Así definió el régimen que padecemos que es una dictadura en toda regla, al que este gobierno social-comunista nos ha infectado la sociedad actual. Democratura, hasta en eso tiene gracia el autor de dicha definición que no es otro que Alfonso Guerra, el que fuera la mano derecha de Felipe González que, como se ha demostrado, era un hombre de estado puesto que, las críticas que ahora hace al llamado PSOE son de cuidado. ¡Y lo dice Alfonso Guerra, manda carallo como diría Fraga!

Nosotros, los aficionados a los toros nos quejamos de este gobierno cruel, más bien diría criminal, sencillamente porque han atacado a una parte importantísima de la cultura de España. Bien es cierto que, a tales personajes que nos “representan” en el Parlamento, esperar que defiendan una fiesta a la que odian con todas sus fuerzas es una utopía insalvable de cara a nosotros los que, con buena voluntad y mejor raciocinio, siempre creíamos que la fiesta de los toros seguiría siendo patrimonio de nuestra cultura pero, craso error el que cometimos porque, al año venidero, y con la ayuda de la pandemia, este maldito gobierno habrá logrado su objetivo, la desaparición para siempre de una fiesta más que tricentenaria pero que, como quiera que unos apestosos no les gusta, la dejarán morir por completo.

Las gentes taurinas, en calidad de aficionados tenemos derecho a quejarnos por la política nefasta que estos aberrantes personajes han llevado a cabo pero, lo que nos ha sucedido a nosotros apenas es la punta del Iceberg de todo lo que a España se le viene encima. El caos ya es total y, como hemos visto, hasta los “viejos” líderes del PSOE se han posicionado frente al cara dura y mentiroso de Sánchez pero, para él, los que le critican son viejos y obsoletos, es decir, apenas saben de nada porque toda la sabiduría del mundo se la dio Dios a él, como demuestran las pruebas. Recordemos que, antes de que llegara Pedro Sánchez al poder, para él incluso, la mentira era la peor de las infamias que un tipo pudiera hacer pero, ya vimos, llegó a donde quería a base de mentiras, patrañas, embustes, milongas, trampas y, según su conciencia, todo está bien. ¿Se puede ser más cara dura y más canalla?

O sea que, según estas gentuzas, lo de mentir es lo más normal del mundo y, si se me apura, tienen razón. De no ser por las mentiras, ¿cómo coño iba a apoyarle el coletudo que no es torero? Al igual sucede con Bildu, el partido que Sánchez dijo que no pactaría jamás y, el muy traidor, ha caído en las garras del pro-etarra y, a estas alturas, ya está acercando a todos los asesinos al país vasco para que no sufran en lo más mínimo. Claro que, ¿qué se puede esperar de un funesto personaje que le da el pésame a los familiares de un etarra que se suicidó en la cárcel y jamás ha tenido unas palabras de aliento para las familias de los miles de asesinados por ETA?

Como decía, eliminar los toros sería casi lo más suave que este gobierno llevará a cabo pero, entre otras cosas, que prohíban la lengua de Cervantes en España, que exista una ley para que aprueben todos los gandules y analfabetos de este país, que sigan con la lucha para exterminar la Corona de España, que pacten con gentuzas como los catalanes que, entre otros logros, siguen manteniendo al prófugo de Puigdemont a cuerpo de Rey en Bruselas como si de un líder inmaculado se tratare.

Insisto, nos quejamos los taurinos del trato que este pestilente gobierno nos ha dado pero, ello apenas es un pura broma comparado con todo lo que tienen entre manos que, para mayor desdicha, ellos lo definen como política progresista; es decir, apenas faltan cinco minutos para que seamos la competencia pura y dura de Nicolás Maduro. No lo digo yo, ni tampoco las fuerzas de la derecha de España, lo dicen los que fueran líderes socialistas en que, en su momento, hasta fueron capaces de poner a España en las más altas instituciones del mundo, tanto a nivel político como laboral e industrial. Y, cuidado, todo esos hombres que ahora critican a estos apestosos y analfabetos, no creamos que eran simples afiliados al partido, eran hombres que lideraron y dirigieron los destinos de España durante muchos años y, lo que es mejor, lo hicieron perfecto hasta que, como siempre, salen cuatro desalmados para destruir la labor de aquellos hombres admirables; pero la historia está escrita, sus logros ahí quedaron.

Por cierto, la señora Isabel Celáa, puede ser la más fea del mundo que, si se me apura, lo es. Pero de eso no tiene la culpa ella, defectos físicos los tenemos muchos porque no es una elección nuestra y, con toda seguridad, ella hubiera querido tener un físico más agradable. Lo que sí es imperdonable a dicha señora es la asquerosa ley de educación que ha hecho en que, aquello de motivar al estudiante para que saque buenas notas, eso ya pertenece al pasado, ahora hay que aprobar a todo el mundo, de ahí el rasgo de generosidad que ella misma se atribuye y, el castellano, eso ha pasado a mejor vida; hala, a la mierda con la lengua de Cervantes que para eso tenemos lenguas autóctonas que no usa nadie pero que, la muy imbécil de la susodicha, quiere meternos por el culo y, lo ha logrado que es lo peor.

Por el amor de Dios, vamos, que si mandamos hacer por encargo un gobierno más apestoso, a cualquiera le hubiera resultado grotesco y, lo que es peor, imposible. Pero estos indeseables lo han logrado. Os recomiendo que leáis la historia de España empezando, eso sí, por el año 1934, justamente el año que entregó su alma a Dios Ignacio Sánchez Mejías que, como se demostró, con su muerte se evitó el bochorno de todos los que, como Zapatero, en aquellos años instaron a España para llevarla a la destrucción y a la muerte, como ahora mismo, sí señor. Y digo Zapatero porque, como se sabe, es el único líder que apoya a estos cafres apestosos como al gobierno de Venezuela y, es lógico, porque el pobre es subnormal desde que su señora madre lo trajo al mundo. ¿O no lo lleva escrito en la cara?