Días pasados, el maestro Emilio Muñoz dijo por enésima vez que, no entiende, no sabe lo que son corridas comerciales puesto que, según él, todos los toros tienen su peligro y, no le falta razón; no le falta cuando dice que todos los toros tienen peligro porque, dada su fuerza, hasta con el rabo puede hacerte daño.

Un toro, por pequeño y liviano que sea puede hasta matarte, las pruebas las tenemos en don Antonio Bienvenida que, una vaquita sin peligro alguno, le volteó y le condujo hasta la muerte. Son, claro está, los accidentes que suelen ocurrir en la maravillosa fiesta de los toros en que, para desdicha de los aficionados que se aburren soberanamente con sus lidias, Nimes ha sido un claro ejemplo, y sí existen los llamados toros comerciales como demostraremos a continuación.

Mecía el botafumeiro con ansia desmedida Emilio Muñoz a favor de Enrique Ponce y, a razón de la labor de dicho diestro le salió aquello de que “no existen toros comerciales”. Por supuesto que, existen, sencillamente todos los que mata Ponce y sus adláteres que, como sabemos, no infieren cornada alguna. Y, cuidado, que Enrique Ponce estuvo sublime ante los toros de Victoriano del Río y, lo seguirá estando durante veinte años más porque, lo que se dice técnica y estética, Ponce la tiene toda y domina su oficio como nadie. Como digo, mientras al diestro de Chiva le acompañe la salud, que nadie piense que se va a retirar, cosa que no hará jamás porque, como esa técnica que le asiste, con ese oficio que domina y con esos animalitos santificados, tenemos Ponce para rato y mucho más ahora que le tenemos enamorado de nuevo; un torero que no tiene misterio alguno, que nadie recuerda una faena concreta dado que todas son exactamente iguales; perfectas, pero sin recuerdo alguno.

Recuerde, amigo Muñoz, que todas las figuras actuales se sustentan con lo mismo, con esos animalitos dóciles que, más que toros son hermanitas de la caridad por aquello de la bondad que suelen mostrar. ¿Le digo las ganaderías? No hace falta, con decir sangre Domecq está todo dicho. Con esos llamémosle toros, cualquiera hace la “gran faena” –hace pocas fechas, Juan Ortega, conocido en su casa a la hora de comer, hizo un faenón en Linares a un toro de Juan Pedro- si nos centramos en el aspecto técnico de la misma pero, lo que se dice épica, eso no aparece ni por asomo. Para que una faena tenga épica, por tanto emoción de cara a los tendidos, el toro tiene que trasmitir peligro, emoción, autenticidad y rigor, que nada de ello está reñido con la bravura, y es algo que sucede muchas veces, sencillamente, las que aparece un toro de verdad, de eso sabe mucho Paco Ureña que, como es notorio, se ha pasado al bando “enemigo” porque es más rentable.

Todos recordamos, por ejemplo, la faena que hizo Curro Díaz al toro de Baltasar Ibán el pasado año en Madrid; un toro bravísimo pero que, había que jugarse la vida, cosa que trascendió a los tendidos, de ahí el éxito del diestro. O a ese mismo Curro Díaz el pasado viernes junto a Ponce que, mientras que Enrique lidiaba dos bombones de Estepa, a  Curro le tocó eso toro bronco y duro, cosa difícil en este tipo de ganaderías pero que le cayó en “suerte” a él para que se jugara la vida de verdad, emocionara a los tendidos y, de haber acertado con la espada dos orejas hubieran ido a sus manos. Claro que, como Curro Díaz no suele matar el “burro” fofo a diario, no tiene tratamiento de figura, pero sí de torero inolvidable y, la mayoría de las veces, con el toro que da grandeza a sus lidiadores.

Hagamos ahora una lista de las ganaderías que, por supuesto, no son nada “comerciales” porque dichos toros se crían para deleite de los aficionados y, sin duda, de los toreros llamados machos. Anote, maestro Muñoz, Miura –de las que usted no sabe ni donde está la ganadería- Palha, José Escolar, Celestino Cuadri, Baltasar Ibán –por cierto, un toro de dicha ganadería mató a Fandiño- Victorino Martin, Adolfo Martín, Murteira Grave, Ana Romero, Conde de Cabral, los mismos Torrestrella y, por supuesto, todos los que no tienen sangre Domecq que, en realidad, son muchísimas ganaderías. Ahora, como digo, desde lo más altos “púlpitos” del periodismo, caso de Movistar televisión, adoran, pontifican al medio toro y desdeñan, como no podía ser de otro modo, el toro de verdad.

Son otros tiempos los que estamos viviendo porque, si echamos la vista atrás y comprobamos lo que hacían los toreros de antaño podemos morir de pena. Ponce, en la actualidad, es el más grande, el más técnico, el que mejor entiende a los toros –a los toros que lidia, por supuesto- en los treinta años que lleva como matador. Pues ahí va el dato, José Gómez Ortega más conocido como Joselito El Gallo, estuvo como matador en activo apenas ocho temporadas en las que mató cuarenta y cuatro corridas de Miura por una cuestión de dignidad profesional porque, como sabemos, dichos gestos no le hacían falta para nada para engrandecer su carrera profesional que, en aquellos momentos era muy grande.

La pregunta es inevitable, ¿cuántas corridas de Miura ha matado Enrique Ponce? Que nos los diga Emilio Muñoz que dicha ganadería sabe mucho. Joselito, por el contrario, salía a más cinco corridas de Miura por temporada lo que equivaldría a decir, en los momentos actuales, para que comparásemos a Ponce con Joselito es que, Enrique, debería de haber matado según los años que lleva en activo, ciento sesenta y cinco corridas de Miura para ponerse a la altura de Gallito.

El dato creo que es revelador. Pero aquel estigma siguió vivo durante muchos años porque, las figuras de aquellos tiempos tenían lo que conocemos como dignidad y orgullo por ser toreros, lo que les permitía enfrentarse a todo tipo de toros. A Manolete lo mató un toro de Miura. Antonio Bienvenida se doctoró con los todos de don Eduardo y, así, una lista interminable. Pero llegaron los tiempos modernos, se adulteró el toreo hasta los límites del toro tonto e inofensivo hasta el punto de que, dichos animalitos, ya no tienen alientos ni para dar cornadas, razón por la que las figuras se han decantado hacia ese toro adormilado que les permite ponerse bonitos pero, que vayan con cuidado que cada día quedan menos tontos. Desdichadamente, tontos siempre los habrá porque para eso tenemos a Movistar tv, para hacerles creer a los menos avezados en cuestiones taurinas que, Ponce y sus correligionarios serán siempre los mejores, sin toro, pero los mejores.

Eso sí, mientras la prensa festivalera y los grandes medios de difusión, en este caso la televisión, sigan vendiendo como autenticidad las corridas del medio toro adormilado, difícil lo tenemos los aficionados y, lo que es peor, los criadores del toro auténtico que, muchos de ellos tienen que llevarlos directamente al matadero. ¿Existen o no existen las corridas comerciales? ¿Queréis más datos? Mirad la carrera de las figuras actuales y observáis el tipo de ganaderías que matan y, por supuesto, las cornadas recibidas.

En la imagen, un toro desmochado de Juan Pedro que, como es notorio, es lo que lidian las figuras. Así, con ese tipo de toros, como decíamos, Juan Ortega puso el toreo al revés en Linares pero, no tenía toro que emocionara.