Yo soy un hombre rural, del campo como se desprende, uso boina como cualquier campesino, nunca fui a la escuela y, para colmo, soy aficionado al mundo de los toros. Si digo la verdad, lo que sucede más allá de mis fronteras me trae sin cuidado pero, no es menos cierto que todos vivimos en esta España lacerada por la corrupción y, si de algo me entero es por la radio que, como es notorio, dan la medida exacta de todo lo que sucede en nuestro país, situaciones variopintas que, en la gran mayoría de las veces mejor sería no saber nada, lo que valdría a que todos seríamos más felices puesto que, la actualidad de lo cotidiano es lo que nos roba la felicidad, pero no queda otra que convivir con todo lo que suceda por mucho que nos duela.
Me preocupa mucho la corrupción política, ese mal endémico que, para desdicha de la democracia, desde que ésta se instauró siempre fue unida a la corrupción, algo lamentable de lo que han sido acusados muchos partidos políticos y, por encima de todo, los personajes que en dichos partidos cohabitan.
En los últimos años, la izquierda “honrada” de España se lo ha pasado en grande acusando a la derecha traidora y corrupta. Y tenían razón, nadie lo pondrá en duda. Claro que, igualmente tampoco debemos olvidar aquel eslogan del PSOE que decía aquello de CIEN AÑOS DE HONRADEZ mientras que, los hechos vinieron a demostrar que esa honradez venía dada porque nunca habían gobernado puesto que, al llegar al poder, entre otros, Luis Roldán, jefe supremo de la guardia Civil fue uno de los grandes corruptos del citado partido que, pese a todo, siguen presumiendo de honradez, se encargó de derrocar a Felipe González con sus acciones criminales.
Una vez la derecha en el poder, es cierto que, muchos de sus componentes por aquello de haber ganado en mayoría absoluta, el partido lo convirtieron en un patio de vecinos en el que, cada cual campaba a sus anchas mientras que, a su vez, la corrupción de muchos de aquellos políticos alcanzaba cotas criminales. Hechos que me enteraba, como conté, en mis predios cuando plantaba patatas y todo tipo de hortalizas mientras escuchaba la radio. Es cierto que, en ocasiones, tales noticias me producían una desazón tan tremenda que, hasta me saltaba la boina de la cabeza de los temblores que sentía mi cuerpo.
La corrupción, en el orden que fuere, siempre es un hecho deleznable, criminal, asqueroso, repugnante y maligno para la sociedad en que vivimos si de dinero público hablamos. No creo que nadie aplauda semejante actitud, salvo los hijos de puta que robaban y se vanagloriaban de ello. Cierto es que, dentro de la corrupción hay estilos, formas, maneras, situaciones que, en definitiva debemos de analizar y, como en el caso que suscribo, lo analiza un campesino sin estudios pero, aplicando la lógica que suele ser la mejor manera de entender unos hechos.
Hasta los niños chicos eran conocedores de las estrategias de la derecha para robar de forma impune, hasta que les cogieron, claro. Desde las altas esferas del poder, diputaciones, ayuntamientos, comunidades y cualquier villorrio impresentable, en cualquiera de dichos estamentos encontrábamos al corrupto de turno que hinchaban las facturas de los proveedores al uso y, se lo llevaban calentito y de forma rápida. Este hecho tan lamentable se repetía hasta la saciedad. Menos grave veía yo la actitud de Luis Bárcenas que, siendo un degenerado como lo era, en realidad no se llevó ni un euro público; lo hacía de las almas cándidas que, por generosidad o cualquier tipo de interés venidero, aportaban grandes sumas al tesorero del PP y este se hacía la parte. Como aquel dinero era en negro, a ver quién era el valiente le ponía el cascabel al gato y, Rajoy sin enterarse que, por otro lado, era lo lógico, aunque siempre punible. Como quiera que se coge antes a un mentiroso que a un cojo, pillaron a Bárcenas con las manos en la masa para que, Wyoming se hiciera de oro en su programa de la Sexta.
Insisto, fueron cientos los personajes afiliados al PP que se hicieron ricos mediante dichas tropelías, negarlo sería tanto como negar a Dios y no está uno para dichos dispendios. Confieso que, hace años que no veo la televisión, no me interesa para nada pero, amigos, la COPE me cautiva con Carlos Herrera en la mañana que, a diario, hace muy agradables mis tareas en el campo, de ahí toda la información que he procesado, la que siempre llevaba debajo de la boina porque eso de los ordenadores me quita el sentido.
Por dicho medio me enteré de la corrupción del PP y, a su vez, de la del PSOE y demás partidos de izquierdas, unidos ellos a la UGT en la corrupción que tuvieron en Santander en una cooperativa que construyeron casas para los obreros, se llevaron el dinero y las casas nunca aparecieron. Y, si me parara a pensar, son cientos los casos corruptos que han lacerado a esa izquierda que se define honrada que, ante todo, hay que tener la cara muy dura para insertar en su diccionario semejante palabra que define la catadura del ser humano puesto que, la persona honrada no lo proclama por su boca, lo dicen sus hechos, por tanto, con su silencio basta.
Llegado a este punto, nunca debemos olvidar que el llamado caso Eres de Andalucía ha sido el caso más corruto de la democracia española que, por su cuantía deja en mantillas a todas las tropelías de la derecha; vamos que, el PP son unos graciosos que cuentan chistes si los comparamos con el PSOE y afines. Casi ochocientos millones de euros es mucho dinero como para dilapidarlo de la noche a la mañana y, como se demostró, para tal fin había que tener una estructura bárbara para repartirse el dinero porque el mismo venía de Madrid para paliar el paro en Andalucía. ¿Qué hicieron los criminales de turno? Lo dicho. Crear una estructura muy sólida para que el dinero llegara a las manos que ellos querían, pero jamás a la de los obreros en paro que para eso era el dinero.
Algunos hijos de puta les vimos alardear de dicho dinero que, insisto, se lo llevaban como yo recojo mis patatas en mi predio querido. Se crearon empresas falsas, se delinquía por doquier en todos los órdenes y, pese a tratarse de dinero público, tanto Chaves como Griñán, los presidentes a la sazón por aquellos años, confesaban que no sabían nada. O sea que, unos caudales que tenían que repartirse ante los más necesitados, en este caso los obreros en paro, estructurado todo bajo el mandato de la Junta de Andalucía y, sus responsables no tenían ni repajolera idea. ¿Cómo es posible si fueron ellos los que nombraron a los cargos que manejaban aquellas sumas de vil metal? No sabían nada y, allí robó hasta Dios. Sin duda, por lo que he podido saber, la cuantía del robo es la más grande de la historia de la democracia española. Es cierto que, compraban votos a modo de chiringuitos al uso, razón por la que mandaron durante cuarenta años pero, de forma fraudulenta y mezquina.
Muchos años después, se ha resuelto el caso y la justicia dictamina que Chaves y Griñán son responsables de dichos delitos pero, al parecer, se hacen los locos y, como siempre ocurre, como quiera que el caso implica al PSOE, es decir, el partido que dirige el amo de España, un tal Pedro Sánchez, pese a todo, les bendice a dichos tipos y, llegado el caso de encarcelarlos veremos como Sánchez les indulta, como ha indultado a toda la gentuza que tiene en el gobierno que, su único fin no ha sido otro que destruir España dictando leyes criminales y cediendo ante las presiones de etarras, separatistas, criminales de toda índole y demás gentuza. ¡Y decían que la derecha era corrupta!