Ya dijimos en su momento que, la exclusión de Manolo Escribano en la feria de Madrid era la canallada más grande que se le puede hacer a un torero puesto que, su hoja de servicios en Las Ventas es digna de encomio y, al parecer, como da la impresión de que no le hace reverencias a Simón Casas, éste lo ha dejado en la puta calle. Así está el toreo y de tal modo son sus protagonistas empresarios. La denuncia de su ausencia la hicimos nada más saber los carteles pero, para que los hechos fueran los más sangrantes del mundo, Escribano, con su actuación en Sevilla frente a los toros de Victorino Martín ha dejado una estela imborrable en La Maestranza y, lo que es peor, tener que soportar la cruel afrenta de un empresario palabrero al estilo de Pedro Sánchez, es decir, hablar mucho y no decir nada.
Es cierto que, si de Sevilla hablamos, Morante ha eclipsado a todo el mundo, pero nadie repudiará ni negará en lo más mínimo la soberbia actuación de Manolo Escribano frente a los Albaserradas de Victorino Martin, cuajando, en dicha tarde, su epopeya artística más grande en la plaza citada. Si en su primero se jugó la vida como pocos en el mundo, la actuación en su segundo bicorne alcanzó unas proporciones muy difíciles de explicar puesto que, muy pocas veces hemos visto torear al ralentí como lo hizo el diestro de Gerena frente a un bravísimo ejemplar de la ganadería citada. Era un animal de cara o cruz que, dicho sea de paso, cualquiera hubiera cargado con la cruz de lo que suponía su inmensa bravura pero, nuestro hombre le aplicó la faena que el toro merecía y firmó una de las grandes obras de la feria.
¿Qué sentirá Escribano en el fondo de su corazón al saberse ausente de una feria como la de Madrid en la que, insisto, siempre firmó páginas ejemplares, incluso regando su albero con su sangre? ¿Acaso no había hueco en la corrida de Victorino Martín que la torean Paco Ureña y Emilio de Justo, incluso en otras muchas? Haberlo lo había pero, Simón Casas quería ahorrarse un sueldo y lo consiguió, en detrimento y ofensa hacia este admirable diestro que, repito, se ha quedado compuesto y sin novia.
En la feria de Madrid caben muchos toreros, es la pura verdad. Pero si analizamos y echamos mano de los méritos de cada cual, muchos deberían de haberse quedado en sus casas y, los que en verdad lo merecían, haber entrado en dicho serial. Simón Casas que presume de todo, como empresario, podía haber hecho un cartel redondo si de Madrid hablamos. Anotemos. El Cid, Curro Díaz y Manolo Escribano con una auténtica corrida de toros. Tres hombres ausentes del serial que, los tres, son dignos de admiración y mucho más por la afición de Madrid, sencillamente por las bellas páginas que han escrito en la historia de Las Ventas.
No quiero ofender a nadie porque todo el que se pone delante de un toro tiene mucho mérito pero, si de logros hablamos, los de Manolo Escribano son infinitamente superiores a muchos de los mediocres que allí se acartelan. Faltaba, como digo, la eclosión artística y maravillosa de este torero admirable en la feria de Sevilla que, por “culpa” de Morante no se llevará todos los premios de dicho ciclo hispalense. Insisto que, lo de Morante pasará a la historia pero, la actuación sublime de Manolo Escribano frente a una encastadísima corrida de Victorino Martín nos costará mucho de olvidar; primero porque Escribano se jugó la vida de una forma apasionada en el primero de su lote y, acto seguido, porque toreó como los ángeles en su segundo enemigo, un toro que habría retirado del toreo a medio escalafón.
En la primera imagen vemos a Manolo Escribano con el toro de Victorino Martín al que desorejó y, en las siguientes instantáneas, obra y gracia de nuestro admirado Andrew Moore, distintos momentos del diestro de Gerena, tanto en Madrid como en Bilbao, siempre con el toro auténtico y verdadero.