Como no podía ser de otro modo, en el debate de anoche ante las elecciones del próximo 4 de mayo en Madrid, Pablo Iglesias tenía que decirlo; los toros no son cultura, por tanto, ni un céntimo para este sector. Es decir, no venía ni al caso pero, el tipo la soltó. Claro que, para Pablo Iglesias, lo que él entiende por cultura no es otra cosa que esos bodrios cinematográficos de un tal Pedro Almodóvar que, eso sí que tenemos que financiarlo con dinero de los españoles. Quedó clarísimo, en pocas palabras que de mandar Pablo Iglesias en Madrid o, como ya sucedieran cuando era el segundo del guapo de turno en el gobierno, los toros han sucumbido ante las garras de semejantes personajes.

Me gustó el valor que tuvo la señora Díaz Ayuso enfrentándose en solitario, con más valor que José Tomás cuando pisa terrenos prohibidos, a esa camada de buitres que la querían devorar pero que, para su suerte, salió ilesa y, lo que es mejor, triunfadora. Ayuso supo lidiar como nadie, razón por la que salió indemne en el debate mortal que le habían preparado. Si no recuerdo mal, es la primera vez en la historia que un político tiene que enfrentarse, en solitario, a cinco adversarios, la mayoría, todos resabiados como los toros de Miura.

La puesta en escena de ese indeseable llamado Pablo Iglesias le resultó ridícula; parecía un obispo en sus horas bajas disertando un sermón plagado de mentiras, justamente, el “valor” donde siempre se ha apoyado, mentir que, como Sánchez, es su caldo de cultivo. Mucha palabrería, pocos hechos relevantes y, ante todo, mentiras por doquier con la finalidad de convencer a los más ignorantes que, tras el debate de ayer no creo que queden muchos en Madrid.

La señora Mónica García que, más que en un debate, ella se sentía como en el lavadero municipal donde antaño se sacaban todos los trapos sucios, no para lavarlos, pero sí para mostrárselos a las vecinas de lavadero. Como buena militante de izquierdas, García no dudada en llevarse por delante lo que encontrase en su camino. Muchos gritos de su parte, palabrería barata la que dudo que nadie crea y, mucho menos le voten. Viniendo de la mano de Errejón, Echenique y demás personajes nefastos, votar a la izquierda radical sería una catástrofe en toda regla, algo que Madrid pagaría muy caro.

Una pena que Ciudadanos haya quebrado como partido porque, en el día de Ayer, Edmundo Bal estuvo correctísimo; yo diría que hasta brillante porque basó su discurso en el equilibrio de sus palabras y, sin acritud, dijo el hombre su mensaje. Insisto que, con hombres como Bal, es un dislate que su partido haya desaparecido como tal, en el peor de los casos, a nivel estatal que es ahí donde tienen la tragedia.

Lo de Gabilondo clama al cielo. Pobre hombre. En política todo se puede esperar pero, lo de este personaje es de enmarcarlo. Un tipo que es profesor universitario pero que, en política no dice nada, prestarse al juego sucio de su amo, ese tal Sánchez, es de vergüenza nacional. El pobre hizo un ridículo de espanto que, como todos deseamos, ojala le sirva para fracasar con estrépito en Madrid que, en realidad, es lo que se merece.

Rocío Monasterio estuvo magistral, sencillamente, cuando le recordó a Iglesias cuando éste y sus huestes, apedrearon a Vox en uno de los mítines en Madrid. Dicha señora, por lo visto, tiene un largo futuro en la política porque, para su fortuna, tanto ella como su formación, son inmaculados porque nadie les ha podido imputar ninguna mala acción, todo lo contrario de Pablo Iglesias que tiene imputaciones por doquier, al margen de la maldad que lleva escrita en la cara. Al margen de su mensaje clarificador, la señora Monasterio no tiene doble vida como Iglesias que, como sabemos, llegó a la sede de la televisión en un taxi para seguir vendiendo la burra ante sus pobres y, lógicamente, cuando se marchó lo hizo en un auto oficial. Pero sí, aquello de vender la burra lo hace de forma perfecta, el problema es que será difícil que nadie le crea.

¿Cuántas residencias visitó usted cuando era el responsable de las mismas? La preguntó Díaz Ayuso a Pablo Iglesias. La pegunta, lógicamente no tenía respuesta y, entiendo que aquello se podía considerar como una estocada hasta la bola para que el tipo cayera rodado a sus pies. ¿Verdad? Es más, pienso, sostengo, que los datos que mostró la señora Ayuso al respecto de Madrid, hasta el más tonto del lugar podrían comprender su verdad. Otra pregunta clave de Ayuso para Iglesias. ¿Dígame la fuente de donde ha sacado usted esos datos? Y, claro, nos quedamos sin fuente, cosa lógica cuando se hacen acusaciones con mentiras.

Deseo, como español, que triunfe la cordura en Madrid, sencillamente porque desde la capital de España, gobernada con éxito, todo ello puede ser el gran trampolín para que, en las próximas elecciones, apartemos para siempre a la apestosa izquierda de España, la que todo lo basan en la mentira, la traición y, como está sucediendo ahora, con hambre y desolación.

Conclusión, la izquierda quería degollar a la señora Ayuso en el debate citado y, presagio que, dicha dama ha salido más fortalecida que nunca de dicho envite; no era fácil; se trataba de cinco adversarios, algunos con muy malas ideas dentro de su cuerpo; vamos, utilizando la jerga taurina, con peores intenciones que los toros de Saltillo resabiados que tantas veces hemos visto lidiar. Nos queda, como consuelo, pensar que la señora Monasterio, auspiciada por ese líder carismático llamado Santiago Abascal, llegado el momento apoyará la razón y la cordura de Isabel Díaz Ayuso, tampoco se podría entender de otra manera.

La imagen que mostramos lo dice todo. Vemos a Pablo Iglesias con su expresión de odio al más alto nivel mientras que, la señora Diaz Ayuso, rezuma bondad y ternura por todos los poros de su piel. Ambos puntos de vista no serían definitorios, pero lo tienen porque los hechos son los que le han dado grandeza a Ayuso mientras que, Iglesias, hasta la fecha, todo lo ha sustentado con las mentiras.