El título del enunciado podría ser la actitud de Isaac Fonseca ante lo que ha supuesto su ausencia de todas las primeras ferias de la temporada en la que, para mi infelicidad, pronostiqué que no le darían la menor oportunidad y para desdicha mía y la del diestro acerté. Como digo, su grito de protesta no ha sido otro que dejarse anunciar en la llamada Copa Chenel en la que por cierto, el pasado domingo salió a hombros en Torres de la Alameda, justamente en la segunda corrida del ciclo mencionado.
Y dentro de todos los males, Fonseca, está anunciado en Madrid para confirmar su alternativa, la que le deseo toda la suerte del mundo porque, de no triunfar, le pagarán con la misma moneda que le pagaron a Fernando Adrián, que toreó en Madrid y nadie más le contrató. Sigo rezando para que este corajudo mexicano tenga suerte en el lote que le pueda corresponder en la tarde de su confirmación que, de triunfar, puede que todo no se haya perdido.
Claro que, sigo enfatizando en lo que ha sido el desprecio al que ha sido sometido el diestro azteca que, en las dos últimas temporadas como novillero en España, ha conseguido éxitos de clamor en todas las plazas en las que ha actuado; sin lugar a dudas, el novillero más exitoso de los últimos veinte años que, por regla natural, una vez doctorado, merecía esa oportunidad en las primeras ferias de España pero, insisto, no le vemos anunciado en cartel alguno.
Me pongo en su lugar y se me eriza la piel, por no decir que se me desgarran las entrañas ante la actitud que han tomado contra este diestro que, todo huele a revancha. Revancha, ¿de qué? Es decir, qué ha hecho mal este hombre para que le paguen con falsa moneda, es decir, dejarlo sentado en su casa para que el pobre haya tenido que, a la desesperada, apuntarse a la humilde Copa Chenel en la que no hay gloria, no hay dinero y por no haber, no hay ni hoteles donde hospedarse los toreros para vestirse. ¿Sabe el tipo de gloria que ha acaudalado este diestro en la participación en el evento citado? Salir ileso de una tremenda cogida que le propició su primer toro cuando intentaba darle un pase cambiado por la espalda; que siga vivo ya es todo un éxito. Cortó una oreja en cada uno de sus enemigos gracias a su capacidad como lidiador, sus ganas inmensas de ser torero, justamente por el mismo camino que, de novillero pudo tocar el cielo con sus manos.
Si no recuerdo mal, veinte fueron los chavales que se doctoraron el pasado año pero, nadie como Isaac Fonseca tenía argumentos para reivindicarse como los ha tenido él. Y si a un hombre que saldaba actuaciones con triunfos en plazas como Madrid, Sevilla, Pamplona, Santander, Valencia….y otros muchos cosos, no ha sido atendido en lo más mínimo, sinceramente, no quisiera estar en la piel de todos los demás.
El caso de este chaval viene a demostrar lo difícil que es el mundo del toro; o lo sencillo, según se mire, porque Tomás Rufo se doctoró y esa misma tarde le pusieron el sello de figura del toreo. ¿Razones? Ellos las sabrán. Repito que, todo está en el aire; digamos que, a la espere de que confirme Fonseca en Madrid pero, tras todo visto, de no triunfar, cosa que no deseo por nada del mundo, ya puede coger las maletas e irse a México en la búsqueda de un mañana mejor.
Yo quiero ser positivo; deseo con todas mis fuerzas que en el día que tiene contratado Fonseca en Madrid, en esa fecha le salga un toro que le ayude que, lo demás lo pondrá todo él y con toda seguridad acariciará la gloría del éxito porque, si le dan cuartelillo a Ginés Marín, un hombre tan apasionado como Isaac Fonseca no puede quedarse sentado en su casa, por el amor de Dios.