Tras los acontecimientos que se dieron cita días pasados en distintas ciudades de España al respecto de las manifestaciones que tuvieron lugar a favor del mundo de los toros, rememorando los lugares donde se dieron cita los aficionados, sobrecoge muchísimo que, inevitablemente nos acordemos de Bilbao en que, como se sabe, nadie se pronunció al respecto. Si lo analizamos, suena horrible ¿verdad?

La otrora plaza emblemática del norte, Bilbao, el lugar en que salía el toro de verdad, con unos aficionados auténticos que, por mor de todo ello, los triunfos en la capital vasca tenían su precio en oro, que se lo digan por ejemplo a Diego Urdiales que, durante muchos años, su carrera se la sustentaba Bilbao, gracias a sus triunfos en dicho recinto que, para mayor dicha, luego le servían para acudir a otras ferias. Algo similar nos podría decir desde el más allá el llorado Iván Fandiño, vasco y ejemplar como torero y como hombre.

Recordemos que, entre las ferias de primera categoría con todo su peso incluido, éstas eran Madrid, Sevilla, Pamplona y Bilbao. Cuatro referentes que servían a los toreros para sumar fechas en otras plazas puesto que, llevar en la mano como tarjeta de presentación un triunfo en dichas plazas, era todo un estigma para el torero que lo lograre y, de forma desdichada, desde hace unos años, Bilbao apenas cuenta para nada y, lo vimos en la feria del año pasado en que, menos de media plaza en las tardes de las figuras. Un caos en toda regla.

¿Qué estaba pasando en Bilbao el pasado año cuando todos comprobábamos que no había apenas gente en la plaza? ¿Habían muerto sus aficionados? Seguro que no. Pero dentro de todo lo que digo, la gran realidad es la que sigue que, lamentablemente no es otra que la “pandemia” política que reina en el país vasco, exactamente lo mismo que pasó en Cataluña y, ahora, sin remisión, dicha plaza, en muy poco tiempo quedará como un recuerdo de una feria que otrora era emblemática y que apenas ha quedado en nada. ¿Motivos?

Como digo en el enunciado del ensayo, el miedo que, de forma desdichada, sigue siendo el peor dictador; si la gente tiene miedo no acude ni a comprar el pan, por tanto, asustados como están los aficionados bilbaínos, atemorizados con la forma en que viven, amenazados muchos de sus aficionados, el miedo se apoderó de todos ellos y, ahí está el resultado, apenas nadie en la plaza el pasado año cuando, insisto, Bilbao era la feria norteña por excelencia.

Aquí se viene a demostrar que, la política, directa o indirectamente puede arruinar muchas cuestiones y, en el caso de los toros no cabe excepción alguna. Allí, en el norte, la gente tiene miedo. ¿Por qué nadie se manifestó a favor de la fiesta en la ciudad del Nervión? Está clarísimo; por el miedo que les atenaza y atormenta. ¿Hay bastantes aficionados en Bilbao como para llenar las calles de la ciudad pidiendo toros y libertad? Seguro que sí. Toros no han pedido y, si se les ocurre pedir libertad que no les pase nada, al igual que en el resto de España.