Ayer se celebró en Villaseca de la Sagra una corrida de recortadores que, sin duda alguna, será recordada durante muchos años en el pueblo citado que, enamorados del toro, no dudaron en traer para tal festejo una auténtica corrida de toros de Cebada Gado, los temibles “cebadas” que quitan el humor a los toreros y, en el caso citado, los recortadores dieron un espectáculo inenarrable. Cierto es que, si de Villaseca hablamos, respecto a los toros, allí todo es incalificable por la grandeza que se le imprime a toda cuestión taurina, empezando por las novilladas y terminando con los recortadores citados.

Por cierto, me encanta cuando José Miguel Martín de Blas, director de las retransmisiones televisivas de CMM dice aquello de, nosotros retrasmitimos lo que otros organizan, y en el día de ayer, antes de entrar en materia diré que CMM nos ofreció las dos caras de la moneda puesto que por la tarde, desde Villamayor de Santiago nos ofrecieron un espectáculo lamentable con toros de Santiago Domecq que, solo con el apellido ya bastaba y sobraba; todos sin alma, sin casta, sin fuerzas, sin el menor atisbo de bravura que, dada su escasez de fuerzas, más que embestir topaban, algo lamentable.

Ya, por la noche, gracias a CMM que retransmitió el festejo, quedé anonadado y recuperé las ilusiones que había pedido por la tarde. Ver a los toros de Cebada Gado en su auténtica pujanza, solo por lámina, hechuras, pitones y conformación morfológica, solo por ello ya merecía la pena. Para que el éxtasis fuera total, allí había un grupo de hombres gallardos y altaneros que, despreciando su vida se la jugaron sin trampa ni cartón. La plaza estaba a rebosar pero, era lógico que así ocurriera puesto que, el espectáculo prometía muchísimo y, por supuesto, no defraudó.

No me gustaría dejarme fuera a ninguno de los participantes y, tengo que tirar de memoria para homenajearles. Chavales importantísimos en su quehacer que hicieron las delicias de la noche ante los tantos aficionados allí congregados. Si no recuerdo mal, Rafa Espada, Sergio Pinel, Borja Gómez, Eusebio Sacristán “Use”, Alberto Ciudad, Cristian Moras, Jonatán Estébanez, Pablo Martin y Cristian Moras, todos ellos hicieron las delicias de los asistentes que, en mi caso, profano en la materia, me es muy difícil dirimir quien de todos ellos fue el mejor, pero si me sobra sensibilidad para confesar que todos me emocionaron hasta el límite de la locura.

Los recortes de cada uno y cada cual, eran auténticos monumentos a la autenticidad del mayor riesgo asumido y, si de saltos mortales hablamos, es entonces cuando el espectáculo subió de tono hasta los límites más increíbles. Es cierto que un día me aficioné a este tipo de espectáculos que, los he visto con toda clase de toros pero, amigo, lo de Cebada Gago eran palabras mayores, de un rango superior a todo lo que antes había visto. Nada más contemplar al toro de salida, como antes dije, de por sí, ya era todo un espectáculo y, ya en la arena, los chicos citados hicieron las hazañas que protagonizaron y la dicha no pudo ser mayor.

Con razón este tipo de espectáculos está proliferando de una forma apasionada y apasionante en todas las plazas en las que actúan los recortadores, algo de lógica cabal porque no existe nada más hermoso que comprobar que un ser humano, por el precio de la nada se está jugando la vida. Ellos, los recortadores, son apenas unos jornaleros del toro y, por dicha razón, amén del valor que tienen, la capacidad física para sortear aquellas embestidas, la tremenda voluntad para llevar a cabo el salto mortal en que, posiblemente, en dicha suerte es donde mayor riesgo acometen que, la gran verdad no deja de ser otra que el riesgo lo asumen en todos y cada uno de los “lances” con lo que se enfrentan a los toros.

Insisto que, ser recortador, con el tipo de toro que fuere tiene un mérito increíble pero, añadirle a ese mérito los toros de Cebada Gago es entonces cuando el riesgo se multiplica de tal modo que, cualquiera queda emocionado ante el gran espectáculo que ha presenciado, lo que nos sucedió a nosotros en Villaseca de la Sagra que, como algunas veces dije, más que un pueblo es todo un milagro si analizamos con detalle todo lo que allí se “cuece” con las novilladas. Por dicha razón, los recortadores no podían quedarse atrás; si los novilleros se juegan la vida de verdad frente a todos encastadísimos, los chavales antes citados estuvieron a la altura de las circunstancias y, lo que es mejor, saboreando el legítimo éxito que consiguieron.

No hay nada más hermoso para un informador que contar las gestas de los demás porque, las miserias que vemos por ahí, las que inevitablemente tenemos que contar, son las que nos producen una pena desmesurada; claro que, si todo espectáculo taurino estuviera teñido de la misma grandeza con la que vimos lo de Villaseca de la Sagra, no habría crítica alguna, lo que viene a certificar que, los malos no somos los que contamos la verdad que, como ha sido el caso, resulta esclarecedora; los malos son todos aquellos que de la mentira quieren hacer una verdad, tarea vana porque la verdad resplandece por sí misma, sin necesidad de botafumeiro alguno, Villaseca es el ejemplo de todo lo que digo.