No es ninguna broma que Fernando Sánchez haya sumado cien festejos en la actual temporada, más bien yo diría que se trata de una épica en toda regla de la que es merecedor tan gran torero. Sin pretenderlo a emulado a Morante, o quizás lo pretendía, no lo sabemos, pero si tenemos la certeza de que todo lo ha hecho bien y, lo que es mejor, con una torería inenarrable.

Sánchez actúa de “tercero” en los matadores con los que comparte cartel pero, más que un tercero, estamos hablando de un primero pero en categoría superlativa. Y, cuidado, que en la actualidad tenemos muchos y buenos banderilleros pero, Fernando Sánchez sobresale por encima de todos, rara es la tarde en que la crítica no elogia sus actuaciones, lo que viene a demostrar que no pasa desapercibido para nadie, razón del relumbrón que tiene su figura y, lo que es mejor, su obra.

Este banderillero excepcional da gusto verle en banderillas, desde que coge los palos, la forma en que cita, como clava en todo lo alto del morillo del animal y, lo que es mejor, la forma con la que sale del trance en que se ha jugado la vida; todo ello con una torería que le desborda, con una parsimonia como si la cosa no fuera con él, todo ello es producto de la seguridad en sí mismo, de la fortaleza mental y física con la que este torero está preparado; nada es casual en la vida y, mucho menos lo de Fernando Sánchez que, como explico, supera muchísimo al resto de sus compañeros y, en honor a la verdad, si yo fuera torero contaría con él en todas mis actuaciones.

Debe ser aleccionador para cualquier matador de toros llevar en su cuadrilla a Fernando Sánchez, un hombre con el que ya se sabe de antemano que lo pondrá todo muy fácil y, lo que es mejor, que conecta muy pronto con el graderío, algo que siempre favorece al matador de turno puesto que, tras clavar los palos Fernando, el público ya está predispuesto para el triunfo del torero, algo que los diestros siempre agradecen porque no es lo mismo enfrentarte al toro con un ambiente hostil que, como en el caso que citamos, que todo sea favorable gracias a un banderillero excepcional que, lo difícil lo hace tan sencillo que asombra por completo.

Muchos son los premios que este torero admirable ha cosechado por los ruedos del mundo pero, su mejor recompensa no está en los objetos que ha recibido como galardones puesto que, su retribución mayor está en su propia persona, un lujo de ser humano que, para dicha suya y nuestra, un día de la vida le dio por ser torero para que los aficionados disfrutásemos y nos emocionásemos con sus pares de banderillas, algo tan singular como bello.

Por ejemplo, dice mucho a su favor que, el pasado domingo en Madrid, Sánchez, junto a otros de sus compañeros rehileteros salvaran una tarde soporífera que, como se demostró los matadores no fueron capaces de remontar mientras que, los banderilleros, capitaneados por Fernando Sánchez hicieron las delicias de los aficionados. Insisto, que una tarde de toros se salvara gracias a las actuaciones de los hombres de plata, eso dice mucho a favor de ellos y muy poco para los toreros de oro.

La cuestión no radica en vestir de oro, más bien, en “vestir” a lo grande que no es otra cosa que mostrar tu arte frente al toro, algo que hace con toda la naturalidad del mundo este banderillero excepcional que atiende por Fernando Sánchez y que en la presente temporada ha logrado ponerse a la altura de Morante con sus cien tardes toreadas. Como se ha demostrado, en cualquier festejo en el que participe Fernando Sánchez, toreros de oro al margen, ya merece la pena comprar la entrada, algo que se ha repetido hasta la saciedad en la temporada que ahora termina y de la que ha sido su gran protagonista en su faceta como hombre de plata, nada más y nada menos que Fernando Sánchez, bendito seas, sí señor.