La confusión que reina en la plaza de Madrid no la entiende nadie; vamos, ni la madre que la parió. Se inició la temporada con la corrida de Victorino Martín y,  ayer domingo se celebró la corrida extraordinaria de la Cultura en la que, su cartel promulgador, que dicen que se honraba a Dalí yo tengo muchas dudas; el cartel en sí será una obra de arte, no lo dudo, pero si nos fijamos bien, más que Dalí, el retrato que se exhibe en el mismo no es otro que Zapatero y, hay que tener muy mala idea para que los aficionados, estupefactos ante lo que hemos visto, nos venga a la mente un tipo tan indeseable como el citado.

Dicho lo cual, que no es tarea baladí, sigamos con la reflexión que bien merece la pena. Tras este festejo aludido en el día de ayer, todo nos hace pensar que hasta la feria de otoño no habrá toros de nuevo en Madrid y, como sabemos, la Comunidad Autónoma, ha permitido el cincuenta por ciento del aforo, es decir, doce mil almas. Rafael García Garrido, preguntado al respecto dijo que como ya lo tenían estructurado para las seis mil personas, adecuar la plaza para tanta “gente” era muy complicado. ¿Lo entiende alguien? ¿Pensarán estos empresarios que somos tontos del capirote como dicen por Andalucía?

Vale, aceptamos lo de las seis mil personas pero, de tal modo, ¿por qué dicen que no habrá toros hasta otoño? Algo huele a podrido en Madrid y, lo peor de la cuestión es que ese hedor nos está matando de impotencia. Todo son conjeturas inconexas, juicios de valor ante la nada, miedo escénico ante todo lo que pueda ocurrir pero, por el amor de Dios, que se sigan dando toros en todas las plazas de España y Francia y que Madrid haya quedado postergada ante la decisión de unos irresponsables, está claro que no necesitamos enemigo alguno, duermen en nuestra misma cama. Decía ayer el alcalde de Madrid que habrá toros el día 15 de agosto pero, hasta esa fecha, ¿qué diablos está pasando?

Barruntamos que desde la Comunidad habrán tenido las diferentes reflexiones hacia la empresa porque, aprobado el cincuenta por ciento que aludimos, todo nos hace indicar que ha habido conversaciones y, por encima de todo, acuerdos porque, la gran verdad sea dicha, con doce mil personas se pueden celebrar todas las corridas del mundo porque, queramos o todo lo contrario, Madrid está ansioso por ver toros. Recordemos que, hasta la misma presidenta de la Comunidad, en unas declaraciones para Movistar, dejó caer que los toros en Las Ventas es algo que se estaba programando con altura de miras pero, para la feria de otoño. ¿Y hasta que llegue el otoño?

Entre unos y otros, hay que ser torpes con matrícula de honor para no reactivar la llamada primera plaza del mundo que, por culpa de sus dirigentes, ha quedado en la última de talanqueras que se monta en el Perú, por no citar las de México. Digo yo, ¿tendrá miedo Simón Casas de que no pueda llenar ese aforo que se cita y haya desistido de su empeño? Pueda que así sea pero, siendo así, ¿qué papel juga la Comunidad de Madrid ante semejante dislate siendo la propietaria de la plaza? No entiendo nada pero, lo que es peor, nadie lo comprende y todos lo criticamos.

¿Imaginó alguien alguna vez la plaza de Las Ventas cerrada a cal y canto? Era impensable, imposible, inaudito pero, como estamos viendo, en este mundo todo es posible. ¿No les dará vergüenza a los empresarios comprobar que se dan toros en Villaluenga del Rosario, por citar un pueblo humilde y que Madrid esté cerrada su plaza? Barrunto que, a toda esta gente le sucede lo mismo que a Pedro Sánchez, el que sigue creyendo que es el amo de España y todos estamos prisioneros de sus necedades. Insisto que, no sé qué se cuece entre bambalinas pero, en este momento, la Comunidad de Madrid ya debería de haber rescindido el contrato con Simón Casas y darle la plaza a otro empresario que, por ejemplo, Alberto García daría hasta su vida por programar toros en Madrid contando con el cincuenta por ciento del aforo. Entre unos y otros, ¿qué esconden? Será lo que fuere, pero no es menos cierto que el fantasma de la estafa pulula por el cielo de Madrid.

Si grande es el hecho de que se den toros en Madrid por las connotaciones económicas que ello siempre conlleva refiriéndome al espectáculo propiamente dicho. Esa gran fiesta llamada toros, al margen de los beneficios que produce por la celebración del espectáculo, fuera de la plaza es todo una fuente de ingresos para hoteles, restauradores, taxistas, vendedores diversos en la calle; todo un conjunto que, como feria es importantísimo pero, durante el resto del año, todos los domingos y festivos, los toros han sido el atractivo vital para Madrid, de forma muy concreta en todos los establecimientos de sus aledaños y, como se comprueba, entre unos y otros quieren que Madrid siga siendo mísera sobre este tema. Sigo sin entender nada pero, en todos los pueblos de Castilla La Mancha sigue habiendo toros a diario mientras que, Madrid es un recuerdo del pasado.

Yo soy un neófito en muchas cosas, entre ellas, la pintura. Pero como quiera que tengo ojos en la cara y memoria más que suficiente, el retrato que ilustró el cartel de ayer en Madrid en que se rendía culto a Salvador Dalí, de su intención no me cabe la menor duda pero, el subconsciente debió de traicionar al artista porque, más que Dalí, esa mirada cruel y asesina me recuerda a José Luis Rodríguez Zapatero.