Es para congratularnos todos los aficionados ante el hecho de la vuelta a los ruedos de José Tomás, en este caso, el próximo 12 de junio en Jaén, justamente en una corrida a su manera porque, de José Tomás se puede esperar todo, sencillamente porque si hay alguien capaz de asombrar en el toreo es el diestro de Galapagar que, alejado de todo arquetipo reinante es capaz de sorprendernos a todos, razón por la que, artísticamente, está por encima del bien y del mal. Al efecto, se anuncia con cuatro toros, como podía haberlo hecho con seis u ocho.

Es verdad que, si no fuera tan cicatero en lo que a sus apariciones en los ruedos se refiere, la fiesta tomaría otro cariz pero, no es menos cierto que, en su momento ya ostentó el entorchado de figura y se comportó como tal; es más, llegó hasta donde los demás sueñan mientras que, para él, a sangre fuego llegó hasta lo más alto, como lo demostrara en aquellas sus dos últimas actuaciones en Madrid en el 2008 que, si quedaba alguna duda, aquellas tardes se disiparon todas dudas que pudiéramos albergar.

Ahora mismo, José Tomás tiene el título que todos los toreros del mundo quisieran ostentar, éste no es otro que ser el dueño de su destino, el capitán de su nave y el marinero que la disfruta. Como sabemos, cinco lustros después de que se doctorara, José Tomás no viene a quitarle el pan a nadie, ni a anunciarse en los pueblos más insospechados porque, como gran torero que es, es consciente de que esas plazas son el reducto de todos aquellos que no han alcanzado la gloria.

Regresa José Tomás para reconfortarse a sí mismo, para seguir creyendo que su propia persona y, ante todo, para demostrar a los demás que, su grandeza es la que cautiva, razón por la que el próximo 12 de junio, el diestro llenará la plaza más grande del “mundo” como es la de Jaén, sencillamente porque no se ha llenado jamás. Ese es el reto de José Tomás, expandir su magia, demostrarle al taurinismo que, las normas y los dogmas no sirven para nada, si acaso para seguir cometiendo los mismos errores. Así, con su manera heterodoxa de entender la vida y el toreo, con toda seguridad arrebatará al gentío como lo ha hecho siempre en los últimos años y, a su vez, cuando competía con las máximas figuras de las que nadie le pudo igualar.

Es una pena que un torero tan grande no se prodigue como todos quisiéramos pero, la decisión es suya, la que no podemos revocar porque, como antes decía, José Tomás es el dueño de su destino, un logro que muy pocos toreros han logrado a lo largo de la historia porque, como sabemos, pasará a la posteridad habiendo sido el torero que menos ha toreado y el que más ha cautivado.

El diestro nos dará una tremenda lección, especialmente a sus compañeros figuras del toreo que, ni juntándose tres de ellos han logrado llenar la plaza de Jaén, como ha ocurrido en decenas de plazas en las que actúan. Él, con su sola presencia, como ha sucedido en todas las plazas en que ha toreado desde su reaparición en 2007, ha reventado las taquillas y ha conseguido éxitos inenarrables.

Un caso raro sin duda alguna el de este hombre que, arrebatado en su interior, quiere mostrar al exterior la grandeza que sigue anidando en su corazón, la que muestra a base de torería, verdad y demás argumentos que no se pueden explicar pero sí palpar cuando él está en el ruedo. Podremos criticarle cuanto queramos porque para eso somos tan libres como él, pero nadie podremos mancillar su grandeza intrínseca, la que le aupó a lo más alto de la torería mundial y, sin cifras ni datos estadísticos, estamos hablando de un torero que ha hecho leyenda en la tauromaquia habiendo sido, de las figuras de los últimos cinco lustros, el que menos ha toreado en la historia. ¿Se puede comprender? Es difícil, pero es una realidad inexpugnable.