Inmersos de lleno en la feria de Pamplona no podemos obviar al diestro que ha sido santo y seña en dicha plaza que, para su regocijo particular, es el torero que más ha actuado en la ciudad navarra con treinta y cinco actuaciones y un montón de orejas. Se llama, nada más y nada menos que Francisco Ruíz Miguel, un español de mi  tiempo que, para mi fortuna, él fue el diestro que me inspiró para empezar con mis narraciones taurinas y, justamente, gracias a él nació mi primer ensayo de toros, JUSTICIA PARA UN VALIENTE, hace ahora cincuenta años puesto que, aquel grito desgarrador que pronuncié  a favor de tan gran torero, venía dado tras haber cortado un rabo a un toro de Miura en Sevilla del que no le hicieron ni puñetero caso.

No voy a entrar en la cursilería para hablar del que suscribe, todo lo contrario. Vamos a ponderar a este diestro que, pasados los años ha dejado una hoja de servicios inmaculada, como tantas veces sentenciara el inolvidable Matías Prats. ¿Saben ustedes con qué ganaderías sumó Paco Ruíz Miguel aquellas treinta y cinco tardes que nadie ha superado en Pamplona? De Juan Pedro seguro que no; que nadie se ilusione al respecto ya que, el diestro de la isla mató los Miura, Victorinos, Pablo Romero, Murteira y todas las ganaderías legendarias de aquel momento, las que antes como ahora, en aquellos años las figuras les tenían pánico a dichos animales.

No tengo los datos a mano, ni falta que me hacen pero, es cuestión de echar mano de las estadísticas y muy pronto nos encontraremos con el diestro que ha batido el record en cuanto a la lidia y muerte de los toros más representativos de la bravura auténtica; Paco Ruíz Miguel es el líder en las corridas de Miura, Victorino, Pablo Romero –cuando existía esta divisa- Murteira y demás hierros que le dieron fama y leyenda a un torero ejemplar que, pasados los años conserva la humildad de los grandes hombres sin que nunca en la vida la fama se le subiera a la cabeza. Sin duda alguna, si se escribiera un libro sobre Ruíz Miguel, éste nos sellaría de una vez y para siempre lo que ha sido la vida épica de tan magno torero que, en su momento los puristas no comprendían que, un torero de verdad se estaba jugando la vida de forma literal y, lo que es mejor, todo el mundo lo percibía, de ahí la eclosión tan grande que producía en los tendidos.

Por ejemplo, centenares de triunfos al margen, diez puertas grandes en Las Ventas certifican la leyenda de este torero admirable que, las mismas, podrían haber sido el doble de no haber errado con el acero otras tantas obras importantísimas. Como digo, enumerar los éxitos de Paco Ruíz Miguel y en las plazas en los que los obtuvo, sería para ponernos a temblar de la emoción sentida. Ahí están las hemerotecas para cuando se escriba ese libro que sería el más singular de los volúmenes de toros.

Como decía, me cupo la dicha de vivir muy cerquita del diestro las epopeyas de su carrera puesto que, mientras él triunfaba, yo me afanaba en la revista EL MUNDO DE LOS TOROS para contar sus éxitos, algo que, pese a la grandiosidad de los mismos, algunos malos aficionados que manejaban la pluma los querían esconder.  Paco Ruíz Miguel y los años me han dado la razón en que, al respecto de este torero tan grande como irrepetible, caminé siempre por el sendero adecuado contando sus triunfos que, en realidad, siempre fueron frente al toro que tanto asusta a los diestros. Como decía Alfonso Navalón, mientras a todos los toreros, con dichos toros, les llega el agua al cuello, Ruíz Miguel apenas se moja las zapatillas. Definición perfecta del afamado crítico que, como a otros nos sucediera, fue capaz de entender y contárselo al mundo, que existía un espada gaditano capaz de triunfar ante cualquier clase de toro que lidiara, era y sigue siendo el gran Paco Ruíz Miguel.