Ayer, una vez más, alzamos una oración por el alma de Rodolfo Rodríguez El Pana, el mítico torero de Apizaco, México, cuando han se han cumplido siete años de su muerte tras aquella brutal voltereta sufrida un mes antes en Ciudad Lerdo que le fracturó la columna vertebral y, desde aquel instante, El Pana, con señas, pedía la muerte, una “bendición” que Dios le otorgó un mes más tarde. Nunca nos olvidaremos de tan significativo diestro que, para nuestra fortuna, hasta tuvimos el don de su amistad.

Hagamos notar que, El Pana, ha sido el único diestro que, de novillero llenó la Monumental de Insurgentes durante siete tardes consecutivas, hasta el punto de que, en su alternativa en dicha plaza, con Mariano Ramos como padrino, se agotó el boletaje en la plaza más grande del mundo. Se barruntaba una figura de época pero, lo que El Pana no sabía era que los astros de la fortuna jamás quisieron aliarse con su admirable persona. El Brujo de Apizaco, desde el momento de su doctorado fue vetado sin piedad por los empresarios mexicanos a instancias de las figuras de su época y, durante muchos años, pleno de desesperación se aferró al alcohol como único refugio.

Pocos festejos en muchos años llegando a inmortalizar, en aquel periplo insufrible, un gran toro otra vez en La Monumental, algo que tampoco le sirvió para nada. El Pana, en aquellos años vivía al borde del precipicio puesto que, su vida apenas tenía sentido.

Ya, desesperado, en la temporada 2006-2007, le pidió a Rafael Herrerías que le incluyera en sus carteles para despedirse para siempre de los ruedos, algo que ocurrió aquel seis de enero de 2007 ante una corrida de Pepe Garfias que, en aquellos instantes no la quería nadie; dicho ganadero ya estaba desahuciado para siempre como tal y, mira por donde, la reata sirvió muchísimo para todos los toreros y, El Pana se llevó dos toros, Rey Mago y Conquistador que, todavía, cuando vemos las imágenes lloramos de emoción. Más de veinte mil personas acudieron a la despedida de aquel “desgraciado” que, la gente, pese a todo, la llevó él porque Serafín Marín y Ricardo Rivera poco aportaron para que se congregara tanta afición en Insurgentes.

Yo diría que, la faena a Rey Mago es la obra cumbre de El Pana al que le cortó las dos orejas; lo mismo pudo haber sucedido con Conquistador, pero falló con el acero. De su primer toro, como de su segundo, quedan imágenes inolvidables de dos faenas clamorosas que, para mayor dicha, hasta tuvo el brindis más emotivo que jamás diestro alguno había hecho a las mujeres de la vida, todo un documento que perdurará con tanto ahínco como sus propias faenas.

No hubo retirada, todo lo contrario puesto que El Pana era reclamado por muchos empresarios y, hasta toreó un par de veces con Morante en su Monumental, amén de otras muchas plazas de los estados pero, lo que el subyugaba a Rodolfo era confirmar su alternativa en Madrid tras tantísimos años de matador. Por dicha razón vino a España en el 2009 para torear un mano a mano con Morante en Vistalegre pero, los toros echaron al traste las ilusiones de Rodolfo, pero no se cansó nunca y vino hasta unos meses antes de su muerte. Toreó algunas corridas en España y Francia, siempre, destacando su personalidad arrebatadora, cosa que sucedió en Cuenca, en Antequera y en otras muchas plazas.

Luchó lo indecible por lograr su sueño, tocó mil veces las puertas de la empresa, incluso se buscó alguna que otra recomendación para que alguien hablara por él, pero todo resultó en vano. La empresa tenía miedo de que un toro de Madrid pudiera matarle puesto que, El Pana era un hombre de “avanzada edad”, una estupidez monumental la que le esgrimieron para quitárselo en encima y, como supimos, acabó con su vida un “novillote” en pueblo mexicano. En aquellos años nos cupo la fortuna de gozar de su persona, de su esencia y presencia para disfrutar, al margen del gran torero que llevaba dentro, de su personalidad y de su cultura inenarrable; todo un poeta al servicio de la sociedad en la que vivía. En definitiva, un personaje único en el mundo que, seguimos contando años tras su muerte pero, su recuerdo está cada día más vivo entre nosotros.

Una vez más, el retrato con el que nuestro artista particular, Benidel Yáñez Díaz, inmortalizo a El Pana nos llena de orgullo puesto que, Benidel como tantos artistas por el mundo, un día de la vida se inspiró con El Pana.