Todo el mundo se está frotando las manos porque el llamado Bono Cultural, al final, se ha expandido hacia el mundo de los toros, es decir, los jóvenes que lo perciban podrán destinarlo al espectáculo más bello del mundo. Dicho así parece toda una dádiva del gobierno hacia los jóvenes y, lo que es mejor, como si de un respeto se tratare de cara la fiesta taurina. Una dádiva, eso sí, que ha tenido que ser rectificada por el Tribunal Constitucional puesto que, a priori, Sánchez no contemplaba dicho bono para que pudiera gastarse en los toros.

Claro que, la cuestión no es que el mentado regalo pueda gastarse para asistir a nuestra inigualable fiesta, el meollo de la cuestión radica en otro asunto de mayor gravedad que, por lo que veo nadie ha reparado en ello y, tampoco hace falta haber estudiado en Oxford para darse cuenta de la jugada. La apariencia de dicho regalo suena como un acto de generosidad del gobierno para los jóvenes que, la gran mayoría tienen el bolsillo muy pobre y toda aportación que les llegue venida del cielo, alabado sea Dios.

Pero el asunto no es tan bello como lo pitan porque, en realidad, lo que sucede con dicho aporte hacia los jóvenes, cuatrocientos euros para cada uno de ellos que cumpla sus dieciocho años en este año que vivimos que, para mayor infamia, hay elecciones. O sea que, el gobierno dilapida doscientos millones de euros, una nimiedad comparado con lo que gasta el ministerio de igualdad en sus famosas guarradas. Está claro que, cada día que pasa nos parecemos mucho más a Venezuela, por citar un país regido por gentes malvadas que a diario compran la voluntad de los venezolanos dándoles una “bolsita de comida” para que no mueran de hambre.

Qué casualidad, justamente en un año electoral se les dan cuatrocientos euros a todos los jóvenes que cumplan dieciocho años, precisamente cuando tienen derecho a voto. ¿Y por qué no se les da a los que cumplan dieciséis? Blanco y en botella. Hablamos de un soborno camuflado del que parece que nadie se ha dado por enterado y, es más, ¿qué puede arreglar un joven con cuatrocientos euros? Irse una noche de borrachera, asistir a esos conciertos macabros donde reina el botellón o ver dos corridas de toros si hace falta pero, la pregunta sigue siendo obligada. ¿Tiene algún sentido lógico el citado bono? Ninguno y, lo que es peor, no hace falta para nada.

Cierto y verdad es que de este nefasto gobierno lo podemos esperar todo, desde la dilapidación de miles de millones en estupideces, hasta que se gasten una fortuna en un anuncio televisivo para enseñarnos a follar. Gobierno de España, sí señor, con dos cojones. O sea que, hasta la llegada de estos desaprensivos al gobierno, los españoles no sabíamos ni lo que era un preservativo y los niños se “fabricaban” a oscuras. Mierda para esas gentuzas que, en realidad es lo único que merecen. Eso sí, los perros están de enhorabuena puesto que, hasta que estas apestosas gentes llegaron al poder, los perros los mataban en las cunetas y ahora hay que hacer un curso para mantenerles.

No todo tenía que ser malo porque, en la actualidad, renovarte el carnet de identidad es toda una proeza, ahora bien, si en vez de llamarte Manolo te quieres poner Pepita de nombre y operarte del sexo que detestas, eso te lo arreglan en cinco minutos. Hemos avanzado muchísimo, especialmente todos aquellos descerebrados que no saben qué lugar ocupan en el mundo. Y para esos son los que el gobierno de Sánchez trabaja, al pueblo llano y sus problemas que se jodan todos.

Respecto al bono citado, Se vende un hombre, Ángel María de Lera lo dijo hace muchísimos años y, sigue siendo una verdad que aplasta. Si queda un reducto de gente lógica en nuestro país, les invito a la reflexión, creo que merece la pena.

En el eslogan del Gobierno dice que, el bono cultural da para mucho y, es cierto, especialmente para comprar la voluntad de miles de ignorantes que llegan al mundo de la adultez creyendo que vivimos en el paraíso.