El artista linarense Curro Díaz pagó ayer con sangre su entrega, arte y valor frente a una corrida encastadísima; por dos veces resultó cogido el diestro y, al final, en su segundo enemigo se llevó una cornada en el vientre, amén de una luxación en el hombro. Mala suerte la de este hombre que, por su raza y capacidad no dudó en acudir a su cita burgalesa, sabedor de que, con aquellos toros el peligro era una constante.

Una vez más, como se demuestra, hasta el destino confabula en contra el que más lo merece; digamos que, no queremos que nadie resulte herido pero, existe una verdad incuestionable, siempre caen heridos los que se enfrentan al toro fiero y encastado y, en el caso de Curro Díaz no ha habido excepción alguna; para colmo, según las crónicas, el de Linares resultó cogido en dos ocasiones, la primera frente a un toro incierto que, parecía la tonta del bote pero que, dentro de su ser tenía malas intenciones como así se demostró. En su segundo, sobreponiéndose al trance anterior, tras una faena de una entrega absoluta, me ciño a las crónicas, a la hora de matar el toro no le perdonó y le asestó la puñalada.

Las circunstancias, la vida misma, si de toros hablamos, me sigue dando la razón de que existen dos tipos de toros; los domesticados y los fieros y, mientras los primeros son como dulces de Estepa, los segundos son fieras salvajes que, a poco que el diestro se descuide tiene el pitón metido en sus carnes. No lo digo yo, lo dicen los resultados de todos aquellos que han sido heridos esta temporada que, ninguno de los que han visto lacerados sus cuerpos ostentan el entorchado de figuras.

Una pena lo de este hombre que, si ya arrastraba la amarga cruz del olvido por parte de muchas empresas, ayer, en Burgos, volvía ilusionado a una gran feria norteña y, tras exponer su arte, un toro con ideas criminales le asestó con saña la cornada; salió ileso del primer envite, pero no se escapó del segundo. Lo que nos preocupa es la lesión de la que hablan puesto que, las cornadas, por duras y complicadas que sean, curan muy pronto en los cuerpos de estos hombres que, sin duda alguna, son de otro planeta.

Por la calidad de su toreo le deseamos lo mejor; aquello de prescindir de los artistas es algo muy duro, una acción discriminatoria por parte de los empresarios que le siguen ninguneando, algo que duele en el alma pero, que esa misma circunstancia venga dada por la causa de la cornada, la dureza no puede ser más cruda y dura.

Pese a todo lo ocurrido con el diestro Curro Díaz que pagó con sangre su entrega y su disposición, hay que felicitar a la empresa que, en dos días consecutivos, sin figura alguna, ha logrado llenar el coso burgalés, eso es un milagro o, si se me apura, algo habrá hecho bien el empresario, Alberto García, para concitar el interés de los aficionados. Para colmo, como pudimos ver, en el mismo festejo, Morenito de Aranda certificó, con el mejor toro del festejo, el gran momento que atraviesa, dos orejas y la puerta grande, otro motivo de orgullo por parte de los aficionados que, ávidos de emociones, por dos tardes consecutivas, con la anuencia del su majestad el toro, han salido los aficionados del coso citado con el corazón henchido de placer por todo lo que allí han visto.