Cada día va comando más fuerza el espectáculo de los recortadores puesto que, como sabemos, hasta One Toro patrocina un concurso entre los mismos, habiendo tenido lugar el pasado viernes en Burgos, la segunda “corrida” clasificatoria hasta que se llegue a la final. Sin lugar a dudas estamos ante un espectáculo apasionante, como tantas veces dije pero que, cada día estoy más convencido de la que heroicidad de estos chavales merece toda clase de plácemes.

En la ocasión a la que aludo se organizaron cuatro grupos con cinco recortadores en cada uno de ellos, siendo los participantes, Juan Carlos García “Juancar”, Antonio Torrecilla, Roberto Redondo, Rolan Castro, Marcos Espí, Luis Juanela, Javi Daganzo, Cristian Rubio, Jorge Gómez, Ángel González “Pechu”, Borja Franco “Aguilucho”, “El Peta”, Cristian Moras, Sergio Martínez, José Pascual, Manuel Corral “Tororo” Alex Pascual y El Peque. De entre todos, quedó ganador, Juan Carlos García “Juancar”

Si soy sincero, no me gustaría para nada tener que formar parte del jurado que elige a los mejores porque, en conciencia, para mí, todos fueron ganadores; es cierto que, ante un certamen como el indicado hay que discernir para, al final, que haya un ganador pero, insisto, me parece tan apasionante lo que hacen esos chicos que, con humildad, solo me queda quitarme el sombrero ante todos ellos.

Si los quiebros que hacen a cuerpo limpio ante los toros los recortadores son fascinantes, cuando hacen el salto del ángel, el salto mortal, incluso el doble salto mortal ante el toro, eso está revestido de una pasión que nos asombra por completo. Hay que tener talento, valor, facultades y conocimientos de la materia para llegar hasta donde estos hombres llegan frente al toro que, a pecho descubierto se juegan a vida con una verdad apasionada. Incluso, nunca lo olvidemos, estos chavales sufren cornadas de mucho riesgo, caso de “El Peta” que, como confesó, está cosido a cornadas, en un total de catorce percances de mucha gravedad, pero, ni la sangre que derraman les impide seguir en la brecha por aquello de seguir emocionando a los aficionados.

Para mí, la grandeza de este espectáculo no es otra que, la igualdad en la que compiten todos ellos; hay un toro en el ruedo y, el grupo de cinco recortadores se tienen que enfrentar a él con las mismas armas; el mismo toro y a pecho descubierto y, el que más arriesgue, el que más gana, pero no existen diferencias ni clases como ocurre entre los toreros en los que, mientras Sánchez Vara mata los toros de Miguel Reta, Enrique Ponce y demás huestes lidian todo lo de Juan Pedro que, como es notorio, son almas cándidas incapaces de herir a cualquiera. Queda claro que, entre los diestros hay diferencias abismales; el torero famoso mata siempre el toro amorfo, chico y descastado mientras que, los humildes, se tienen que enfrentar a auténticos criminales de cuatro patas.

Por la diferencia citada, la igualdad entre unos y otros, este espectáculo debe ser ponderado como en verdad merece. Como decía, quedé asombrado y, lo que es mejor, palpé la diferencia antes explicada y, en mi caso, comprobar que todos los recortadores se enfrentan a un mismo toro sin ninguna diferencia de clases, eso ya es motivo de admiración. Insisto que, todos me apasionaron hasta el límite de la locura; digamos que, quiénes admiramos este tipo de espectáculos todos estamos presos de la locura, la misma que confiesan los recortadores porque, además de heroicos, hay que estar un poco locos para, por un triste jornal, jugarse la vida ante un toro bravo. La única diferencia entre los recortadores y los toreros es que, en los primeros no cabe el arte mientras que, en los segundos, es a ello a lo que aspiramos todos, que nos estremezcan con su arte. Sabedores de que el arte no es posible cuando un hombre se enfrenta a un toro a cuerpo limpio, por el contrario, si merecen toda nuestra admiración puesto que, en los ruedos exponen su vida, el valor más importante para la existencia de cualquier ser humano.