Lo que pudimos ver ayer en Bilbao tiene tintes de tragedia por mucho que, algunos, como parte interesada del espectáculo quieran darle aires de grandeza cuando, la realidad nos ha mostrado todo lo contrario. Era la reapertura de la plaza tras dos años cerrada por los motivos de todos sabidos, se había remodelado para dejarle guapa, se compuso el mejor cartel del momento, tres máximas figuras del toreo y el mejor rejoneador de todos los tiempos. Y, en realidad, ¿qué pasó?
Esa es la pregunta que no tiene respuesta porque, insisto, de cara al gentío, la empresa había confeccionado un cartel singular en el que, Pablo Hermoso de Mendoza como rejoneador y los diestros, Manzanares, Talavante y Roca Rey con animales de Jandilla. Lo dicho, sobre el papel, el mejor cartel del mundo. Nada que objetarle a la empresa pero, algo grave sucedió para que la otrora sabia afición bilbaína se quedara en casa y, apenas poco más de media plaza de aficionados bullangueros asistieron al evento.
Tras la ausencia de miles de aficionados al coso de Vista Alegre, uno piensa que, los que se quedaron en casa acertaron porque el festejo resultó de lo más aburrido en todos los órdenes y, para colmo, hasta Eolo hizo acto de presencia en el festejo para que todo quedara más difuminado si se quiere. Sinceramente, no encuentro respuesta que pueda convencerme al comprobar que, el grueso de la afición bilbaína se quedaron en casa. ¿Tendrían sospechas de lo que más tarde vimos en el ruedo? Seguro que sí.
La corrida salió pésima en su conjunto; toros más bravucones que bravos que, no aportaron la más mínima emoción, al tiempo en que los toreros estuvieron entregados, trabajadores al máximo pero, sin conexión alguna con los graderíos que, poblados de gentes dadivosas, ni de ese modo se pudo llevar a cabo ese triunfalismo que reina en las plazas con esos pocos espectadores de ocasión que acuden a los recintos taurinos para pasarlo bien y, en muchos casos, sin saber ni quien torea. Es verdad que, si algo bueno tienen estos animales de las estirpe Domecq es que, los toreros tienen la seguridad de que no dar cornadas y eso ya es una garantía para ellos; embestirán mejor o peor –ayer mucho peor- pero sabiendo de que ese peligro que se palapa en los tendidos cuando aparece un toro de verdad, con estos bicornes no sucede.
Manzanares cortó una triste oreja en su primero que no la recordará ni en este momento, todo ello tras una faena tesonera en la que, despegado y trabajador, el de Alicante puso empeño en sus dos enemigos pero, aquello era para llorar. Talavante más de lo mismo, abnegado, con oficio, pero sin ese calado que antes tenía que, por supuesto lo ha perdido; lo recuperará, sin duda alguna cuando le salga ese burro que todos los toreros sueñan tener en la muleta pero, mientras tanto, una pena ver a este hombre dar pases sin sentido y sin el menor atisbo de alma.
Roca Rey cortó una oreja en cada toro porque, este hombre sabe tocar las teclas del toro y del público mejor que nadie. Ante todo sabe que, esos animales, con más o menos problemas, no tienen maldad alguna, por tanto, la cornada queda muy lejos. Siendo así, Rora Rey sigue siendo ese ciclón que todos esperan y que siempre parece porque, de todos es sabido que Roca le pega pases a una farola y se queda más ancho que largo. Es cierto que, su disposición no se la negará nadie pero, al final de cada festejo, respecto a este hombre, ¿qué ha quedado? Una oreja en cada toro y, en el segundo, hasta le pedían la segunda. Menos mal que don Matías González sigue velando por los destinos de esta plaza. No quedó nada. Esa entrega demostrada, ese valor con el que asusta a sus enemigos pero, para su desdicha, nadie recordará en lo más mínimo una faena de este hombre que, arrebatado como nadie, según él, el toreo es lo que este hombre hace cada tarde. Craso error pero, a su manera sigue siendo el rey.
Tras lo de Madrid hemos vuelto a la dura realidad; la gente no quiere ir a los toros porque se le ha estafado miles de veces, no ya Bilbao como explico, ha sido en Granada y demás ferias de relumbrón celebradas este mes de junio en que, media plaza, con las máximas figuras del toreo en el cartel ha sido la tónica dominante. Y, para que la desdicha fuera la más grande del mundo, ha tenido que ser Bilbao, la gran capital del norte en que, ilusionados como estaban todos en dicho cartel, la gente no respondió como debiera y, esa sería la lectura que hay que darle al espectáculo, lo demás son todo paños calientes que no curan a nadie.
Recemos para que en la Semana Grande de Bilbao cambie el decorado porque si todo sigue como en el día de ayer, muy pronto estaremos hablando de la defunción de los toros en Vista Alegre, un drama en toda regla. Pensar que, dicho coso, hace muy poquitos años se llenara a rebosar, se pegaba la gente por entrar en dicha plaza y, de repente, desde el año 2019 hasta la fecha, parece que la gente se cansó, desistió de ir a los toros y, ahora, Vista Alegre, más parece un funeral de tercera que un escenario donde los toreros se juegan la vida.