El título de este ensayo, aunque resulta sugerente por completo, debo de confesar para que nadie se haga ilusiones por descubrir un “tesoro” oculto al respecto de tan carismático diestro porque, como se sabe, se trata de un torero macho, algo que sabemos todos pero que nos lo podría confirmar la bellísima Paloma Cuevas, la dichosa esposa del diestro. Otra cosa es que hablásemos de Jorge Javier Vázquez o de algún que otro ministro, ahí sí que tomaría fuerza el título elegido para esta ocasión.

Me reafirmo diciendo que Enrique Ponce pierde aceite y, lo digo muy en serio porque la pandemia, como era notorio, se ha cebado con la industria – al igual que todas-de este singular diestro –dicho en tono menor dada la fortuna de este diestro- que, a base de esfuerzos y entrega, ha logrado consolidar un patrimonio admirable que, para su desdicha, ha sufrido el terrible daño pandémico que tanto ha asolado a España en todos los órdenes y, como muchas veces dije, el mundo del toro no es una excepción; más bien diría que se trata de una regla mortífera que, como a todos, ha dañado a Enrique Ponce, tanto en calidad de torero como en lo que respecta a su industria aceitera. Pese a todo, Enrique Ponce es un hombre que todavía puede llorar con un ojo solo mientras que, la inmensa mayoría de sus compañeros ni les quedan ojos ni lágrimas que verter.

Por si alguien no lo sabía les contaré que, el aceite de Ponce, denominado “Enrique Ponce” es un manjar en toda regla con el que el diestro ha querido que los aficionados a los toros y, sin duda alguna, a todo el mundo en general, que disfruten de un excelente bouquet porque su aceite es puro deleite para el paladar. Tras lo dicho, convengamos pues que, Enrique Ponce pierde aceite; lo pierde a nivel de sus ventas que, como todo el mundo sabe, su industria funcionaba a las mil maravillas; el diestro de Chiva nos ofrecía, con su aceite, lo que podríamos denominar bocatto di cardinale, al respecto de su aceite. No se trata de un producto barato; todo lo contrario pero, no es menos cierto que, la calidad, en cualquier artículo, tiene un precio y el aceite “Enrique Ponce” no podía ser una excepción.

No voy a lamentarme  con la boca de Enrique Ponce porque, para su dicha, tiene la vida resuelta en todos los órdenes; cientos de chavales que quieren ser toreros y muchos que lo son, se darían con un canto en los dientes si tuvieran la enésima parte de lo logrado por el diestro valenciano.

O sea que, nada de lástima y mucho menos de lamentos pero, en la parte concreta de lo que a su industria se refiere, ignoro si Ponce habrá podido asumir los costes originados por la pandemia al respecto de sus empleados. No sé cual habrá sido la situación de sus hombres pero, es ahí donde me duele la herida; igual, quien sabe, como han hecho otros empresarios admirables de España, ha mantenido su plantilla de obreros, cosa que de ser así habría que felicitarle por completo, aunque pierda aceite.

En mi caso, como todo mortal bien nacido, quiero el bienestar para todo el mundo y, por lógica, Enrique Ponce no podía ser una excepción puesto que, además de otros valores, Ponce, como torero ostenta un título admirable, que ningún otro diestro del escalafón pueda enarbolar. Se trata del diestro que más afición tiene en todo el globo terráqueo; torea, como todo el mundo sabe, el medio toro acorde a su condición de figura pero, su afición, la que muestra tarde tras tarde es un valor totalmente en alza. Ponce, dada su veteranía podría dosificar sus actuaciones para torear cuando le diera la gana pero, es su afición la que le lleva a estar en el primer plano de la actualidad y, a su manera, su esfuerzo por estar bien todas las tardes es un hecho constatado del que nadie le podrá criticar.

Dios quiera que acabe pronto esta pesadilla y que los aficionados podamos volver a degustarnos con Enrique Ponce, tanto en el alma con su torero y, a su vez, con el cuerpo saboreando ese manjar tan exquisito que, como su nombre indica, además de aceite de una calidad extraordinaria, cada bouquet nos sabe a su torería.

En la imagen, Enrique Ponce junto a su bellísima esposa, Paloma Cuevas, todo un matrimonio ejemplar.