Hoy celebramos el día del libro, 23 de abril y, para colmo, festividad de San Jorge, toda una dicha en toda regla. De alguna manera, si de libros hablamos, entiendo que estamos festejando nuestra propia fiesta puesto que, los toros, como tales, han hecho correr miles de ríos de tinta en cuanto a libros, crónicas, reportajes, críticas y tantos millones de letra impresa que, sin lugar a dudas, las mismas han certificado la grandeza de nuestra fiesta tan bella como emotiva.

Si todo está en los libros como reza uno de nuestros axiomas, los toros jamás quedaron al margen de esta cuestión, no en vano, hace muchísimos años, cuando editar un libro era una auténtica odisea, los toros ya tenían la suficiente magia y fuerza como para que las imprentas trabajaran a destajo para que muchos libros vieran la luz. Gracias a los libros hemos podido aprender lo poquito que sabemos, no porque se haya escrito poco, más bien porque, como alumnos de esta escuela singular que es la vida, es en ella donde hemos aprendido muchas lecciones maravillosas.

En ocasiones pensamos que la fiesta está en plena decadencia, algo que es posible que sea cierto. Pero lo que no decaerá nunca es la creatividad de nuestros autores taurinos que, auspiciados por la magia que rezuma la fiesta de los toros, desde tiempo inmemoriales, los toros han sido plasmados en los libros, por tanto, inmortalizados para la eternidad. Miles de libros taurinos se han editado, todo ello, para contradecir a los recalcitrantes que sostienen que la fiesta está moribunda. Si ello fuera cierto, ¿quién se atrevería a escribir un libro de toros? Y se han escrito por miles, justamente, de una materia que, en la actualidad, hasta tiene innumerables detractores.

Un libro es un instrumento mágico, no me cabe la menor duda. Pero en todos los órdenes y facetas y, si como es nuestro caso, los libros hacen referencia a esta fiesta ancestral y maravillosa a la que conocemos como los toros, el mérito es increíble. Muchos libros han sido auténticos números uno de ventas y ediciones, algo que si se me apura es lo más normal del mundo cuando la obra tiene contenido emotivo. Pero que de un libro taurino se hayan hecho cuarenta ediciones, eso suena a milagro. Es el caso de JUAN BELMONTE, MATADOR DE TOROS cuyo autor, Manuel Chaves Nogales no era aficionado a los toros, mérito más grande si cabe. Es por ello que, desde ahí nace la magia de esta fiesta singular y única que, en el devenir de los años, motivó a escritores que, como Nogales, no sabían de toros.

A lo largo de los tiempos, no sabría explicar las razones, pero han sido cientos de autores los que se han recreado en la fiesta para inmortalizarla en todos los órdenes. Mucho me gustaría gozar de una memoria privilegiada para poder enumerar tantísimas obras cuyo contenido esencial son los toros. Así, a vuela pluma, me vienen a la mente escritores como Valle Inclán, José María de Cossio, José Ortega y Gasset, Antonio Machado, García Lorca, Gabriel García Márquez, Caballero Bonald, Fernando Savater, Enrique Tierno Galván, José Bergamín, Ernest Hemingway, el citado Chaves Nogales, Filiberto Mira, Carlos Abella, Javier Bustamante, Ramón García Mateos, Pedro María Azofra, Paco Cañamero, Joaquín Vidal, Alfonso Navalón, Paco Delgado, Domingo Delgado de la Cámara, Carlos Crivell, José Luis Cantos Torres, Antonio Lorca, Fernando Sánchez Dragó, Javier Villán……y una enorme lista de autores que, juntos, le han dado sentido a la fiesta inmortalizándola para siempre.

Celebramos en el día de hoy la festividad de San Jorge como antes dije y, como queda dicho, el día del libro, sencillamente porque ante este hecho le rendimos culto a dos de los mejores narradores de todos los tiempos que, casualmente murieron el día de hoy, Miguel de Cervantes y Willian Shekespeare, un español y un inglés que, con su talento, pasados los años, han logrado que nadie les olvide. No podía ser de otro modo porque ellos, como tantos, nos dejaron como legado sus libros, su inteligencia, su cultura y sus vivencias para que, pasado el tiempo sigan vivos juntos a nosotros.