La fortuna no ha querido aliarse con los buenos aficionados que, todos, sin distinción, esperábamos con ansia desmedida la comparecencia de Diego Urdiales en la llamada gira de la destrucción que, con todo nuestro pesar, así debemos de definirla. Como dije muchas veces, las intenciones eran buenas, la prueba es que, para dicha gira, hasta se había contado con Diego Urdiales pero, los resultados han sido nefastos.

Eran muchas las esperanzas que albergábamos en torno a la actuación del diestro de Arnedo pero, ya vimos, nuestro gozo en un pozo debido a las precarias condiciones sanitarias que padecemos como consecuencia de la pandemia que, brutal como pocas, tampoco ha perdonado a Diego Urdiales que, a modo de maldición, ésta se ha encargado de que los aficionados no podamos tener el gusto, la dicha de admirar a tan celebrado espada.

Para su desdicha, el año ha pasado en blanco para el torero riojano que, como se sabe, había despertado una gran expectación al respecto de su única comparecencia, en este caso mediante la difusión de su imagen por las pantallas de la televisión. Hasta ahí nos ha llegado la suerte; es decir, al respecto, ha sido nula por completo.

Había mucha ilusión por ver a Diego Urdiales, aunque fuera en una sola comparecencia porque, ante todo, el artista ya tiene leyenda, es decir, faenas de altísimo nivel que viven en el corazón de los aficionados, de ahí la concitación a la que aludo a favor del matador que, sabedor de su valía, no duda, tarde a tarde, en entregarnos lo mejor de su ser que, en definitiva no es otra cosa que ese caudal de torería que anida dentro de su ser.

Fijémonos que, han pasado dos años desde su apoteósica tarde en Madrid y, todavía, Urdiales vive dentro de nuestro corazón porque aquel caudal de torería que nos ofreció en tan apasionada tarde, jamás se podrá borrar de nuestra mente; yo diría que, aquella tarde, para los aficionados, sigue siendo nuestro gran referente cuando hablamos de este lúcido admirable.

Recordemos que, como es notorio, los aficionados, en torno a la gira mencionada, no esperábamos a figura alguna, pero sí a un torero cabal, convicto y confeso ante su arte; un artista en toda la extensión de la palabra, de ahí la expectación que dicho diestro nos motivaba. No ha podido ser y, de forma inevitable tendremos que esperar al año que viene para, con el permiso de Dios si éste aleja para siempre esta pandemia, que podamos volver a la normalidad en todos los sentidos, razón por la que sospechamos que podrá haber festejos taurinos y, sin duda, Diego Urdiales queda como referente para el próximo año.

El hombre propone y Dios dispone, este ha sido el caso en esta temporada en que, todos nos habíamos ilusionado en miles de cosas y, el toreo no era una excepción y, todo se ha venido abajo con estrépito, hasta el punto de que no hemos tenido la menor fortuna respecto al mundo de los toros, hasta el punto de que, como dije, una sola comparecencia de Diego Urdiales en un pueblo del mundo pero, con la salvedad de la televisión, al final nada ha sido posible. Igual todo ha sido para bien. Dios sabrá.