Si algo bueno han tenido las corridas televisadas durante esta temporada nefasta, no ha sido otra cosa que, la interpretación del Himno Nacional en todos los festejos, algo muy celebrado por los pocos espectadores que asistieron a dichos festejos puesto que, dicha notas, las recibieron con desmedido gozo, cosa muy normal por otra parte. Los toreros, al respecto, dieron una lección de patriotismo o, en su defecto, de una educación y respeto admirables. Toreros que, para su dicha, no han estudiado con la ley Celaá puesto que, de haberlo hecho, como serían analfabetos, jamás hubieran sabido del Himno Nacional.

Fijémonos que, lo que es un hecho normal, democrático, hermoso y que nos llega el corazón, no es otra cosa que escuchar las maravillosas notas de nuestro Himno Nacional pero, para desatino de nuestros dirigentes, como vengo observando, eso de que suene el Himno de España les chirría los dientes. Es decir, se trata de unas notas bellísimas que nos recuerdan que somos españoles, algo muy grato para todo aquel que tenga sentido común. Claro que, con este gobierno indeseable que tenemos que, cuesta mucho saber quién es Marlasca y quién es Celaá. Partiendo de esta premisa, mal empezamos.

Todos hemos visto en cualquier país de Hispanoamérica en que, con motivo de cualquier evento deportivo se enfrentan dos selecciones de fútbol o del deporte que fuere, cuando suena el Himno del país en cuestión, todo el mundo se lleva la mano al pecho y, como si de una liturgia se tratare, todo el mundo escucha con el máximo respeto los acordes que simbolizan a cada país por el que suena. Es algo lógico y muy sencillo de entender; en todos los lugares del mundo menos en España.

Yo lo explico. Para nuestros actuales políticos, los que rigen las desdichas que estamos padeciendo, aquello de honrar el Himno Nacional no deja de ser una quimera para ellos puesto que, a todos les repatean dichas notas que, inevitablemente les recuerdan a España, el país en el que viven, el que les paga sueldos astronómicos pero que no quieren saber nada de nuestro Himno Nacional, lo que evidencia que patriotas tienen lo que yo de sacerdote, o sea, nada de nada.

Cómo será el asunto que, un tipo aberrante como Pablo Iglesias, vicepresidente del gobierno porque tiene que haber de todo, el que criticaba con saña a los ricos, el que apoyaba los escraches, el que pedía con gritos desgarrados su apoyo para los okupas, ese mismo personaje que se ha desdoblado de su personalidad, el que en nada se le parece al que gritaba por las esquinas, ahora mismo, en la actualidad, llevará a los tribunales a un hombre de Galapagar que, su único delito no es otro que haber puesto el Himno Nacional en un disco que sonaba alto frente a la casa del mandatario.

Que vaya con cuidado todo aquel que quiera escuchar el Himno Nacional que, ante todo, no lo haga frente al bunker de Iglesias, el que está custodiada por varios coches de la policía y guardia civil; el tipo que odiaba las fuerzas de estado, el que acusaba de casta a todo aquel que, mediante su sudor se había labrado un holgado porvenir, ahora resulta que, dicho sujeto, que ha logrado todas las prebendas del mundo sin trabajo alguno, para colmo, lleva a los tribunales a uno de los que era como él antes de entrar a formar parte de esa trama corrupta de individuos que odian a España, al Himno Nacional y a todo lo que tenga que ver con el orden constitucional.

Pablo Iglesias si tenía derecho a gritar, a mostrar su maldad que lleva dentro de sus entrañas pero, que lo hagan los demás eso está prohibido en esta España putrefacta por las hordas venezolanas a la que dicho tipo apoya. Y, ¿saben lo peor? Que si Dios no lo remedia, el hombre que se atrevió a criticar a Iglesias poniéndole, como castigo, el Himno Nacional, dicho señor puede acabar en la cárcel, lo que demostrará que en España, lo de la democracia es un cuento sin precedentes porque todos los hechos que vemos a diario nos muestran la Venezuela más exacerbada en su corrupción, pero dentro de nuestro país.

Siento pena por ese pobre hombre llamado Leopoldo López que, el pobrecito, una vez que se ha venido a España para no ser asesinado por las fuerzas de Nicolás Maduro. Y digo pena porque el tal Iglesias, el que defiende con todas sus fuerzas la dictadura de Venezuela, aquello de darle apoyo a López será una quimera inalcanzable. No sé qué habrá sido peor, que Leopoldo López se quedara en Venezuela a sabiendas del riesgo que corría su vida o haberse venido a España para comprobar que nuestros dirigentes no le harán ni puto caso y, ya puede dar gracias si todavía no lo han extraditado.

Ir jugando con el Himno Nacional que, como os vea Pablo Iglesias acabaréis todos en los juzgados y, al paso que vamos, en la cárcel. Tengamos en cuenta que, el señor que ha llevado a Pablo Iglesias por una leve crítica que le ha hecho al tipo nefasto aludido, eso tiene pena de cárcel como los hechos nos demostrarán; eso sí, los asesinos de ETA, a todos hay que excarcelarlos muy pronto porque hay que respetar los derechos humanos. ¡Cuánto hijo de puta hay suelto, Dios mío!

Viva la fiesta de los toros, el único recinto donde podemos escuchar el Himno Nacional de España sin que nos peguen dos tiros. Claro que, tampoco debemos confiarnos que el enemigo está al acecho. A las pruebas me remito.