Ahora, bajo la perspectiva del tiempo pasado y de todo lo que hemos vivido, llegamos a la conclusión de que Franco estaba tarado. Lo explico. El generalísimo era un pobre ser que, tras haber ganado la contienda de España, de pronto se percató de todas las carencias que tenía nuestro país y, de forma estúpida empezó a construir miles de kilómetros de carreteras, autopistas, hospitales, pantanos… a su vez creó la llamada Seguridad Social, una nimiedad sin sentido alguno pero que, al paso de los años, algo nos ha servido; no gran cosa, pero ahí vamos tirando. Para colmo, eran tan tonto que no nos cobraba impuestos por ello.

Cierto es que, su primer desacato no fue otro que levantarse en armas contra un régimen legal en que el Partido Socialista había ganado en las urnas. Es cierto que, en aquellos años mataban al primero que pasara por la calle si discrepaba con el PSOE, cosa muy natural y lógica. De igual modo quemaban iglesias, santos y todo lo que oliera a incienso pero que, a fin de cuentas, igual tenían razón porque eso de la fe es una estupidez en toda regla y creer en Dios una falacia sin parangón. Más tarde, pasados los años, Franco, el que necesitaba de un psiquiatra permanente, devolvió la monarquía a España sin que nadie se lo pidiera; como vemos, error tras error. Estaba claro que estábamos en manos de un sicópata.

Otra canallada que cometió en toda regla no fue otra que permitir que todo el mundo pudiera crear una empresa puesto que, las mismas pagaban como tributos de su facturación el 0,70 de lo entonces se llamaba Impuesto Tráfico de Empresas. ¡Con lo hermoso que nos parece ahora pagar el 21%! Visto lo cual, todo estos hechos demuestran que aquel hombre era un descerebrado porque, teniendo la oportunidad de sangrar a los españoles con impuestos por doquier, como explico, además de darnos toda la libertad del mundo, ni siquiera era capaz de cobrarnos incriminados. En aquellos años se crearon miles de empresas pero, en realidad, aquello no servía para nada, salvo para esclavizar a los españoles.

Lo que en verdad hizo rematadamente mal era permitir que todo el mundo trabajara como esclavos; no había tope en el trabajo y los españolitos de a pie se dieron cuenta que, para progresar, no cabía otra opción que el trabajo; día y noche, pero era lo que correspondía en cada aquellos años. Franco tenía lo que se conocía como el Sindicato Vertical, nada que ver con lo grandioso de ahora si de sindicatos hablamos que, para eso tenemos la UGT y CC, entes sublimes que se preocupan para el trabajador puesto que, aquel sindicato Vertical aludido no hacía nada por la clase obrera. Eso sí, se le olvidó crear las oficinas del Paro pero, si somos sinceros, tampoco eran tan preciso porque por aquellos años el paro no existía. Éramos todos tan burros que ni siquiera nos percatábamos de que sin trabajar se podía vivir, la prueba la tenemos ahora en que varios millones de personas no trabajan y viven; cientos de miles de gandules se dedican a la política y tampoco doblan el espinazo.

Franco logró, como hecho estúpido, que todo el mundo se pusiera a trabajar y no reparara en demás cuestiones grandiosas cómo las huelgas con sus piquetes que, dicho sea de paso, son cuestiones maravillosas. Éramos libres como el viento, podíamos hacer todo lo que nos diera la gana, pagábamos una miseria de impuestos y todo lo que ganábamos era nuestro, pero aquello era un error mayúsculo porque nos hizo creer que todos éramos ricos. Para que la cadena de errores tuviera continuidad, Franco construyó cientos de miles de vividas sociales sin que nadie se las demandara; o sea que, como queda explicado, aquel hombre era un tarado mental. Las pruebas así lo certifican.

Franco era un ser que, en el fondo de su corazón anidaba un asesino en toda regla, lo digo porque permitía que se celebraran las corridas de toros y no cuestionó jamás ese espectáculo salvaje, bárbaro, criminal y absurdo donde reina la violencia. Es más, tenía tan poca decencia que algunas veces acudía a Las Ventas para ser en directo aquel espectáculo cruel y sanguinario, como en verdad era él. ¡Con lo hermoso que hubiera sido de su parte prohibir un espectáculo deleznable como los toros!

Sin lugar a dudas, si de errores hablamos cometidos por aquel general como decía Álvaro de la Iglesia: “Reina un fresco general procedente de Galicia que está arrasando en toda España” Se refería al frío, claro. Decía yo que, su fracaso más rotundo no fue otro que no legalizar el aborto. Era un ser absurdo. ¿A quién se le ocurre permitir que sigan naciendo niños, cuestión tan lógica si no se permitía el aborto?

Definitivamente, si de errores mentamos, ahí Franco cometió su fracaso más grande, algo que no le perdonaremos jamás. Ahora, como sabe, en España puede abortar hasta el gato y, además con el consentimiento general de parte de todo el mundo. Sin lugar a dudas, una ley que debería de haber creado Franco y, lo que es mejor, haberla llevado a cabo porque de haber sido así, nos hubiera librado de toda esa especie de criminales que se dedican a la política, una injusticia que no le perdonaremos jamás. Lo que no sabía Franco era que, aquellos miles de niños que él permitió que nacieran, en la actualidad son los que dirigen España que, con acertado criterio, hasta le buscaron un albergue mejor al Caudillo sacándolo del Valle de Los Caídos.

El tiempo, nuestros políticos, las leyes que dictan y demás cuestiones, todos nos indica que Franco era un retrasado mental porque, insisto, esa ley que era necesaria se le olvidó y, ahora, ahí tenemos el resultado de aquel macabro fracaso de su parte. Dicho en cristiano, Franco era un estúpido pero, en la actualidad, si los hijos de puta volaran en España siempre estaría nublado.