Pese a tantas carencias como sufrimos dentro del mundo de los toros, pese a todo, el mundillo aludido, a la hora de la solidaridad es algo ejemplar. Lo digo porque me han llegado los ecos de todo lo que se está fraguando para el montaje del festival de la fraternidad, sencillamente para honrar la memoria de un niño admirable que entregó su alma a Dios hace muy poquitos años, era de Valencia y se llamaba Adrián Hinojosa que, en su momento, en el coso de la calle de Játiva ya se le hizo un reconocimiento en vida puesto que, el chavalín quería ser torero y, tras aquel festival del que supo todo el mundo, algunos canallas de este planeta le desearon la muerte al inocente niñito.
Ahora, hermanándonos todos con una fraternidad fuera de lo común, como explico, se está gestando un grandioso festival en memoria de Adrián Hinojosa que, para su desdicha, no se hizo famoso porque quería ser torero que hubiera sido lo lógico; Adrián alcanzó la fama en toda España porque mediante las redes sociales, algunos hijos de mil putas, porque el chaval quería ser torero le desearon la muerte.
Así tenemos que vivir, repletos de basura humana por mucho que nos duela. ¿Se puede ser peor persona que los criminales que le desearon la muerte a este pobre niño? En España se puede ser de todo, menos buena persona, ahí sí que la jodimos. Ser buena gente no tiene premio, no tiene respaldo, no tiene entidad, no tiene valores y, por el contrario, ser hijo de puta es un gran negocio porque, por ejemplo, cuando la policía detuvo a los malhechores que le deseaban la muerte, las benditas leyes que disfrutan los delincuentes, éstas apenas castigaron para nada a tales individuos. Les pusieron una multa de setecientos euros y les dieron la libertad para seguir haciendo el mal.
Analizado todo lo descrito, el mundo de los toros una vez más quiere decantarse hacia el bien, como han hecho toda la vida. Quiénes ya peinamos muchas canas recordamos aquellos festivales de antaño, especialmente en Madrid en que, las primeras figuras del toreo se daban cita en Las Ventas para paliar cuantas miserias se encontraran en el camino, incluso allende nuestras fronteras porque, en Madrid se celebró un magno festival a beneficio de los damnificados del Volcán Nevado del Ruíz, allá por tierras de Colombia. Si estuviera entre nosotros don Antonio Bienvenida nos haría un recuento de los muchos festivales en que participó a lo largo de su vida, siempre, para ayudar a los demás.
Este proyecto de festival tiene, como finalidad, honrar la memoria de Adrián Hinojosa que, sin duda, es un acto de valentía por parte del taurinismo porque, de tal modo, los anti todo, se sentirán marginados que en definitiva es lo que debe de suceder. Y, respecto a su finalidad económica, ésta no será otra que hacer una donación para la lucha contra el cáncer infantil. ¿Cabe grandeza mayor? Es imposible. Este es el trasfondo que subyace dentro del mundo de los toros que, si se me apura, plagado de envidias internas, cuando el mal es externo a ellos todo el mundo se vuelca para ayudar a los demás.
Y si de fechorías hablamos, no digamos la que hemos visto en Madrid; vamos que, lo de Adrián Hinojosa se queda en mantillas comparado con la placa que han colgado en la Puerta del Sol madrileña en la que, para asombro de todo el mundo hemos podido leer lo siguiente: El pueblo de Madrid, en reconocimiento al movimiento del 15M que tuvo su origen en esta Puerta del Sol. Dormíamos. Despertamos.
No sé si la feliz idea ha sido por parte del alcalde o de la comunidad pero, el que haya sido está descerebrado o ha perdido el juicio. Si se conoce al autor, deben de llevarlo a Ciempozuelos con carácter de urgencia. Lo dicho, que lo haga la pestilente izquierda sería lo más normal del mundo pero, que esa estupidez haya venido por parte del PP, eso da la medida de que la derecha quiere que mande la izquierda toda la vida en España. O sea que, se perpetúa en Madrid la memoria de unos gandules, idiotas, facinerosos, republicanos, gentes de mala calaña y condición que, como se demostró querían llegar al poder para no trabajar en su vida, -y lo lograron mediante millones de votos de borregos- destruir España, atentar contra el Rey, desasistir a todos los pobres de nuestro país, dictar leyes para favorecer al mundo de la delincuencia y todos esos asuntos que sabemos todos que, insisto, para nada favorecen al ser humano en su conjunto.
Y no pasa nada. Eso sí, si alguien le pillaran en la calle pintando un letrero que dijera, ¡viva Franco! Ese pobre hombre pasaría su vida entre rejas. Pero así están las leyes que hemos permitido que redactaran todos los que no quieren la libertad porque con sus acciones lo único que hacen es ejercer una dictadura sin límites. ¡Y pobre del que se oponga a dicha dictadura! Que se lo pregunten al Rey de España que tiene que tragarse todos los sapos del mundo gracias al gobierno de España.
Tras lo contado, prefiero quedarme con la problemática del mundo de los toros que, pese a todo, por mal que hagamos las cosas nunca pondremos a España en peligro. Reitero, desde nuestra casa, todo el apoyo del mundo para ese inmenso festival que se presagia como el acontecimiento del año en estas lides y, como se barrunta, tendrá lugar en Valencia. Una vez más, gracias a este festival, el mundo recordará otra vez la inocencia bendita de un niñito al que desearon la muerte los criminales de siempre que, sabedores de que no habría ninguna ley que los castigare, por eso siguen campando a sus anchas.
La sociedad, en todos los órdenes, si de solidaridad hablamos, tendría que tomar ejemplo del mundo de los toros puesto que, como conté, a lo largo de la historia del toreo, los festivales taurinos han remediado miles de causas, todo ello sin pedir nada a cambio, no como hace Pedro Sánchez que ofrece doscientos euros a los jóvenes de España para que se los gasten en cuestiones culturales y, como es sabido, se lo gastan en porros pero, eso sí, votarán al amo que les mantiene sus caprichitos.
En la imagen, Adrián Hinojosa sacado en hombros por los toreros en Valencia. Tres meses más tarde de aquella salida en hombros, Adrián moría en su casa víctima de un cáncer del que, algunos hijos de puta se alegraron de su muerte.