental misericordiosa –nunca mejor dicha la frase- sea el máximo referente de asistencia de público de todas las ferias del mundo, incluida la de Madrid porque, Las Ventas, durante la feria congrega una media de 18.000 personas cuando en Pamplona, el lleno es siempre absoluto. Insisto que, ante tal situación los toreros tomarán aire de nuevo al ver tanta gente en los tendidos pero que no se equivoquen que, la gente acude porque es su feria puesto que, toree el que lo haga, el no hay billetes está asegurado.