Como es sabido, nadie repara en los asuntos trascendentales del toreo los que, como atañe ahora a la situación, nos incumben a todos. Es el caso de las cuentas del festival que se organizó días pasados en Valencia a “beneficio” de los damnificados de La Palma que, con dicho festival, todavía están más damnificados.

No hacía falta ser muy listo para vaticinar, como a mí me ocurriera, que dicho festival estaba predestinado al fracaso, nunca por la buena intención del empresario Gregorio de Jesús, pero sí por el taurinismo que, entre unos y otros le abocaron al fracaso más grande de su historia. Los hechos han demostrado que un “pobre” no tiene derecho alguno para inmiscuirse en asuntos que les compiten a los ricos; algo así como esas damas de alta alcurnia que dirigen el “rastrillo” de Madrid para ayudar a los pobres; es decir, o lo organizan ellas para darse autobombo puesto que, todo lo demás no sirve.

En Valencia ha sucedido lo mismo. Los poderosos del toreo, todos, sin distinción, le dieron la espalda al empresario para que fracasara con rotundidad. Como sería la cosa que, hasta ese pobre chico valenciano llamado Román se negó a participar en el evento, aleccionado, claro, por sus mentores. Como quiera que el fracaso estuviera cantado, así sucedió.

Al ver las cuentas he quedado desolado. Todos los capítulos que se relacionan manan sangre a borbotones. Lo nunca visto. Me dan escalofríos publicar dichas cuentas porque podrían dañar hasta el alma de los aficionados. El horror al más grande nivel se dio cita en el evento citado. Qué pena que, entre unos y otros sentenciaran a Gregorio de Jesús para que se estrellara.

Me quedo, para mi desdicha y supongo que la de todos, con el capítulo del hotel en el que se pagaron CINCO MIL EUROS por una noche. La cifra es brutal, demoledora, dramática porque, como sabemos, cada habitación costaba 62 euros. Está clarísimo. Que cada cual haga la división correspondiente y hallará el número de habitaciones que se pagaron. Lo único que se me ocurre para poder justificar dicha cifra es que los toreros se trajeran a toda la familia, parientes y allegados para ver el festival porque de lo contrario no entiendo nada.

Insisto que, no he querido publicar las cuentas al detalle porque son de un dramatismo inenarrable. Las pérdidas que se produjeron me las callo para que los aficionados no lleguen a odiar al propio taurinismo porque, en honor a la verdad, taurinos al margen, el festival lo organizó un hombre de buena fe que pesaba que su brillante idea sería secundada por los grandes protagonistas de la fiesta. Craso error. Tras todo lo que he visto y comprobado, lo único que se me ocurre pensar es que los poderosos del mundo del toro se tomaron la revancha contra un hombre que tuvo una idea resplandeciente y, para que ésta no fuera una realidad, la única solución era boicotearle, y lo lograron.

Lo triste de la cuestión, para que veamos cómo funciona el mundo del periodismo taurino es que, todo lo que aquí publicamos no lo podamos ver en ninguna parte del mundo entre los medios especializados. Es decir, el menor atisbo de crítica está vetado para todo el mundo, de ahí el silencio sepulcral de todos. Vamos que, si de este modo queremos arreglar los problemas que anidan dentro del mismo toreo, lo tenemos claro. Al final, no es que los taurinos hagan sus barrabasadas es que, los demás son cómplices de dicha maldad.

Imagino que Gregorio de Jesús habrá tomado buena nota para que, en lo sucesivo, hacer lo que siempre hizo, comerciar con sus toros para las calles de Valencia y Castellón que, en dicho menester siempre ha sido un hombre respetado. Seguro estoy que el empresario valenciano habrá sabido entender la lección que le han dado y, como diría un refrán popular, zapatero, a tus zapatos.