Conforme se están desarrollando los hechos en España –yo diría que en todo el mundo- no nos queda otra opción que, arrodillados, felicitar a los antitaurinos que, irremediablemente, nos han ganado la batalla y, en toda confrontación, el perdedor siempre tiene que felicitar al ganador. Resignadamente aceptamos la derrota, sencillamente porque no queda otra alternativa, nunca mejor dicho hablando del mundo de los toros.

Reconozcamos que, algo hicimos mal los aficionados para que los antis nos hayan destruido por completo. Jamás creí que, PACMA y sus acólitos en el gobierno pudieran tener tanta fuerza como para derrocar una fiesta que data de más de trescientos años para atrás que, en la actualidad  es un vestigio del pasado. En los últimos años, desde que mandó en España el repugnante Zapatero, en aquellos momentos, los movimientos contra los toros nos lo tomábamos a broma porque, en realidad, no creíamos que habría gente con tanta maldad dentro de sus entrañas, maldad que les ha llevado al éxito.

Como vemos, en España tenemos que acostumbrarnos a muchas cosas, entre ellas, a contemplar la fiesta de los toros en un pasado que ya es historia. Respecto a los toros, lógicamente, morirá una raza bovina ejemplar, única en el mundo pero, como se trata de una animal que no pude ser calificado como doméstico, es decir, ni PACMA ni la madre que los parió, pueden tenerlos como mascotas, la solución no ha sido otra que la exterminación de dicha raza. Cuidado que no estoy hablando en metáfora, ni mucho menos en broma, estoy analizando la triste realidad que nos rodea la que, queramos o todo lo contrario, tenemos que aceptar con resignación. La puntilla está al caer, la tenemos sobre nuestra nuca.

A nuestros enemigos naturales, los antis, les ha venido como anillo al dedo la cruel pandemia que, no es que la misma haya producido decenas de miles de muertos que, la circunstancia, al gobierno y a PACMA les importa un carajo; lo que en verdad les ha hecho felices ha sido dictar unas normas criminales para que este espectáculo jamás pueda celebrarse. Nos han ganado a base de trampas, mezquindades, ruindad al más alto nivel, exactamente la misma forma en la que llegó el gobierno al poder. Pero, el ganador, de la forma que fuere, siempre está por encima del perdedor y, nosotros, reconozcámoslo, somos los perdedores.

La vida nos ha demostrado que, lo importante es ganar, al precio que fuere y como fuere; las formas y modos ya no se emplean. Desde siempre, el triunfo se buscaba mediante la honradez, coherencia, fuerza, estudios superiores, pasión por el quehacer, en definitiva, ser el mejor en cualquier área. Ahora no, ahora se tiene que ganar al precio que fuere sin importar valor alguno de los antes citados que, en realidad, eran los argumentos de toda la vida para triunfar en cualquier profesión o menester, como pudiera ser nuestro caso.

En su momento, no supimos presionar –porque entendíamos que no hacía falta- al gobierno de derechas que tuvimos para que blindara la fiesta de los toros como algo sagrado, es más, algunos hasta se reían complacientes al ver los desacatos económicos, es decir, los delitos que muchos políticos de derecha hacían cada día.

Observábamos con estupor aquellas maldades, pero no creíamos necesario exigir lo que en realidad era nuestro, la fiesta de los toros, la que jamás creíamos que nadie pudiera erradicar y, craso nuestro error puesto que, aquello que pensábamos que teníamos atado y bien atado se nos ha deshecho de mala manera, hasta el punto de que, como está sucediendo en la actualidad, veremos quién es el valiente que organiza una corrida de toros.

Analizada la cuestión todavía soy capaz de analizar, recapacitar y certificar que, de aquellos barros estos lodos. Digamos que, en los últimos cuarenta años, la derecha ha sido siempre la que ha salvado a España de la hecatombe; primero lo hizo Aznar y luego Rajoy, pero nadie en su sano juicio puede obviar que, en aquellos gobiernos de mayorías absolutas, había grandes hijos de puta que trincaron lo que no está en los escritos, razón para que, muchos españoles, para castigarles, votaron el PSOE y, a su vez, le dieron alas al bolivariano que, gracias a las aberraciones de individuos del PP, está ahora en el gobierno. EL remedio ha sido peor que la enfermedad pero, cuéntales tú eso a los votantes.

Políticamente, España no ha ganado nada con estos personajes que nos gobiernan; es más, todo hemos perdido en todos los órdenes, entre otros, los aficionados a los toros que, si Dios no lo remedia, dentro de poco hablaremos de una fiesta del pasado.

Tras los llamados paseos taurinos de días pasados parece que se atisba una tenue luz al final del túnel pero, mientras no dejen libertad absoluta, por mucho que se jacten nuestros políticos diciendo que no han prohibido la fiesta, la mentira sigue latente porque, con ochocientas personas autorizadas como aforo en una plaza de toros, la cifra, además de ser ridícula e indigna, es inviable para este tipo de espectáculos. Quiera Dios que el mundo del fútbol haga la fuerza necesaria para que se concentren los aficionados en las canchas y, al socaire de ellos, nosotros tengamos la oportunidad de asistir a los toros como siempre lo hicimos. De momento, seguimos siendo prisioneros en todo, sencillamente porque lo ha dictado un gobierno indigno que tenemos.

¿A que parece verdad todo lo que he contado? Hay mucha verdad en lo contado para desdicha nuestra pero, sigamos rezando para que un día, nadie sabe cuándo, haya democracia en España, un gobierno digno y coherente y, con semejantes argumentos podamos acabar con todo este tipo de gentuzas que, en un país donde reinara el orden y la paz, todas estas gentuzas estarían a la sombra de por vida aunque, lo ideal sería acabar con ellos, algo que haremos si es que algún día dejan que haya elecciones en España y, en las urnas les mandaremos a todos a la mierda.

Recordemos que, si un día, en España, vuelve la cordura, seguirá habiendo toros en nuestro país porque, como el mundo sabe, es un hito cultural que, ni los peores hijos de puta nos podrán arrebatar. Al tiempo.